El Laboratorio de Usabilidad pone a prueba los nuevos productos tecnológicos
En el banco de pruebas, los consumidores analizan la funcionalidad de los aparatos y su satisfacción - El taller mide la dimensión emocional de los sistemas informáticos - Una empresa puede ahorrarse el 18% de gastos
La prueba del algodón no engaña. La de usabilidad con consumidores tampoco. Les da igual que sea un paraguas, la televisión del futuro o una aplicación de comercio electrónico. Si es fácil de usar puede tener éxito; de lo contrario, el fracaso está asegurado.
En el Laboratorio de Usabilidad de La Salle que dirige Cristina Bustillo, de 35 años, están preparados para probar cualquier cosa. Con las manos como herramientas de trabajo los consumidores elegidos analizan la facilidad de uso de productos, aplicaciones o servicios para mejorar su diseño y funcionalidad antes de que salgan al mercado. "El 95% de los errores se definen con seis o siete personas", dice Bustillo.
Esta disciplina se llama usabilidad y "es la dimensión humana de la tecnología" que nació en la década de 1980. La interacción hombre máquina (IPO) resolvió la crisis del mercado informático mundial que no despegaba porque los ordenadores eran creados por ingenieros y sólo ellos los sabían usar, mediante complejos comandos. La IPO trajo los símbolos que todavía hoy definen la relación de cualquier persona con el PC. Por ejemplo el sobre para la aplicación de correo electrónico o la papelera, el lugar donde se depositan los documentos desechados. "Hoy, la IPO se aplica a cualquier soporte o canal".
'Soulware'
¿Cómo se mide la usabilidad? "Pues si es fácil de aprender y recordar, si es eficaz, eficiente y si la experiencia del consumidor resulta satisfactoria. Se trata de comprobar su funcionalidad y de ver el grado de satisfacción de las personas cuando lo usan. A esto también se le llama dimensión emocional de los sistemas informáticos o soulware".
Con una inversión de 120.000 euros, el laboratorio está preparado para hacer auditorías multisoporte: PC, televisión interactiva, aparatos móviles, consolas, quioscos, realidad virtual, domótica... Sus servicios también incluyen rediseño de sistemas de comunicación interactiva, formación para empresas y alquiler de salas. Además, cuentan con un equipo de expertos multidisciplinar, vinculados al mundo de la empresa y de la investigación que trabajan en proyectos para crear guías de estilo que recojan las características sociales y culturales del Sur de Europa. Como Bustillo, que eligió la usabilidad para su tesis doctoral y que lleva 10 años dando clases sobre ella en este centro académico vinculado a la Universidad Ramon Llull, que incorporó la disciplina en sus planes de estudio hace 10 años.
"Queremos dinamizar esta disciplina y que cuenten con nosotros para participar en todo el proceso de creación. Resulta más económico hacer cambios al principio que cuando ya está terminado el producto. Se trata de que el consumidor defina antes sus necesidades para ahorrar costes y tiempo a las empresas. Con la usabilidad las compañías reducen los gastos totales en un 18%".
Infojobs les ha encargado el análisis de su nueva bolsa de trabajo en red. Más vale esperar un mes que engordar el baúl de los servicios inútiles.
LA SALLE: www.salleurl.edu
La prueba del algodón
Con siete consumidores basta para la prueba del algodón de la usabilidad, que define los principales errores de un producto o servicio. "El consumidor es el que más sabe y debemos aprender de él para mejorar", asegura Cristina Bustillos.
Al consumidor se le escoge por su perfil, el que mejor encaje con el producto que se va a probar. Después firma un contrato de confidencialidad y cobra entre 50 y 60 euros por unos 45 minutos de análisis del producto.
El test se realiza en una sala que reproduce el ambiente de cualquier salón doméstico. Durante ese tiempo, el consumidor estará acompañado de un guionista que le marca el camino: una serie de ejercicios escritos en tarjetas que realizará leyéndolos en voz alta para que el equipo de expertos
pueda anotar sus comentarios. Los expertos (psicólogos, pedagogos, antropólogos, ingenieros, expertos en accesibilidad...) le observan sin que lo sepa desde la habitación contigua y a través de un cristal opaco unidireccional.
Al final, le piden una valoración y le citan para la reunión con los otros consumidores seleccionados, donde exponen las ventajas e inconvenientes del producto analizado. En un mes, el estudio está terminado.
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