150.000 argentinos exigen penas más duras para los delincuentes
El asesinato de un secuestrado desata la mayor manifestación desde el retorno a la democracia
Fue un acto por la vida. Más de 150.000 personas se concentraron la noche del jueves en Buenos Aires, frente al Congreso de la Nación, en una de las mayores movilizaciones en Argentina desde la recuperación de la democracia, en 1983. Decenas de miles más salieron a la calle en distintos lugares del país para reclamar justicia y penas más duras para los delincuentes. Fue un acto espontáneo, al margen de partidos y sindicatos, contra la violencia y en solidaridad con la familia Blumberg, cuyo hijo, Axel, fue asesinado el 23 de marzo en la provincia de Buenos Aires una semana después de su secuestro.
El crimen fue la gota que colmó la paciencia de muchos argentinos ante las embestidas de la delincuencia. Un informe del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires publicado el mes pasado señala que en 2002 hubo más de 2.500 denuncias de homicidios, cifra que disminuyó a 1.800 en 2003.
"¡Justicia!" fue el grito más repetido por los manifestantes, que, en vez de pancartas y banderas de partidos, portaban velas blancas y fotos de víctimas de la violencia. Entre los asistentes había muchos padres y familiares de asesinados, jóvenes en su mayoría, como Axel Blumberg. Son el blanco preferido de las bandas de secuestradores que extorsionan a los padres con la exigencia del pago de un rescate.
El padre del joven, Juan Carlos Blumberg, empresario textil de origen judío, habló a los congregados y pidió mayor compromiso de funcionarios y jueces contra la delincuencia. "Hay jueces que están mucho más cerca de los delincuentes y los asesinos que de nosotros, la sociedad", dijo. Blumberg ha iniciado una recogida de firmas para exigir al Congreso que tome cartas en la ola de inseguridad. "Cuando tengamos dos millones de firmas, no tendrán excusa". De momento, ha entregado una lista de peticiones a los presidentes del Senado, Daniel Scioli, y de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño.
Reclama el padre de Axel leyes que castiguen con dureza los delitos de homicidio, secuestro y violación; especial severidad cuando los involucrados sean policías; mayores penas de prisión no excarcelable a quienes porten armas de fuego; un control riguroso de la venta y alquiler de teléfonos celulares, y la adopción de medidas que impidan la falsificación de documentos de identidad.
La iniciativa de Juan Carlos Blumberg y la respuesta masiva a una convocatoria que no tenía respaldo de ningún aparato de partido ni del Gobierno demuestra hasta qué punto la inseguridad ciudadana y la impunidad preocupan a la población. Ciertamente hay muchos Axel Blumberg en Argentina, como afirmó el presidente, Néstor Kirchner, que no estuvo en el acto porque viajó a Tierra del Fuego para participar en una ceremonia por el 22º aniversario de la guerra de las islas Malvinas.
Axel Blumberg, de 23 años y estudiante de ingeniería, fue secuestrado el 17 de marzo en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Los secuestradores pidieron 50.000 pesos (17.200 dólares). El padre denunció el caso ante la policía de la provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side). Las negociaciones para el pago del rescate duraron seis días. Una última conversación con los secuestradores fijó el lugar y la hora para la entrega del dinero. Agentes de policía y de la Side trataron de desbaratar la operación e iniciaron un tiroteo con un vehículo blindado que había sido robado por los delincuentes. Según Juan Carlos Blumberg, que aguardaba en otro punto una llamada de los secuestradores, la policía no sólo mostró una ineficiencia absoluta, sino que provocó la reacción de la banda, que en represalia asesinó a Axel de un disparo en la sien después de torturarle. Algunos vecinos de Moreno (oeste de la provincia de Buenos Aires), donde se produjo el crimen, declararon que el joven secuestrado escapó de su cautiverio y fue atrapado inmediatamente por sus perseguidores. Los testigos advirtieron a la comisaría de policía, que hizo caso omiso de las denuncias.
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