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Una situación inesperada

Almuerzo a diario en un bareto del Carmen. El pasado 15-M, el que sirve ahí, mi preferido comentarista deportivo, interpretaba el resultado del día anterior como el de un tremendo batacazo para el Real Madrid. Y no se le escapaba la razón al afirmarlo. El buque insignia del aznarismo -el Real de Florentino, en palabras de J. B. Boix- está pasando desde ese día por momentos difíciles. Y no es que se le escape la Champions, que esta muy bien, o que el Valencia, el Depor y el Barça le pisen la Liga, que está mucho mejor, sino que ese estado de tribulación se escampa a todo el sector de los negocios del palco del Bernabeu, convertido en local de alterne para toda clase de transacciones de comercio, urbanístico o financiero. La liason entre la tripleta Florentino-Fefé-Abelló y el antiguo régimen del PP era tan clara que, a la vista de los resultados electorales, hay cotizaciones en la Bolsa de Madrid que se han resentido. ¿Cuántas obras del PHN, adjudicaciones ferroviarias o negocios de obras públicas, de la construcción o de las inmobiliarias de terrenos recalificados se habrán perdido en las urnas? Efectivamente, mi camata no iba desencaminado.

A la economía le afectan problemas. De la resolución dependerá la continuidad de la percepción positiva del votante

El 14-M, después de ocho años perdiendo, el PSOE ganaba las elecciones mandando a la oposición al PP durante los próximos cuatro, o más. Es cierto que los socialistas habían acortado la distancia que les separaba de los populares en la carrera electoral, pero el sorpasso final fue dado gracias al brutal atentado del terrorismo islamista 72 horas antes de la cita en las urnas. La gestión deficiente de la crisis por parte de los portavoces gubernamentales del PP -que intentaron manipular electoralmente el tempo de la información- y el aprovechamiento de una situación inesperada por parte de la oposición, dieron como resultado la mayoría relativa de los socialistas españoles en el Congreso de los Diputados.

Sin embargo, el resultado es relevante por sí mismo. Aparentemente, pone en entredicho la teoría moderna del comportamiento electoral, centrada en el cálculo racional y la ventaja económica percibida por el votante, y regresa el peso a lo político. En especial a la confianza en la sinceridad del gobernante. Es la percepción de lo subjetivo por parte de un votante que no tolera que le mientan, a sabiendas que el que manda nunca le dice la verdad. Un simple ejercicio de comparación entre lo manifestado por los españoles en las encuestas del CIS de lo últimos años parece confirmarlo. En sus revelaciones, estos se sienten satisfechos por la evolución de la economía, más que en la marcha de la situación política que la consideran cada vez peor. Si eso es así, lo que habría ocurrido es que el desencanto por la evolución política se habría precipitado bruscamente al percibir una parte del electorado la arrogancia y la falta de sinceridad política de los portavoces gubernamentales del PP. Es la base argumentativa de un voto ético surgido el pasado 14-M y defendido por el profesor de la Universidad de Valencia, el Dr. Joaquín Azagra, en una interesante sesión de análisis electoral en la UIMP hace pocos días.

Esa asincronía entre la percepción positiva de la ventaja económica y el desencanto de lo político es evidente cuando se efectúa un somero balance sobre los éxitos económicos de estos últimos años, resultado del enderezamiento de la crisis económica iniciada por Pedro Solbes antes de 1996, que regresa, y seguida por Rato, que reposará en el FMI. En efecto, un repaso a los últimos indicadores de la Contabilidad Nacional o de la EPA publicadas por el INE, permite valorar muy positivamente la situación que deja Rato y se encuentra Solbes en el punto de inflexión que supone el cambio de partido en el Gobierno de España y de cuya continuidad en el tiempo dependerá el éxito del PSOE en las elecciones locales y autonómicas del 2007, y las generales del 2008, si en lo político no sufre sobresaltos.

Sin embargo, a la economía española le afectan problemas. De su resolución dependerá la continuidad de esa percepción positiva del votante de la que hablamos. Problemas que no son, ni mucho menos, los de la tripleta del Bernabeu en plena decadencia. El gran reto del PSOE y de ZP está en afrontarlos sin afectar los logros actuales. Y de cómo perciba la capacidad de resolución el votante indeciso de centro dependerá la continuidad del éxito socialista en el tiempo. Pero, si no son los del Bernabeu, ¿de que dificultades económicas estamos hablando?

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1º.- La Unión Europea. Dificultades que deben afrontarse de inmediato son la fortaleza del euro, que parece consolidarse por encima de las 1,2 unidades de dólar, penalizando nuestras exportaciones, especialmente las valencianas; la incorporación de nuevos países con altos niveles de competitividad al comercio internacional, como es el caso de China; el proceso de ampliación de la Unión Europea, con la consiguiente reducción del volumen de fondos estructurales y de cohesión hacia España; el riesgo ya comprobado de deslocalización de empresas y desviación de inversiones de España a nuevos países emergentes del antiguo Pacto de Varsovia, con sus efectos sobre la estabilidad en el empleo.

2º.- La competitividad. Todas estas amenazas exigen mejorar los niveles de competitividad. Para ello es imprescindible resolver las rigideces y desequilibrios que todavía subsisten en nuestro mercado laboral y en la financiación de la Seguridad Social; en la descoordinación entre administraciones públicas y la excesiva regulación administrativa que perjudica el dinamismo de la actividad productiva; y el grave deterioro medioambiental que enferma a la gallina de los huevos de oro turístico.

3º.- La tecnología. Asimismo, y para obtener ventajas en competitividad, no se le oculta a nadie que será necesario incrementar los esfuerzos, públicos y privados, para mejorar la capacidad tecnológica y la investigación científica de base y aplicada; los niveles de calidad de productos y servicios, el grado de innovación que puedan incorporar, y la formación y actualización de la calificación profesional de los trabajadores.

En fin, el aumento de la productividad, el ajuste de costes de todo tipo, la estabilidad fiscal y la sostenibilidad medioambiental, son objetivos capitales para ZP en lo económico para resolver con éxito los próximos cuatro años. Una legislatura sumamente difícil y compleja en lo político, dada la exigencia de sus alianzas parlamentarias para impulsar la reforma del Modelo de Estado, el recambio de alianzas internacionales y el cumplimiento de los compromisos en Justicia Social. Y de cómo se resuelvan los verdaderos problemas económicos dependerá, en parte, que la bonanza del actual nuevo tiempo hinche las futuras velas socialistas en las elecciones de 2007 y 2008... O las abata bruscamente, aunque lo inesperado no irrumpa, como ahora, cundiendo el pánico en el palco del Bernabeu.

Josep María Felip es profesor de Derecho Constitucional de la Universitat de València.

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