"Quizá las tropas celebren San Fernando en casa"
La entrada de José Bono en el Ministerio de Defensa ha sido sonada. Casi 200 invitados abarrotaban el pasado lunes el hall del edificio. Entre otros, cardenales (Antonio María Rouco), escritores (Antonio Gala), cantantes (Raphael), jueces (Baltasar Garzón) o sindicalistas (Cándido Méndez y José María Fidalgo). Tampoco el discurso fue ortodoxo, ni en la forma (casi 50 minutos), ni en el contenido (con su polémico juramento de que no habrá sindicatos en la Guardia Civil mientras él sea ministro).
"En mi toma de posesión estuvo mi familia, mis amigos y casi la misma gente importante que ya asistió a mis tomas de posesión como presidente de Castilla-La Mancha y algunos de los que hoy critican entonces aplaudieron. Así es la vida. En cualquier caso, les comprendo y espero sus sugerencias para eventuales actos futuros", se excusa, sin que se pueda traslucir si hay en sus palabras un fondo de ironía.
"No habría propuesto el repliegue sin contar con las máximas garantías de seguridad"
"Le dije a Rumsfeld: mi problema sería explicar que el presidente no cumple su compromiso"
"Zapatero garantiza que cualquier proceso de desvertebración de España se estrellará"
"Soy el único responsable del nombramiento del director del CNI"
Bono no se presenta a su primera entrevista a un medio de comunicación escrito como el barón que durante dos décadas ha gobernado con poder absoluto la comunidad autónoma y al que hace menos de cuatro años faltaron sólo nueve votos para ganar la Secretaría General del PSOE, sino como el más fiel escudero de José Luis Rodríguez Zapatero, cuyo nombre es el más repetido durante la entrevista. Él es, como se encarga de subrayar, un ministro "vicario", el único que no tiene más competencias que las delegadas por el presidente del Gobierno, al que por ley corresponde el mando de las Fuerzas Armadas y la dirección de la política de Defensa. Su primer encargo ha sido el más delicado de cuantos afronta el recién nacido Gabinete socialista: gestionar la retirada de los 1.300 soldados desplegados en Irak desde agosto pasado "en el mínimo tiempo posible y con las máximas condiciones de seguridad".
Pregunta. ¿Por qué no se podía esperar al 30 de junio para retirar las tropas y dar así una oportunidad para que Naciones Unidas tomara el control del país, como pedía España?
Respuesta. No es que no se pudiera esperar, es que no se debía esperar. El presidente había asumido un compromiso con los españoles y con la paz. Después de un trabajo intenso, minucioso y discreto, llegamos a la convicción de que Naciones Unidas no se hará cargo en Irak de la situación política y militar. Por tanto había que ordenar la retirada y cuanto antes y con la mayor seguridad se hiciera, mejor.
Ha sido la primera medida que ha tomado el presidente. Se ha hecho discretamente, porque la seguridad de los soldados era prioritaria y se ha hecho rápidamente, porque deseábamos que nada interfiriera negativamente ni en la autonomía del presidente ni en la soberanía de España. Este modo de actuar da cuenta del talante del presidente del Gobierno.
P. ¿Qué le dijo el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, cuándo se reunió con él en Washington el pasado 5 de abril?
R. Que, aunque pudiera no gustarle, respetaba las decisiones que tomase España. Le dije que no tenía ningún problema para explicarle que las tropas debían regresar a España y que lo harían pronto. "Mi problema", le manifesté casi textualmente, "sería decirle al pueblo español que el presidente del Gobierno no cumpliría su compromiso". Ser autónomo exige ser claro. El problema no era contrariar a Estados Unidos, el problema era contrariar al pueblo español.
P. El pasado 18 de marzo, sólo cuatro días después de ganar las elecciones, Rodríguez Zapatero le encargó que informase de la retirada española a los países más directamente afectados: Polonia, de cuya división depende el contingente español; Reino Unido, que controla el sector sur; Italia, cuya área de responsabilidad limita con la española; y los tres centroamericanos, integrados en la brigada Plus Ultra. Hubo un reparto de tareas entre usted y Moratinos.
R. Sí. El ministro [de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel] Moratinos ha tenido un papel esencial. Para cumplir la misión que me encomendó el presidente, realicé varios viajes sin ser todavía ministro. Busqué que la discreción estuviese garantizada.
P. Algunos gobiernos, como el portugués, han criticado duramente la retirada española.
R. Igual que España es soberana para tomar sus decisiones, todos los gobiernos son libres de criticar a sus vecinos. El caso que menciona no es de los que más me preocupan, en la medida en que soldados, lo que se dice soldados encuadrados en la fuerza militar combinada y conjunta, Portugal tiene tres.
P. La decisión de retirar las tropas ¿supone que ha renunciado a su propósito de viajar a Irak?
R. No.
P. ¿Y tiene idea de cuándo hará el viaje?
R. Sí. [El laconismo de Bono, habitualmente locuaz, es suficientemente expresivo para saber que el periodista no le arrancará ningún detalle más en esa línea]
P. El repliegue de las tropas no podrá realizarse en condiciones de seguridad sino cuenta con el apoyo de Estados Unidos y de los demás países de la coalición. ¿Confía en contar con él?
R. Sí. Tengo la absoluta seguridad de que nos apoyarán porque somos aliados, porque somos amigos y porque me han manifestado su compromiso. Yo no le hubiera presentado al presidente del Gobierno un plan de repliegue en el que no estuviera garantizada la seguridad de las tropas españolas. Al menos, en los términos humanamente razonables.
P. ¿Cuándo podemos esperar razonablemente que el grueso de las tropas estará de vuelta en casa?
R. Quizá puedan celebrar en casa la fiesta de San Fernando [Día de las Fuerzas Armadas, 30 de mayo]
P. Zapatero reconoció durante el debate de investidura en el Congreso que, debido al deterioro de la situación sobre el terreno, las tropas españolas ya no podían cumplir la misión para la que fueron enviadas a Irak. ¿Ha sido éste un elemento decisivo para su retirada?
R. Lo decisivo es que la España que gobierne Zapatero nunca más dará la espalda a las Naciones Unidas ni a los españoles. Tampoco quiere dar la espalda a los Estados Unidos, pero la mejor manera de reforzar la alianza con el pueblo norteamericano es con la comprensión y el apoyo del pueblo español. Lamentáblemente, los españoles no comprendieron qué hacía Aznar en la foto de las Azores. También es muy lamentable que aún no se haya explicado por qué se invadió Irak asegurando que había armas de destrucción masiva, cuando parece que no las hay.
P. Zapatero se comprometió a desclasificar los informes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) sobre las armas que supuestamente poseía Sadam Husein para que la opinión pública conozca en qué datos de sus propios servicios se basó Aznar para apoyar la invasión.
R. Me he propuesto seriamente no hablar del CNI ni en público ni en privado, salvo con el Rey, el presidente del Gobierno y con quien él me ordene que lo haga.
P. ¿No es bueno que el Parlamento vote sobre la retirada de las tropas de Irak para que así se visualice el amplio consenso que existe en la sociedad en torno a esta decisión?
R. El Parlamento puede elegir al presidente del Gobierno y puede cambiar las leyes que ha aprobado, pero no puede incumplirlas y, mientras el Parlamento haya atribuido al jefe del Gobierno y al ministro de Defensa la dirección de las Fuerzas Armadas, ésta es una función a la que no se pueden sustraer. Legalmente, no es lo mismo ir a una guerra que ordenar el repliegue de las tropas.
P. El Gobierno ha colocado la lucha contra el terrorismo internacional como su primer objetivo. ¿Va a reforzar España su contingente militar en Afganistán, donde se pretenden erradicar los reductos de Al Qaeda al amparo de una resolución de la ONU?
R. Todo lo que puedo decirle a ese respecto es que cabe la posibilidad de que nuestra presencia en Afganistán se incremente.
P. Ya ha anticipado que no quiere hablar del CNI, pero habrá que explicar por qué el Gobierno ha decidido destituir al director del servicio servicio secreto, Jorge Dezcallar, que con la ley vigente podía continuado en el cargo durante tres años más.
R. Esa misma ley dice que el Gobierno puede sustituirlo [en cualquier momento]. No hay en el nombramiento del nuevo director del CNI ningún reproche personal al anterior. Quien quiera interpretarlo así se equivoca rotundamente. He hecho una propuesta que ha sido aceptada en el Consejo de Ministros.
P. Ha elegido para dirigir el CNI a una persona sin experiencia en temas de inteligencia, Alberto Saiz, quien hasta ahora era consejero de Industria en la Junta de Castilla-La Mancha.
R. He propuesto a una persona de mi absoluta confianza y que está dispuesta a luchar con todas sus fuerzas contra el el terrorismo. Por orden del presidente del Gobierno, ésa será la actividad principal del CNI. En cuanto a capacidades y experiencias, doy fe de ellas porque las conozco.
P. Eso significa que cualquiera problema que haya en esa casa le salpicará directamente a usted.
R. No me importan las salpicaduras cuando en España tenemos más de 1200 inocentes asesinados [en atentados terroristas]. Un modo de honrar a los muertos es trabajar para acabar con los asesinos. Escurrir el bulto no va conmigo. No he aceptado ser ministro para recibir honores, novedades o condecoraciones y eludir responsabilidades.
P. El PP recuerda que en otras ocasiones este nombramiento se ha hecho por consenso, buscando a una persona de perfil independiente, aceptable para los dos grandes partidos.
R. En la medida de mis responsabilidades, espero contar con todas las fuerzas políticas para luchar contra el terrorismo. Quien quiera criticarme por el nombramiento del director del CNI que lo haga, soy el único responsable. Para criticar al director del CNI todos están en su derecho... pero pediría que le dejen al menos que tome posesión.
P. El PSOE también prometió desclasificar los documentos en poder del Ministerio de Defensa sobre el accidente del avión Yak-42, en el que perdieron la vida 62 militares españoles el pasado 26 de mayo en Turquía.
R. La primera visita en este despacho es la de usted. [Se gira hacia su mesa de trabajo, prácticamente desnuda, en la que aún ni siquiera ha tenido ocasión de colocar la fotografía de su esposa y sus cuatro hijos] La segunda [será] la de las familias del Yakovlev, a las que ya he dado fecha y hora.
P. ¿Les dará apoyo, tal como reclaman, para que puedan desplazarse a Turquía y realizar las pruebas de ADN que despejen definitivamente las dudas sobre el proceso de identificación de los cadáveres?
R. Voy a mostrar mi solidaridad profunda con su dolor, intentando que mi actuación no sea tan torpe que lo incremente y buscando la fórmula que permita decir lo que es común cuando se da el pésame: que descansen en paz los muertos y que puedan los vivos superar dignamente su dolor.
P. Zapatero ha prometido congelar el presupuesto del Ministerio de Defensa, pero los compromisos adquiridos para los próximos años, incluida la firma de contratos de adquisición de armamento por valor de 4.000 millones por el Gobierno en funciones, no parecen hacerlo posible.
R. El presidente del Gobierno ha dado muestras de que sabe cumplir sus compromisos. No le quepa duda de que sabremos estar a la altura que la paz y la seguridad de los españoles exigen.
[La irrupción del jefe del Estado Mayor de la Defensa, Antonio Moreno Barberá, interrumpe la conversación. Bono mira el reloj. Son más de las dos de la tarde y los miembros de la cúpula militar, encabezados por el ministro, están invitados a comer en La Moncloa con el presidente del Gobierno, un hecho tan inusual como la presencia del almirante general en el último tramo, ya apresurado, de la entrevista].
P. Su declaración de que no permitirá sindicatos en el seno de las Fuerzas Armadas y, especialmente, de la Guardia Civil ha provocado fuertes críticas.
R. El ministro de Defensa ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley y la ley dice que la Guardia Civil es un instituto de carácter militar. Al ministro de Defensa no le queda más remedio que acatar lo que dice la ley. El lunes dije a los sindicalistas en tono amable, aprovechando la visita de don Cándido Méndez y don José María Fidalgo, que a este Ministerio están invitados permanentemente, pero que aquí no pueden venir a establecer entre los militares sindicatos al uso que puedan disminuir el valor de la obediencia, inherente a las Fuerzas Armadas. Eso es lo que he dicho y espero que inteligentemente se sepa conectar con cualquier promesa o declaración efectuada con motivo de las elecciones.
P. En su toma de posesión estaban todos los ex ministros de Defensa vivos, incluidos los del PP. ¿Qué significa el cambio en este departamento?
R. Mi aspiración es que no cambien los valores que noblemente identifican a los ejércitos de España: la seriedad, el rigor, la obediencia a los representantes del pueblo español y un espíritu de servicio que no he visto en ninguna otra corporación pública. Desearía que cambie la vieja idea de que la defensa y la seguridad de un país son más apreciadas por los conservadores que por los progresistas. Sin defensa y sin seguridad no hay progreso ni bienestar.
P. A algunos les inquieta que la estabilidad de este Gobierno dependa de un partido independentista como Esquerra Republicana de Catalunya.
R. [Se toma unos segundos de reflexión] No deseo hacer una declaración alarmista. La unidad de España no está en peligro. España no es un edificio en ruinas. Algunas personas tienen una idea de España distinta de la mía. Para mí, España es madre, no madrastra, no es un concepto a combatir sino un bien a defender. Aspiro, de una manera cordial, a convencer que la mejor manera de progresar es defender la vertebración de España, la solidaridad entre los españoles y la indivisibilidad de la riqueza nacional.
La verdadera solidaridad es que quien más tenga ayude a quién menos tiene. Quererse separar, para comer aparte, suele estar inducido por el egoísmo de querer comer más. Los insultos o la falta de respeto de algunas minorías no debilitan mis convicciones, pero prefiero no contestarles para dejar espacio al diálogo.
P. Hay quien asegura que José Bono no estaría ni un minuto en un Gobierno que pusiera en riesgo esos valores.
R. José Luis Rodríguez Zapatero es la garantía de que cualquier proceso desvertebrador de España se estrellará ante una Constitución que ha costado mucho lograr y defenderemos con la fuerza del que no quiere destruir la estructura de su propia casa...
P. Incluso reformándola...
R. La Constitución se puede reformar. No son las tablas de la ley que, por cierto, ya sabe usted cómo acabaron. Pero ya hemos dicho que, durante el mandato de los socialistas, la Constitución se reformará para que en la sucesión al trono haya igualdad entre hombre y mujer; para que la Unión Europea esté presente; para que se mencionen las distintas comunidades autónomas; y para que el Senado sea una cámara de representación territorial. Ni más ni menos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Declaraciones prensa
- Ministerio de Defensa
- VIII Legislatura España
- Ejército español
- José Bono
- Política defensa
- Guerra Golfo
- Misiones internacionales
- Ministerios
- Guerra
- Legislaturas políticas
- PSOE
- Fuerzas armadas
- Gobierno
- Gente
- Partidos políticos
- Conflictos
- Administración Estado
- Administración pública
- Política
- Defensa
- Sociedad