La última capital dividida
Catedrales góticas con alminares, baños turcos y edificios coloniales británicos dibujan un ecléctico perfil de ciudad mediterránea sobre las murallas venecianas de Nicosia (250.000 habitantes), la dividida capital del Chipre de la partición entre griegos y turcos. Fenicia, bizantina, pero también templaria y otomana, Nicosia está marcada por el estigma de la línea de demarcación que separó ambas comunidades en 1963 y que se convirtió en línea verde de alambradas tras la invasión turca de 1974. En el sector sur, el único que se incorpora a la UE, los jóvenes grecochipriotas gozan de una dolce vita de restaurantes de lujo con camareros filipinos. En la parte turcochipriota, el tiempo sigue detenido, 30 años después, entre olores de kebab a la brasa para tristes colonos venidos de Anatolia.
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