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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La comida buena, rápida y barata según Adrià

FAST GOOD, un nuevo local de propuestas sencillas en el hotel Eurobuilding de Madrid

José Carlos Capel

Si se admite que el denostado fast-food no es un tipo de comida, sino una manera de tratar y servir determinados alimentos, como insiste Ferran Adrià con convencimiento, la dignificación de la comida rápida pasará en el futuro por seleccionar materias primas de calidad para cocinarlas de forma correcta. En esta idea se basa Fast Good, recién inaugurado en Madrid en los bajos del hotel Eurobuilding, la última creación del cocinero catalán para el grupo NH.

Un local informal donde se prodigan algunos iconos de los establecimientos americanos (patatas fritas, pollo, hamburguesas), que no se sabe muy bien en qué concepto debe encasillarse. No es un fast-food porque los productos son buenos y se tratan de manera adecuada. Tampoco es un quick service (servicio fulminante). En cambio, tiene mucho de fast casual (rápido y desenfadado) y algo de self service (autoservicio). A la postre, un local urbano destinado a clientes sin tiempo para comer, que quieren alimentarse con productos frescos sin gastar demasiado dinero.

FAST GOOD

Padre Damián, 23 (esquina a calle de Concha Espina), Madrid.

Teléfono: no tiene.

No cierra ningún día.

Precio aproximado por persona: entre 15 y 20 euros. Ensalada de pollo, 3,10 euros. Hamburguesa Pepita, 5,65 euros. Patatas fritas con huevos y jamón, 5,80 euros. 'Mousse' de chocolate, 2,55 euros.

Pan ... 5

Café ... 9,5

Bodega ... 4

Ambiente ... 5

Servicio ... 5

Aseos ... 6,5

Bajo la rúbrica de Adrià, sello de lujo, Fast Good se suma a la trayectoria ya marcada por Delina's, cadena madrileña de comida rápida que ha triunfado con precios elevados y planteamientos parecidos. Como director de la nueva aventura, Eduard Bosch, jefe de cocina de El Bulli, que supervisa su funcionamiento. ¿Qué se puede comer y beber en este espacio vivo todavía en periodo de rodaje? Nada de propuestas creativas, ni de espumas sofisticadas o productos deconstruidos. Sólo alimentos de conveniencia, bocadillos y ensaladas, a los que se suman platos calientes, incluido el del día.

Casi todas las ensaladas alcanzan notas bien altas: deliciosa la de foie-gras, sabrosa la de pollo y discreta la de lechuga con frutas. En el resto de los entrantes, algunos altos y bajos: correcto el bocadillo de jamón ibérico, poco entusiasmante el de atún con romesco y muy sugerente el de rúcula con queso mozzarella.

Con las especialidades cárnicas, más de lo mismo. Resulta sabrosa la hamburguesa italiana, equilibrada la pepita y discreta la good burguer. Son graciosas las tiras de pollo fritas, y reconfortante el plato de huevos con jamón y patatas. Un proyecto de estilo contemporáneo que alcanzará todo su potencial a medida que se vaya redondeando.

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Eduard Bosch, jefe de cocina de El Bulli, es supervisor en el restaurante Fast Good. Abajo, hamburguesa con patatas.
Eduard Bosch, jefe de cocina de El Bulli, es supervisor en el restaurante Fast Good. Abajo, hamburguesa con patatas.CLAUDIO ÁLVAREZ

COMIDA PARA LLEVAR Y CAFÉS DE LUJO

FAST GOOD opera como restaurante informal a la vez que como take away con comida para llevar a casa. Su filosofía de explotación, que se apoya en la idea de productos sanos con cocina de calidad y servicio rápido, se encuentra todavía lejos del punto óptimo. Trabaja de manera ininterrumpida desde las 8.00 hasta las 23.30, y sirve desayunos y meriendas. En régimen de autoservicio, los clientes escogen zumos de frutas, bebidas, ensaladas, bocadillos y postres. Luego, en un mostrador abierto se solicitan los platos calientes, que los camareros del local transportan hasta las mesas.

Para beber, agua mineral, yogur líquido, tres marcas de cerveza y apenas dos tipos de vino (Viña Sol y Cvne), surtido alcohólico exageradamente parco para un local con semejantes aspiraciones. Entre los zumos, algunos de talla como el de naranja natural o el de lichis con lima, junto a otros como el de melocotón con agua de azahar, demasiado empalagoso.

Se termina el ágape con pequeñas opciones golosas como la mousse de chocolate o la cuajada con miel, ambas bastante buenas. Los cafés son excepcionales. De hecho, los capuchinos con crema de coco o perfumados con vainilla figuran entre los mejores de España. La bollería no está mal, pero los churros desmerecen. Otra delicadeza son los suizos, vasitos de chocolate negro con espuma de chocolate blanco.

En el interior del local, muy desenfadado, se aprecian dos defectos: las sillas de Philippe Stark son incómodas, y el ruido ambiental, exagerado.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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