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FARMACOLOGÍA | La depresión afecta al 6% de niños y adolescentes y aumenta el riesgo de suicidio

La revisión de los ensayos clínicos no publicados desaconseja el uso de antidepresivos en niños

Cuando sólo salen a la luz los estudios positivos de un fármaco y los negativos no llegan a publicarse, la balanza que mide la seguridad y eficacia del medicamento queda desequilibrada. La revista médica The Lancet ha puesto el dedo en la llaga al sugerir que basarse sólo en los estudios publicados para aconsejar el tratamiento de la depresión infantil podría ser inadecuado. Una revisión de datos de estudios publicados y no publicados ha demostrado que la fluoxetina (Prozac) es el único fármaco no asociado con resultados negativos en la depresión infantil. A la luz de este trabajo, resulta más necesario hallar un tratamiento eficaz contra la depresión infantil. Se piensa que hasta un 6% de niños y adolescentes padecen depresión, y el suicidio es la tercera causa de fallecimiento entre la población de 10-19 años en los países desarrollados.

Hasta ahora, se creía que los fármacos denominados inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) constituían el mejor tratamiento farmacológico contra la depresión infantil, aunque las recomendaciones terapéuticas se basan en pruebas limitadas obtenidas de los estudios publicados.

Un grupo de investigadores británico han vuelto a analizar los datos de ensayos aleatorios controlados que evaluaban un ISRS comparado con placebo en niños de 5 a 18 años y publicados en revistas controladas por especialistas. Y ampliaron su análisis con datos obtenidos de ensayos no publicados (puestos a su disposición por la Comisión para la Seguridad de los Medicamentos británica). Analizando sólo los estudios publicados, todos los antidepresivos parecían tener una relación riesgo-beneficio favorable. Con la excepción de la fluoxetina, el análisis más amplio, que incluía los datos de estudios no publicados, indicaba que el riesgo que supone el tratamiento con ISRS es superior a los beneficios; la paroxetina, por ejemplo, aumenta el riesgo de que los pacientes experimentaran pensamientos suicidas o intentaran suicidarse.

En este contexto, los investigadores señalan que un mayor acceso a datos no publicados de la industria farmacéutica es crucial para establecer una imagen clara sobre la seguridad y la eficacia de los antidepresivos.

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