Calvario de un cristiano árabe acusado de espía
Nabil George Razuk, de 30 años y vecino de Jerusalén Este, es desde hace una semana rehén del llamado Comando del Mártir Jeque Ahmed Yassin, en recuerdo del jefe de Hamás asesinado por Israel. Los secuestradores le consideran un agente del servicio secreto israelí en el exterior, el Mossad. No parece el caso. Nabil es, en realidad, un empleado de tercera fila de la Research Triangle Internacional, una poderosa organización norteamericana dedicada a reconstruir la administración local de Irak. Sólo al presidente palestino, Yasir Arafat, parece preocuparle la suerte del secuestrado.
"No soy nada; casi no existo", solía comentar Nabil George Razuk a sus amigos. Miembro de una diminuta comunidad, la cristiana copta, dentro de otra minoría también marginal, la árabe israelí de Jerusalén Este, Nabil está acostumbrado a vivir en una permanente marginalidad. Debido a su carácter pesimista y apagado, sus compañeros le apodaron El Cuervo.
A pesar de que Nabil George Razuk forma parte de la aristocracia local de Jerusalén y de que había tenido la suerte de estudiar Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, no había conseguido en los últimos años tener un empleo estable. Trabajó como dependiente de una cadena de joyería internacional hasta que fue despedido junto a otros trabajadores tras las primeras dificultades económicas provocadas por la Intifada. Después, durante un año se alistó como voluntario en la sede de Naciones Unidas y en las oficinas de una ONG antes de finalizar de nuevo en la cola del paro.
Razuk fue contratado recientemente por la Research Triangle Internacional, organización vinculada a la Universidad norteamericana de Carolina del Norte, especializada en proyectos de cooperación estructural e internacional. Fue contratado para formar parte de un equipo de 200 profesionales extranjeros cuya misión es la de llevar a cabo en Irak un programa de cooperación con el Gobierno Provisional, instaurado por la Coalición.
Los familiares de Nabil George Razuk han pedido la ayuda de Israel, Estados Unidos y la Autoridad Nacional Palestina para conseguir la libertad del secuestrado. Mientras las autoridades israelíes se lavaban las manos en relación al caso y anunciaban que no participarán en ningún tipo de negociación para conseguir su libertad, Arafat daba instrucciones a la Embajada de Palestina en Bagdad para que se pusiera en contacto con las facciones iraquíes, en un esfuerzo por resolver el problema.
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