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El petróleo se dispara a 36 dólares, el precio más alto en 13 años y medio

La cotización del barril de crudo se ve afectada por los atentados en Arabia Saudí

Fernando Gualdoni

La escalada de la violencia en Oriente Próximo se ha extendido al corazón petrolero del mundo: Arabia Saudí. El asesinato de cinco trabajadores extranjeros de la empresa sueco-helvética ABB el sábado y la recomendación de evacuar dada ayer a los estadounidenses han disparado el temor a que haya escasez de petróleo en el mundo. Y basta que se piense que un producto va a faltar para que su precio se dispare. Ayer sucedió eso en Londres, donde el barril alcanzó los 36 dólares, el máximo desde la invasión de Irak a Kuwait en 1990.

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En Oriente Próximo siempre ha habido conflictos, pero Arabia Saudí nunca había padecido un ataque constante por parte de terroristas. Sí había habido atentados: uno contra una base estadounidense en 1996, algunos ataques aislados desde 2001 hasta el año pasado; y otros, muy graves, en lo que va de año. La violencia sin duda se ha recrudecido en los últimos meses, se ha hecho casi tan constante en Arabia como ha sido siempre en el resto de la región. La otra diferencia, es que el sector petrolero es un blanco prioritario del terrorismo.

La violencia nunca había supuesto una amenaza real para sector del crudo saudí, cuya producción es la mayor del mundo, con un capacidad de 10 millones de barriles diarios (actualmente produce 8,5 millones). Las reservas probadas saudíes son también las más extensas y el bajo coste de producción hace de este país una mina de "oro negro".

La muerte a balazos de los cinco ingenieros cerca del complejo petroquímico de Yanbu, en la costa del mar Rojo y a unos kilómetros al norte de La Meca, fue una señal de alarma para el mercado petrolero. Ayer, el embajador estadounidense en Riad, James Oberwetter, recomendó a los estadounidenses que están en esa ciudad que salieran del país puesto que él no podía garantizar su seguridad. El aviso fue difundido por la agencia Associated Press y corrió como pólvora en el mercado petrolero.

Trabajadores extranjeros

En el sector petrolero saudí hay muchos extranjeros trabajando y la normalidad de la producción depende de técnicos e ingenieros que ahora están amenazados y que, como el caso de los estadounidenses, pueden verse en la necesidad de salir de allí en cualquier momento. Si se van, el sector se resentirá.

Esto lo sabe el mercado y, por ello, el precio del barril brent se disparó ayer en torno a 1,50 dólares en el mercado de Londres hasta alcanzar los 36 dólares, el máximo desde la primera crisis del golfo entre finales de 1990 y principios de 1991. En el mercado neoyorquino, la escalada que ya había comenzado el lunes a última hora se agudizó ayer y el barril de West Texas subió en torno a un dólar, hasta rozar los 39, también un máximo de 13 años. Este incremento del crudo alimenta la creencia de que la Reserva Federal (banco central) de EE UU subirá los tipos de interés antes del verano para evitar un brote inflacionista.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) cree que la tendencia al alza de los precios del crudo va a mantenerse a corto y medio plazo. La caldera que ya es Irak amenaza extenderse más y más a las zonas vecinas y la cotización del crudo seguirá alta sólo sustentada en el temor de que pueda haber una interrupción del suministro. Si esto llegase a suceder de verdad, entonces será muy difícil que el crudo no se dispare a 40 dólares. El precio del petróleo es ya una amenaza seria para la recuperación económica mundial.

Añadido a la violencia en Oriente Próximo, la sola posibilidad de una nueva crisis en Venezuela o Nigeria que puedan afectar al sector petrolero de ambos países añade peso a la espada de Damocles que desde hace más de un año ven los intermediarios del mercado petrolero cada vez que elevan sus miradas.

Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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