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Pueblos afectados por el Plan Eólico se movilizan contra los molinos

Grupos conservacionistas y científicos cuestionan el proyecto

La aprobación del Plan Eólico Valenciano ha abierto un debate sobre la conveniencia o no de llenar los montes de la Comunidad Valenciana de molinos de viento. Ayuntamientos de los municipios afectados por la implantación de este nuevo servicio ya han iniciado movilizaciones para oponerse al plan. Algunos sectores científicos y grupos conservacionistas también se muestran reacios. Mientras, vecinos de las comarcas afectadas se han movilizado contra el proyecto. Como los de diversas poblaciones del interior de Alicante.

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El Plan Eólico Valenciano, aprobado el 26 de julio de 2001, prevé la instalación de 2.700 molinos de viento gigantes en las montañas de las tres provincias. "El Gobierno valenciano está a punto de arruinar el paisaje natural del interior", afirma Mark Duchamp, un jubilado francés, ex empresario y hoy un conservacionista conocido a nivel internacional por su lucha contra la energía eólica. Duchamp contactó con la sociedad Ibérica 2000, que desde los años noventa impulsa, a través de su página web (www.iberica2000.org), estudios y denuncias sobre temas humanitarios y relacionados con la preservación del medio ambiente. Entre sus más de 12.000 socios figuran científicos, estudiosos y conservacionistas. A través de Ibérica 2000, Duchamp ha iniciado la difusión de estudios que cuestionan los beneplácitos de la energía eólica. Su lucha le ha llevado a recibir amenazas de las principales multinacionales dedicadas a la implantación de plantas eólicas.

El conservacionista desmonta muchos de los argumentos a los que se acogen los gobiernos, y algunos grupos ecologistas, para justificar la incorporación de esta nueva fuente de energía. Los molinos pueden alcanzar los 100 metros de altura, y para la instalación de las 2.700 turbinas que se pretende implantar en el territorio valenciano se necesitará un millón de toneladas de hormigón y canteras, explica Duchamp. Todo ello para unas posibilidades de rendimiento de un promedio del 20% de energía a generar."Lo que el Gobierno valenciano está haciendo es arruinar el pintoresco interior de la Comunidad Valenciana para producir lo mismo que haría una central eléctrica de gas", asegura Duchamp. Este experto señala además que estas plantas de energía eólica necesitarán el respaldo de una central convencional de gas, para compensar los altibajos del viento. "No permitirán, por tanto, el cierre de ninguna central nuclear, y no ahorrarán gases de efecto invernadero, por la necesidad de mantener el funcionamiento de las centrales convencionales para respaldar su errática producción". Enumera también como efectos negativos "el impacto visual; el peligro de incendios por las turbinas; la contaminación del agua de lluvia y capas freáticas; la erosión del suelo; o el estrés que puede generar el ruido de los molinos para las personas que residan en su entorno". Y, sobre todo, "las aldeas afectadas habrán hipotecado su futuro de desarrollo sostenible basado en el turismo rural".

Pero para el conservacionista, uno de los principales problemas de estas instalaciones son sus consecuencias en el paisaje y en la supervivencia de las aves, como el águila perdicera, una especie protegida que tiene su núcleo más importante de Europa en tierras valencianas. Duchamp ha recopilado numerosos estudios que relacionan los molinos de viento con la muerte de aves. Precisamente fue esta inquietud la que le llevó a iniciar la lucha contra las plantas eólicas. ""Las centrales eólicas de España y otros países del mundo ya se han cobrado la vida de millones de aves, incluyendo un millar de águilas, varios millares de buitres, y unas 10.000 rapaces protegidas de otras especies, sin hablar de los cisnes, gansos o cigüeñas", muertas en su peregrinaje al toparse con los molinos.

"Estudios realizados en Navarra sobre el impacto de estas infraestructuras desvelan que cada año mueren 500 buitres leonados, 30 águilas y rapaces, y unas diez mil aves pequeñas". "En los últimos 40 años España ha invertido miles de millones en la protección de animales y en la conservación de la fauna. Es una incongruencia que ahora se promuevan unas infraestructuras que pueden llevar a su destrucción", señala José Miguel Canet, director de Ibérica 2000. La asociación se ofreció a la Generalitat para realizar estudios sobre el impacto de las turbinas, "pero no se nos ha escuchado". Canet también lamenta las reticencias a cuestionar los efectos negativos de la energía eólica por parte de organizaciones de ornitología y algunos grupos ecologistas. En los países como Australia, Escocia, Irlanda o Gran Bretaña, pioneros en la implantación de esta energía, las movilizaciones en contra de las plantas eólicas son cada vez más extendidas.

Desde estos grupos se proponen alternativas. La principal reivindicación es una "apuesta decidida por al energía solar", y "mayores fondos para desarrollar ideas innovadoras en el campo de las energías renovables, como generadores de mareas flotantes". El futuro pasa, según estos grupos, por "mayores fondos para investigación y desarrollo para acelerar el cambio a la economía del hidrógeno, y el impulso de la energía solar y geotérmica". El "pastel" del negocio del Plan Eólico Valenciano "ya ha sido distribuido entre las empresas". "Pronto los proyectos eólicos comenzarán a destruir el último recurso turístico de la región: su bonito paisaje de interior", augura Duchamp.

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