Afganistán debate su futuro en Berlín
Delegaciones de 56 países asisten hoy y mañana en Berlín a una nueva conferencia internacional sobre Afganistán. El propósito es hacer un balance de los avances políticos y económicos desde la caída del régimen talibán, en 2001. Estará presidida conjuntamente por el presidente afgano, Hamid Karzai, el enviado especial de la ONU para Afganistán, Lajdar Brahimi, el ministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer, y la encargada japonesa para la reconstrucción de este país, Sadako Ogata. En una muestra del renovado interés de Washington, también anunció su asistencia el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell.
Karzai llegó ayer a la capital alemana con un plan de financiación internacional para los próximos siete años por 27.500 millones de dólares (22.500 millones de euros), pero es dudoso que logre recaudar esta suma. La ministra de Cooperación alemana, Heidemarie Wieczorek-Zeul, consideró "realista" que las delegaciones internacionales concedan un total de 9.000 millones de dólares a lo largo de los próximos tres años. Afganistán ya obtuvo de la comunidad internacional 4.500 millones de dólares entre 2002 y 2004.
"La paz no se puede comprar con dinero, pero sin duda alguna tendremos que financiar la reconstrucción", dijo Fischer a la prensa extranjera acreditada en Berlín. "Queremos recaudar una suma sustancial. Sería una importante señal", agregó. Berlín, que ya en diciembre de 2001 organizó una primera gran conferencia sobre Afganistán, busca formalizar también el creciente consenso político acerca de que no se debe perder de vista lo que sucede en este país.
El pasado domingo, Karzai se vio obligado por motivos de seguridad, entre otros, a aplazar hasta septiembre las elecciones previstas para junio. Entre los países que han anunciado un aumento de su presencia en Afganistán, aparte de EE UU, se encuentra España, que estará representada en Berlín por una delegación encabezada por su embajador en Alemania, José Rodríguez-Spiteri. Durante la conferencia se aprobará también un plan antinarcóticos para luchar contra el cultivo de amapola y la producción de opio y heroína, expandido tras la derrota talibán.
