Una religión sin 'jefes'

La propuesta del ministro del Interior, José Antonio Alonso, tendría por objeto evitar que las mezquitas sean utilizadas por los islamistas radicales para lanzar mensajes violentos o llamamientos a la guerra santa por parte de imames integristas. Éstos, a diferencia de lo que ocurre en la religión católica, no forman parte de ninguna jerarquía: son simplemente fieles elegidos por sus correligionarios por su espiritualidad o su conocimiento del Corán, el libro sagrado de los musulmanes, para dirigir la oración. Pero como no están sujetos a más autoridad que la civil de los Estados (alguna secta rechaza incluso cualquier poder temporal sobre los asuntos religiosos) su estatus y su financiación varían mucho según el país.

En Marruecos el sermón de los viernes (los musulmanes deben orar en comunidad siempre que puedan, sobre todo ese día, pues tiene mucho más valor que en solitario) es redactado por el Ministerio de Asuntos Islámicos, que controla todo lo relativo a la religión en ese país, y aún más desde los atentados de Casablanca de hace un año.

En España el acuerdo de cooperación firmado por el Estado en 1992 con la Comisión Islámica de España (CIE) se limita a establecer que son imames las personas que con carácter estable dirijan la oración, formación y asistencia religiosa y así lo acredite su comunidad de acuerdo con la CIE.