Claude Chabrol rueda en Bretaña una película sobre los rostros del mal
En 'La demoiselle d'honneur' adapta de nuevo a la novelista británica Ruth Rendell
Los rodajes de Claude Chabrol son confortables y tranquilos. Da igual que nieve, tal y como sucede el día en que le visitamos en los alrededores de Nantes, o que el maquinista se equivoque al cortar el recorrido del travelling mucho antes de lo que el director le reclama. Nada pone nervioso a Chabrol, que ahora habla en chino, "para hacerme comprender mejor", afirma. Todo el mundo ríe y se dispone a repetir la toma. Actores y figurantes van vestidos de fiesta; no en vano se supone que asisten a una boda. El filme llevará por título La demoiselle d'honneur y es la adaptación francesa de una de esas historias tan británicas de Ruth Rendell, que ya le prestó el argumento para la excelente La ceremonia. En medio del buen humor y la calma, se está fabricando el horror.
"La verdad es que me aburre inventar tramas de intriga cuando hay otros que lo hacen por mí. Las de Rendell me parecen estupendas porque son menos sistemáticas que las de ciertos autores. Y trasladar la acción de Gran Bretaña a Bretaña sólo comporta un cambio de adjetivo", dice un risueño Chabrol. En este caso, la historia que cuenta "me interesa porque retrata la mezquindad de algunos personajes, que son infelices por pura tontería. Ante esa situación generalizada no es extraño que los franceses tengan como héroe a Cyrano, que dice que tiene la grandeza de preferir ser pobre que tacaño, cornudo antes que celoso".
El reparto consagra como "dama de honor" a Laure Smet, es decir, a la hija de Natalie Baye y Johnny Halliday, que encarna a Senta. Ella va a hacer perder la cabeza a Philippe (Benoît Magimel), supuesto hijo modélico de Aurore Clement. "En la película, el personaje de Magimel sueña con ser un pequeño-burgués, pero Senta le descubre su atracción por el desorden. Es un tipo con un complejo de Edipo mal resuelto y acepta convertirse en la víctima de Senta".
"Philippe", ratifica Magimel, "es un tipo que estalla en pleno vuelo. No es extraño, porque en el cine de Chabrol las mujeres son los personajes fuertes, las que conducen las historias. Aquí yo me debato entre mi amor por mi madre y mi amor por Senta. La verdad es que en la película la dimensión incestuosa es más evidente que en el libro o en el guión. Philippe parece haber sido primero el hijo, luego el amante y por fin el padre de una Aurore Clement que se comporta como una criatura pequeña".
Mientras preparan el plano, Aurore Clement, que lleva un traje vaporoso que es una invitación a la pulmonía, se acerca al radiador y salta y palmotea para entrar en calor. "Con Philippe tengo una relación especial, muy diferente de la que mantengo con mis dos hijas", dice la actriz. "Claude Chabrol ha dejado que me inventase el trato que mantengo con cada una de mis tres criaturas. Sabe muy bien lo que quiere, pero hace que seas tú quien lo encuentre. Por ejemplo, yo aquí sigo llevando mi anillo de casada, bien evidente, a pesar de que tonteo con otros. Hablo como si fuese una niña, siempre un poco ida, pero estoy atenta a todo. El anillo no me lo quito hasta que Philippe se marcha de casa. Es sólo un detalle, casi imperceptible, pero que enriquece una relación".
Para Magimel, lo mejor de Chabrol "es que nunca tiene prisa pero logra ir muy rápido. Él es el director de orquesta, quien marca el ritmo. Llega al plató sin un decoupage previo. Somos los actores y el decorado quienes imponemos las soluciones narrativas que él encuentra con una gran sencillez. Claro, para que eso sea posible él ha de sentirse muy cómodo y seguro, nosotros necesitamos tener personajes y diálogos bien escritos, y la luz tiene que evitar recortes y florituras que impidan la fluidez de la sucesión de tomas".
En el rodaje, Claude Chabrol se rodea de su esposa -script-, hija -ayudante de dirección- e hijos -uno como músico, otro como actor-. "Trabajar con gente que se conoce y ama es estupendo. Apenas tengo que dar órdenes, todo el mundo sabe lo que quiero". Por eso sorprende que el maquinista se haya equivocado antes, y también por eso Chabrol vocifera en broma para manifestar un enfado que no es tal. "¿Sabe?, el placer proporciona un equilibrio que no da el propio equilibrio. Hay que comer bien, bromear bien y los jóvenes tienen que hacer el amor bien". Por eso, para caracterizar a un personaje que detesta, le basta con presentarlo como alguien que invita a comer a una pizzería. "¡Y no es cualquier pizzería! ¿Ha visto usted que tiene bombillas de esas de neón? ¿Se ha fijado en el estampado de los manteles? ¡Es la antesala del infierno!".
El cineasta confiesa ser un adicto a los concursos televisivos -"su imbecilidad nos revela la nuestra"- y detestar los rodajes en París: "Los problemas de los urbanitas no me interesan lo más mínimo. En la provincia la gente no se preocupa de ciertas angustias o de cuestiones de comunicación". La elección de los actores tiene su misterio aunque, contado por Chabrol, todo aparece bajo el prisma de su lógica: "Quería a Laure Smet porque no es el personaje de Senta, porque no basta con verla para saber que vas a perder la cabeza por ella. Con Anne Mouglalis hubiera ocurrido eso, su belleza es demasiado evidente, mientras que Laure se va apoderando de ti poco a poco. Magimel es una recomendación de Isabelle Huppert. A Isabelle hay que hacerle caso. Es una chica muy lista, aunque no nos parecemos en nada. Ella es muy sensible al arte germánico, le gustan las películas de Hanecke, el pensamiento copulativo, que es el opuesto del analítico, típico de los franceses. Nosotros multiplicamos las palabras, los germanos las hacen copular. Por eso son los inventores del psicoanálisis".
Claude Chabrol sigue el rodaje a través del combo, es decir, a través de un monitor de vídeo. "El primero al que vi hacerlo es a Luis Buñuel. Me explicó todos los problemas que resolvía gracias a ello y me convenció enseguida". Esa facilidad para convencer que Chabrol atribuye a Buñuel, Magimel se la atribuye al director francés porque "es púdico, tiene sentido del humor, es reflexivo y rápido. Cuando le planteas alguna duda sobre Philippe, las resuelve rápido: 'Es un criminal en potencia, como todos nosotros".
Babelia
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