Azkoyen recupera la estabilidad
Caja Navarra pasa a controlar el consejo del líder de 'vending' y medios electrónicos de pago
Crisis cerrada. Azkoyen da por superada la zozobra vivida en su proceso de rediseño estratégico y asegura que no tendrá repercusiones en su delicado estado de cuentas. Nadie podía prever que una entrega de dinero a la organización terrorista ETA, efectuada en 2001 y por valor de 220.000 euros, salpicaría al líder español de máquinas expendedoras (vending) y medios electrónicos de pago y pondría en riesgo el avance del plan estratégico 2003-2006, puesto en marcha por el grupo navarro como medida de choque para superar la crisis derivada de la drástica reducción de su mercado natural, las máquinas de tabaco.
En el último trimestre de 2003 las ventas crecieron un 14% y las máquinas de tabaco suponían sólo el 18,4% de la cifra de negocio del grupo
La investigación del juez Baltasar Garzón llevó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a suspender el pasado jueves 18 de marzo la cotización de los títulos de Azkoyen, a la espera de información aclaratoria. La empresa navarra no demoró la respuesta.
La tentación de eludir el caso sin atajar a fondo el problema era un riesgo excesivo para Caja Navarra (CAN), principal accionista de Azkoyen, e indirectamente para el propio Gobierno de Navarra (UPN), que controla los órganos de poder de la entidad financiera.
CAN llegó a Azkoyen en el verano de 2001, un año excelente en el que la entrada en vigor del euro generó una venta extraordinaria de nuevos selectores de moneda que posibilitaron un crecimiento en la facturación del 24,7% (178,9 millones de euros) y un aumento de los beneficios netos del 78,32% (16 millones).
Constatando la capacidad de adaptación tecnológica pero consciente de la reducción paulatina de su mercado tradicional de tabaco, CAN decidió apoyar el futuro de la empresa alejando el riesgo de su adquisición por grupos ajenos a la comunidad foral y se hizo con el 5% de los títulos por ocho millones de euros. A finales de ese mismo ejercicio amplió su participación al 9,5% de las acciones, convirtiéndose en el socio de referencia.
Desde entonces, la primera entidad financiera de Navarra ha avalado un laborioso plan estratégico para afianzar el lanzamiento de nuevos productos. La investigación judicial le ha permitido además tomar el control del consejo.
De hecho, en el último trimestre de 2003 las ventas crecieron ya un 14% y las máquinas de tabaco suponían sólo el 18,4% de la cifra de negocio del grupo, ampliamente repartida entre máquinas vending de bebidas calientes, frías y aperitivos, maquinaria de hostelería, nuevos sistemas de pago, café, productos consumibles y el servicio posventa, con incrementos de negocio sobre el año anterior de hasta un 50%.
Tras un nefasto 2002, en el que el beneficio neto se redujo un 97%, Azkoyen vio con claridad el pasado ejercicio la urgencia de contar con nuevos productos y mercados, ya que las ventas bajaron un 14,5% (108,7 millones de euros) y el grupo cosechó unas pérdidas de 6,27 millones de euros.
La empresa invirtió seis millones de euros en I+D, unificó sectores para reducir costes y agilizar la gestión y negoció mediante bajas incentivadas la salida de un excedente de personal indirecto de 32 empleados, una reestructuración mínima y no traumática que garantizó a su vez el empleo del resto de la plantilla, formada por 874 personas.
En octubre sacó al mercado su creación más novedosa, una completa gama de vending caliente para café, un producto que fabrica desde 1997 a través de su filial, la Compañía de Hostelería y Consumo (CHC), habiéndose convertido en el primer productor español. Sus comerciales recorren desde hace meses Australia, Suráfrica y los países del Este europeo explorando nuevos mercados.
De hecho, las 28 delegaciones comerciales de Azkoyen en España y Portugal la han convertido en un distribuidor difícil de igualar en el servicio integral al sector hostelero, en el que comercializa todo tipo de maquinaria y también productos alimenticios en formatos especiales como té, espárragos, pimientos, azúcar e infusiones.
El año 2004 era el previsto para la estabilización y el regreso de los números negros. Y entonces llegó la investigación de Garzón sobre el chantaje de ETA y el pago a la banda de 220.000 euros. El cataclismo se ha saldado con una total renovación del consejo de administración mediante dos dimisiones voluntarias y la forzada salida de los tres consejeros restantes, incluido su ex presidente Juan Félix Iriondo, que ya pertenecían al órgano cuando ocurrieron los hechos investigados por la Audiencia Nacional.
CAN introdujo en el consejo a cuatro personas independientes presididas por Miguel Ibiricu, ex director general de Auna, que se ha puesto manos a la obra para mejorar la estructura interna de buen gobierno. La junta ordinaria de accionistas, que será convocada en breve, deberá ratificar importantes decisiones estratégicas: la ampliación del número de miembros del consejo, su nuevo reglamento y la ampliación de las facultades supervisoras del mismo sobre la actuación del equipo directivo del grupo.
Fuentes de la empresa aseguran que no va a ser necesaria una campaña para "lavar la imagen" de Azkoyen, por cuanto la actuación de sus nuevos propietarios, ajenos a los hechos que Garzón investiga, ha sido fulminante y garantiza la transparencia en el funcionamiento de la entidad. Dos auditorías (una interna y otra encargada a Pricewaterhouse) investigan lo sucedido.
Se colabora estrechamente con la Audiencia Nacional y se ha informado puntualmente a la CNMV, se ha renovado el consejo, se destituyó al directivo que trasladó el dinero a Francia y se ha incorporado al órgano como vicepresidente a José Manuel Ayesa, presidente de la patronal navarra y uno de los empresarios más involucrados en evitar que se acceda al chantaje terrorista. Los dos comités de empresa de Azkoyen, liderados por el sindicato ELA, han expresado su absoluto respaldo a estas actuaciones.
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