_
_
_
_
Entrevista:ADNÁN PACHACHI | ENTREVISTA

"Necesitamos ayuda exterior, no podemos mantener la paz y el orden por nosotros mismos"

Ángeles Espinosa

No podemos tener una democracia basada en la religión", afirma rotundo Adnán Pachachi, uno de los cinco políticos iraquíes más valorados por sus compatriotas, según una reciente encuesta. Entre los otros cuatro, el gran ayatolá Alí Sistani, los dirigentes de los dos grandes partidos kurdos y el líder de Al Dawa.

Pachachi es el único sin el respaldo de una formación política arraigada; sin embargo, está convencido de que sus ideas liberales y laicas cuentan con gran predicamento en la sociedad iraquí. A punto de cumplir los 81 años, ha regresado a Irak después de 35 de autoexilio para ayudar a sacar adelante un país destrozado.

"Tenemos que volver a luchar de nuevo para crear un Estado moderno y progresista en este país", manifiesta en una larga entrevista con EL PAÍS en su casa del barrio de Mansur, en Bagdad. Pero antes de contestar a las preguntas se interesa por los atentados de Madrid. "Un horror. Llamé a Ana Palacio para decirle cuánto lo sentía minutos después de las explosiones", hace saber con gesto sentido.

"El mandato de las fuerzas de la coalición está cubierto por la resolución 1.511 del Consejo de Seguridad. Ahí se dice que tienen como misión ayudar a mantener la paz y el orden en Irak"
"Un país como España, que nos es muy cercano, fue bien recibido. Confiamos en que se puede lograr un acuerdo en la ONU"

Pregunta. Acaba de cumplirse un año de la invasión de Irak. ¿Ha merecido la pena? ¿Viven los iraquíes mejor hoy que hace un año?

Respuesta. Intentamos evitar esa guerra. Me uní a otras voces en pedir al régimen de Sadam Husein que renunciara al poder para evitar que Irak entrara en una lucha desigual que obviamente iba a perder. Pero ocurrió, y la guerra no sólo acabó con su derrota, lo que ya se sabía, sino con el completo colapso del Estado. Cuando llegamos, la situación de seguridad era muy precaria. Para mí fue una conmoción: vi un país sin entrañas. Lo primero que pedía la gente era un Gobierno iraquí tan pronto como fuera posible, y, por supuesto, apoyamos esas peticiones.

Pensamos que lo mejor sería convocar una conferencia nacional para elegir a ese Gobierno, pero el Consejo de Seguridad decidió considerar a la fuerza multinacional, principalmente Estados Unidos y el Reino Unido, como una fuerza ocupante, por lo que entraron en vigor las provisiones de la ley internacional, las convenciones de Ginebra y de La Haya. Siempre he mantenido que la ocupación no priva de ninguna forma a Irak de su soberanía. Después de largas negociaciones, la ONU intervino a través de nuestro muy querido Sergio Vieira de Mello, y se llegó al acuerdo de establecer el Consejo de Gobierno como una Administración provisional según la resolución 1.483.

Desde el principio defendí que el Consejo de Gobierno podía ser considerado un Gobierno provisional, y si su representatividad se cuestionaba podía ser ampliado, pero Estados Unidos insistía en que debíamos tener un Gobierno elegido bajo una Constitución. Hasta que de repente todo cambió. Washington decidió aceptar nuestro punto de vista y entregar el poder y la soberanía antes de que hubiera un Gobierno elegido, y firmamos el acuerdo del 15 de noviembre, que fijó un calendario con varias etapas. Ya hemos redactado la ley fundamental, de la que estamos muy satisfechos. Ahora tenemos que preparar elecciones antes del 31 de enero de 2005 para la Asamblea Nacional, que actuará como cuerpo legislativo y como Asamblea constituyente, y definir un Gobierno para ese corto periodo transitorio entre el 30 de junio y el 31 de enero. Nos acabamos de poner manos a la obra.

P. ¿Cuentan con la ONU para ello?

R. Naciones Unidas tendrá un papel muy importante. Nos ayudará a redactar la ley electoral, la ley de partidos políticos, el establecimiento de una autoridad judicial para asegurar la honestidad e integridad de las elecciones. También tienen que ayudarnos a elaborar el censo electoral. Con su implicación esperamos tener unas elecciones reconocidas internacionalmente, libres y creíbles, que sean un pilar en la historia de esta región. Por primera vez, Irak tendrá unas elecciones honestas de verdad. Es muy importante para nosotros.

P. Me ha hablado del proceso político, pero en la calle, en el día a día, ¿cuál es la situación?

R. En la vida cotidiana, lo más importante es la seguridad, y ésta tiene dos aspectos. Por un lado, los problemas no relacionados con la política -los robos, los asaltos, etcétera- han descendido. Los otros crímenes, los que podríamos llamar políticos, son de dos tipos: actos de venganza individuales contra las tropas de Estados Unidos, o de la coalición en general, que están motivados por ofensas cometidas por los soldados, y los que, en mi opinión, cometen fuerzas extranjeras, en especial extremistas islámicos, como los que han actuado en Madrid, que quieren desestabilizar el país, hacerlo ingobernable porque están en guerra permanente, guerra santa la llaman, contra Occidente, y en particular contra Estados Unidos. Por eso encuentran numerosos voluntarios para el martirio. Nosotros los llamamos terroristas, por supuesto. Para combatirlos necesitamos aumentar la capacidad de las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes. Pero es un hecho que vamos a necesitar ayuda exterior durante algún tiempo. Esperamos ver un descenso del terrorismo.

La mejora más destacada es la situación económica de Irak. Ésta también ayudará a reducir el nivel de violencia. Estamos trabajando en ello, y considero que los éxitos en el frente político van a contribuir. Así que tenemos que movernos en varios frentes. Acelerar el proceso político, mejorar los servicios públicos -agua, electricidad, etcétera- y también la seguridad. Todas estas cosas no tienen un efecto inmediato, pero con el tiempo tendrán un efecto acumulativo.

P. Ha mencionado la necesidad de ayuda exterior para mantener la seguridad. La extensión del mandato de las fuerzas de la coalición es una de las decisiones más delicadas que debe adoptar, bien el Consejo de Gobierno, bien el futuro Gobierno provisional...

R. Está cubierto por la resolución 1.511 del Consejo de Seguridad. En ella se dice que la fuerza multinacional, a la que se pide que contribuyan los Estados miembros, tiene como misión ayudar a mantener la paz y el orden en Irak.

P. ¿También después del 30 de junio?

R. Por supuesto. Hasta que haya un Gobierno constitucionalmente elegido. También dice que, antes o después de esa fecha, el Consejo de Seguridad puede emitir otra resolución si el Gobierno iraquí así lo desea.

P. Así que no se necesita un nuevo acuerdo de seguridad hasta que haya un Gobierno elegido constitucionalmente; es decir, hasta enero de 2005...

R. No, hasta enero de 2006, porque lo que se elegirá de aquí a enero del año que viene será la Asamblea Nacional transitoria que redactará la Constitución.

P. Sin embargo, hay muchas voces que piden una nueva resolución para amparar la presencia de las tropas extranjeras después de que Irak recupere su soberanía...

R. En mi opinión, ya existe esa resolución.

P. ¿Qué opina del anuncio del presidente electo del Gobierno español de retirar sus tropas si no hay una nueva resolución?

R. Entendemos su punto de vista porque somos conscientes de que la mayoría de los españoles no era partidaria de la implicación de España en esta guerra. A la vez, necesitamos ayuda exterior. No somos capaces de mantener la paz y el orden público por nosotros mismos. Y por supuesto, un país como España, que nos es muy cercano, fue bien recibido. Esperamos que se pueda lograr un acuerdo en el que la ONU desempeñe un cometido importante. Confiamos en que el Consejo de Seguridad adopte una resolución antes del 30 de junio en la que se establezcan con mayor claridad y detalle las funciones de la fuerza multinacional, de la que, por cierto, las fuerzas iraquíes van a ser una parte significativa.

P. Hay un aspecto de la seguridad más preocupante: la proliferación de milicias asociadas a grupos políticos o religiosos. Sus responsables defienden que colaboran en el mantenimiento del orden público.

R. Tal vez fuera así al principio; pero, de acuerdo con la ley que acabamos de aprobar, las milicias o los ejércitos privados no tienen cabida en este país. Tienen que disolverse o integrarse en las fuerzas del Gobierno central. Si no, sus miembros recibirán puestos de trabajo en el sector privado.

P. ¿De verdad considera que eso es posible?

R. Llevará tiempo, pero no se puede tener un país con más de un ejército.

P. ¿Y las diferencias sectarias?

R. Desafortunadamente ha habido un resurgimiento de este fenómeno que era casi desconocido con anterioridad. El régimen de Sadam lo instigó, y ahora es un hecho. En lo que a mí y a mis simpatizantes se refiere, estamos en contra de dividir a los iraquíes en sectas, religiones o nacionalidades. O permanecemos como un pueblo en un Estado, o no tendremos éxito como país. Somos un pueblo. Somos un Estado. Se han exagerado las diferencias sectarias. ¿Por qué? Se habla de chiíes y suníes, como si los chiíes fueran un partido político que votara y actuara de la misma forma. No, entre ellos hay de todo: socialistas y capitalistas, comunistas y nacionalistas, religiosos y ateos... La gente está dividida no según su afiliación confesional, sino de acuerdo con sus convicciones políticas. Eso es lo que les define, igual que en España o en cualquier otro lugar. La idea de que todos los chiíes piensan igual y todos los suníes piensan igual no tiene ningún fundamento. Un ejemplo es la posición respecto a la mujer. Algunos chiíes y algunos suníes coinciden en que la mujer no debe tener ningún derecho, y muchos más chiíes y suníes están de acuerdo en que deben tenerlos.

P. Sin embargo, la imagen fuera...

R. Sí, sé que ésa es la imagen fuera, a nuestro pesar. Es debido a los partidos religiosos que esperan ganar poder utilizando la religión como medio. En vez de defender un tipo de sistema de Gobierno, de política económica, de modelo social o de política exterior, dicen que quieren un Estado islámico. Y apelan a la religión sólo para conseguir poder.

P. Entonces, ¿hay bastante pegamento para mantener Irak unido?

R. Estoy convencido de ello. Todos los países tienen diversidad. España es un buen ejemplo. Ustedes tienen una población diversa, lenguas y nacionalidades diferentes. Tienen a los catalanes, a los gallegos, a los vascos... Incluso los andaluces piensan que son diferentes al resto.

P. Pero cada comunidad no tiene una representación proporcional en las instituciones del Estado como es el caso de su Consejo de Gobierno...

R. Es un error, es un error. Eso es lo que tenemos que evitar en el próximo órgano legislativo y en el próximo Gobierno.

P. Tal vez también contribuya a esa imagen exterior el ver cada viernes a miles de iraquíes que acuden a las plegarias de mediodía no sólo a rezar, sino a escuchar verdaderos mítines políticos cargados de contenido sectario.

R. En tiempos de dificultad, de incertidumbre, la gente tiende a volverse hacia la religión. Pienso que la gente está confundida. También es fruto de que las fuerzas democráticas, laicas y liberales de la sociedad iraquí están aún fragmentadas, no se han organizado. Estamos trabajando para reunir a partidos que, a pesar de sus diferencias políticas, tienen una visión común del objetivo: un Estado democrático y laico, en el que las religiones no se mezclan con la política y la gente es elegida en función de sus programas. De lo contrario, no sería una democracia. No se puede tener una democracia basada en ese tipo de posiciones religiosas. Eso no es democracia, es otra cosa.

P. En cualquier caso, hasta Estados Unidos ha realizado cambios en sus planes políticos para Irak ante la presión de los religiosos, concretamente del ayatolá Alí Sistani, la última vez respecto a la celebración de elecciones.

R. No era el único en pedirlas. Todos queríamos elecciones. El problema estaba en saber si podíamos celebrar unos comicios en condiciones antes del 30 de junio. Unas malas elecciones, unas elecciones sin las mínimas condiciones, son peores que no tener elecciones. Por eso decidimos tener unas buenas elecciones, aunque lleve ocho o nueve meses. Al mismo tiempo, no queríamos retrasar el traspaso de soberanía y autoridad. A falta de Gobierno elegido deberían entregarse a un Gobierno representativo, fuera un Consejo de Gobierno ampliado o una conferencia en la que estuvieran representadas todas las ramas de la sociedad iraquí, y que eligiera un Gobierno provisional para esos siete u ocho meses. No es que Sistani quiera elecciones y el resto no.

P. ¿En qué consiste entonces el poder del ayatolá Sistani?

R. Su poder es religioso. Aunque tal vez sea más poderoso que el arzobispo de Toledo...

P. Algunos de los miembros del Consejo de Gobierno visitan a Sistani casi todas las semanas.

R. Sí, sí. Hay partidos religiosos en todas partes. En España y en otros lugares de Europa hay partidos católicos que no cuestionan cualquier cosa que diga el Papa, pero otros lo hacen. Además, no todos los chiíes están en la línea de Sistani.

P. Los hay que siguen a Múqtada al Sáder, que es aún más crítico con la presencia estadounidense y el proceso político. ¿Es sólo un alborotador?

R. Sí. Probablemente si entrara en un Consejo de Gobierno ampliado trabajaría dentro del sistema y se calmaría. Estoy convencido. ¿Le ha entrevistado?

P. Resulta difícil. Como Sistani no recibe a periodistas, él ha adoptado la misma actitud para no ser menos...

R. Al principio, Sistani dijo que los clérigos no debían aceptar cargos políticos. Sin embargo, se ha mostrado muy, muy interesado, por supuesto.

P. Entiendo que el problema no se plantea tanto entre chiíes y suníes como entre quienes desean un Estado laico y quienes propugnan un Estado islámico.

R. Así es. Lo que ocurre es que entre los primeros hay gente de ideas políticas distintas: socialistas, capitalistas, comunistas, nacionalistas, liberales... Toda esa gente desea tener un Estado laico. Aunque tienen diferentes programas políticos y económicos, son conscientes de que es urgente parar esta ola de fundamentalismo religioso.

P. Hay otro punto de fractura: el federalismo. La mayoría de los árabes con los que hablo lo consideran un anatema, y están convencidos de que lo único que quieren los kurdos es la partición de Irak.

R. Desde la fundación del Estado iraquí, los kurdos siempre han sido considerados una nacionalidad distinta de la mayoría árabe. Tenemos dos nacionalidades principales en este país, árabes y kurdos. Los árabes, que somos en torno al 80% de la población, y los kurdos, que se acercan al 20%. Así que reconocemos que son una nacionalidad diferente, aunque también son musulmanes, y muy devotos, por cierto. Personalmente, siempre he defendido que deben tener derecho a la autodeterminación. Estoy convencido de que les gustaría separarse y tener un país independiente, pero saben que no pueden establecer un Estado viable y que no pueden hacer frente a las presiones externas. Algunos países de la zona no tolerarían la creación de ese Estado. Así que van a permanecer dentro de Irak por su propia seguridad.

En cuanto a quienes dicen que es una separación, que a quien no quiere ser parte del país no se le puede mantener dentro por la fuerza. Hay que encontrar una fórmula en la que los kurdos se sientan seguros dentro de Irak y nosotros también nos sintamos cómodos. Después de casi 13 años de total independencia, no podemos esperar que renuncien a todo. ¿Por qué habrían de hacerlo? Al contrario, la experiencia de las zonas kurdas puede servir de ejemplo para otras provincias.

P. Después de vivir fuera de su país durante 35 años, ¿qué fue lo que más le impresionó a su regreso?

R. Fue un mazazo. Estaba contento de regresar y al mismo tiempo muy angustiado al ver lo que había pasado en este país. Pensé en el resquebrajamiento del Estado, la destrucción, la suciedad, la desorga-nización... Es un lugar triste.

P. Es un lugar diferente al que usted dejó...

R. Por supuesto, la ciudad ha crecido mucho. Cuando me fui, la gente se sentía a salvo, muy segura, había muy poca criminalidad, delitos de poca monta. Ahora la gente tiene miedo. Entonces, las mujeres estaban totalmente liberadas. Apenas se podía ver a ninguna con pañuelo. Tenemos que volver a luchar de nuevo para crear un Estado moderno y progresista en este país.

P. ¿Cómo se imagina Irak dentro de un año?

R. Soy optimista. Miro las cosas de forma global. Pienso que será mejor de lo que es ahora. No puedo creer que esto vaya a empeorar; mejorará. Habrá más seguridad. Pero también se cometerán muchos errores y habrá muchos problemas aún sin resolver, porque se necesita tiempo. También mejorará la situación económica. Los iraquíes estarán más contentos. Ésa es mi esperanza.

P. Entonces, no estamos a las puertas de una guerra civil.

R. No. Nunca hemos tenido una guerra civil en Irak, en la que la gente se matara entre sí. Hemos tenido malos Gobiernos. Hemos tenido Gobiernos que oprimían a la gente, pero gente que luchara entre sí, nunca. Nada como Irlanda del Norte, o Líbano, o Bosnia, o Kosovo..., o España. Ustedes tuvieron una guerra civil feroz.

Adnán Pachachi, en su despacho del Consejo de Gobierno de Irak.
Adnán Pachachi, en su despacho del Consejo de Gobierno de Irak.J. M. S.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_