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Reportaje:TEMPORAL EN MÁLAGA

Un pueblo con barro en las cejas

Los habitantes de Rincón de la Victoria, sepultados en el lodo, achican agua sin parar y denuncian las obras origen del desastre

Los vecinos de Rincón de la Victoria amanecieron ayer con barro en las cejas, agua en los huesos y desesperación en la frente. El lodo sepultó los coches de las calles del centro del pueblo, en muchos garajes el agua llegaba hasta la calle y las casas mostraban restos de lodo a 30 centímetros del suelo. Muchos vecinos, agotados tras dos días de trabajo, achican barro y agua con palas, fregonas. Algunos usan las manos. Cualquier cosa vale. Aún es pronto para evaluar los daños. Es el momento de intentar salvar lo que queda.

El más afectado fue el barrio de los pescadores, de casitas bajas y blancas. Encajonado entre el paseo marítimo y la avenida principal, el barrio se convirtió en un embalse perfecto. El agua superó el domingo el metro de altura en algunas calles.

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"Es un crimen. Es un crimen", repetía sin cesar Francisco Rodríguez, un vecino de 66 años, delante de lo que queda del abovedado del río del cementerio. El río, cuenta Rodríguez, botas de agua y pelo blanco, llevaba poco agua salvo cuando, una vez al año, llovía mucho. Entonces arrastraba cañas y barro hasta el mar. En 2001, el ayuntamiento decidió abovedarlos para que no alterase la circulación ni la vida del pueblo. El fin de semana, reventó el abovedado por segunda vez. La última fue en septiembre de 2001. Todos los vecinos denunciaban a los cauces y al paseo marítimo, más alto que las calles, como culpables. El alcalde les dio la razón.

"Aquello fue terrible, pero lo de esta vez es mucho peor. Llevo toda la mañana sacando barro y aún está la tienda llena", explica Isabel Godoy, propietaria desde hace cinco años del bazar Super 100. Godoy vendía de todo. Desde palas de playa a condones. Y ahora lo tiene todo en la calle. "Ha vendió ya un camión y se ha llevado la mercancía que no valía. Ahora esperamos otro", relata desesperada. Otra de las críticas es la falta de luz, que ayer no había llegado a muchos sitios.

La calle de la tienda, la avenida del Mediterráneo, era ayer un colosal paseo lleno de barro, que en algunas partes superaba los 30 centímetros, si un incauto hundía el pie allí, necesitaba ayuda para sacarlo. Los coches estaban sepultados. Grúas de toda Málaga trabajaban sin descanso para levarlos, ya inservibles, a las explanadas del pueblo. Un policía municipal aseguraba a las 17.00 que a esa hora habían sacado, y sólo de esa calle, más de 300 vehículos llenos de barro y agua. David Goris trabaja en la empresa de grúas de su padre y no paró en todo el día. "Nos llamó la policía el domingo por la noche pidiendo ayuda. Pusimos todas las grúas a su disposición. Llevo 24 horas sacando coches. Paré dos horas para dormir. Algunos dueños intentan arrancarlos cuando los ven en el depósito. No saben que ya no sirven para nada", explica en su grúa. Los pedales del vehículo apenas sobresalían del barro. Los que están perdidos son los coches de los garajes. En una decena de garajes, el agua llegaba a la calle.

Antonio Ruiz, pescador retirado, ha perdido su casa, arreglada tras las inundaciones de 2001. "Pusimos todo nuevo, armarios empotrados porque la casa estaba destrozada. La última vez nos dieron dos colchones como ayuda. Veremos esta vez", afirma escéptico mientras piensa en el crédito que está pagando y en el que va a tener que pedir para el nuevo arreglo si no hay ayudas. Rincón de la Victoria no olvidará la tromba de agua.

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