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Reportaje:

'Caballito' se desboca

Se radicaliza el conflicto de la empresa Pferd Rüggerberd de Vitoria tras cinco meses de huelga

Pedro Gorospe

Son ya 152 días de huelga en la empresa Pferd Rüggerberd de Vitoria. De sus 215 trabajadores, 135 siguen sin acudir a las instalaciones. La planta de la multinacional alemana de abrasivos, herramientas de corte y lijado, más conocida como Caballito en la capital alavesa por el anagrama de su imagen de marca, lleva cinco meses en huelga a pesar de que ha invertido unos 36 millones de euros para trasladarse de Betoño a sus nuevas instalaciones del polígono de Jundiz y obtener beneficios ejercicio tras ejercicio. La empresa, atribuye el conflicto a la estrategia de los sindicatos nacionalistas mayoritarios en la firma, ELA y LAB. Los sindicatos lo achacan a la nula voluntad negociadora de una empresa que lleva ya 16 meses sin firmar el convenio, a pesar de "nadar en la abundancia", y a sus deseos de eliminar 25 puestos de trabajo.

El problema es que después de cinco meses de conflicto -con la mediación frustrada del Departamento de Empleo del Gobierno vasco, en el que la empresa no confía, y de la Diputación y el Ayuntamiento de Vitoria, en el que no confían los sindicatos mayoritarios-, el enfrentamiento se ha desbocado y ha llegado a las manos.

Los tres trabajadores detenidos el pasado miércoles y el ertzaina brutalmente agredido es el primer síntoma de que el conflicto está entrando en una fase crítica. El sindicato de la Ertzaintza Erne recordó el viernes a ELA que los policías también son trabajadores, "no monigotes" a los que se puede pegar indiscriminadamente. ELA pidió una investigación por la "brutalidad policial".

Al final, un contencioso sindical, el choque por el convenio en una empresa que va bien, comienza a adquirir dimensiones de problema de orden público. Un miembro del comité de empresa que pertenece a la mayoría sindical subraya que a estas alturas es lamentable que nadie se acuerde de "por qué hemos llegado hasta aquí".

La huelga comenzó el primero de noviembre, ante la negativa de la empresa a negociar el convenio de 2003. Tras el traslado a Jundiz, la dirección propuso congelar los sueldos durante varios años para mantener el empleo y además exigía garantías de paz social con un convenio a seis años. De no aceptarse, la consecuencia sería la eliminación de 25 puestos de trabajo; incluso se habló de 35 en un primer momento. Esa pretensión enfadó al comité de empresa, sobre todo después de en los últimas dos años se redujera la plantilla en unos cien puestos de trabajo por las innovaciones tecnológicas introducidas. Caballito, que lleva 38 años en Vitoria, se puso en pie de guerra, y todo el comité, compuesto por ELA, LAB, UGT, USO, y ESK llamó a la huelga. Cuatro trabajadores han sido despedidos a lo largo del largo conflicto.

Sin embargo, la dirección de la empresa está convencida de que todo esto tiene muy poco que ver con el convenio y mucho con la estrategia negociadora de la mayoría sindical nacionalista. Asegura que la intención de la empresa es quedarse -resalta las inversiones realizadas de 6.000 millones de las antiguas pesetas-, pero advierte se está poniendo en peligro su continuidad en Vitoria y que la producción de la planta puede deslocalizarse fácilmente, porque el 70% de la inversión se ha dedicado a maquinaria. De hecho, durante todo este tiempo, el grupo ha comenzado a llevar parte de la producción a fábricas de Suráfrica y Alemania que habían dejado de cubrir esas líneas.

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Chantaje

Esa amenaza de deslocalización no amilana a la mayoría sindical; sus responsables sostienen que es más un chantaje que una posibilidad real. ELA asegura que el conflicto estaría prácticamente resuelto si la empresa ofrece garantías jurídicas de que no va a reducir esos 25 puestos de trabajo que ahora dice verbalmente que va a mantener. A cambio, pide un convenio de cuatro años para absorber los costes de mantenimiento del empleo.

La garantía de mantener el empleo es para los sindicatos el eje de un eventual acuerdo. Sostienen que un pacto en jornada y salarios es sencillo, siempre que la empresa abandone la tendencia que tiene a establecer los incrementos salariales a través de complementos no consolidables.

Caja de resistencia

Muchos trabajadores en huelga están aguantando gracias a la caja de resistencia de ELA. Este sindicato tiene 79 afiliados y hay casi otros 20 de USO, dos fuerzas sindicales con caja de resistencia que permite a los trabajadores recuperar una parte del dinero que pierden al ejercer su derecho a la huelga. ELA, siguiendo las normas que dicta su propia caja de resistencia, ha ido aumentando progresivamente el dinero que paga a los huelguistas, hasta un total del 80% del salario, a medida que los conflictos se alargan. Además si hay trabajadores que no son de su sindicato y solicitan dinero, les ayudan con entre 200 y 300 euros.

La empresa cree que esa es la principal causa del mantenimiento del conflicto y del deterioro progresivo de las relaciones. Una razón que ligan además al hecho de no considerar al Departamento de Empleo un mediador fiable en el conflicto, por sospechar que altos cargos de la consejería de Joseba Azkarraga (EA) son excesivamente proclives a las tesis de ELA.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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