No nos falles
¡Pero si lo único que pedimos a los políticos es que traten de cambiar el mundo sin cambiar la verdad! Los hay, sin embargo, que no sólo no quieren cambiar nada, sino que encima intentan cambiarnos esa verdad. Es bien chusca la imagen de Zaplana grabando en la sede de la agencia Efe el sábado 13 por la noche, simulando que su discurso se emitía desde La Moncloa. Y luego dicen que no nos han engañado.
A los políticos les pedimos que traten de transformar el mundo, pero no les pedimos que ellos no cambien jamás. Por eso resulta alarmante esa cándida declaración de Zapatero la noche del 14 cuando afirmó que el poder no le va a cambiar. Tiene que cambiarle, desde aquí se lo pedimos, porque cambiar es una tendencia natural del ser humano, y cambiar para bien siempre será deseable. Pero, eso sí, que cambie para mejorar, no queremos otro don Tancredo en el ruedo nacional. ¿Lo hará? En cualquier caso, tenemos confianza en que no se atreverá a cambiarnos la verdad. Pero le va a ser complicado gobernar por la multitud de presiones (Estados Unidos, sector duro del PSOE, grandes grupos económicos y otros poderes fácticos) que recibirá.
"Vamos a más", decía Mariano Rajoy. Y muchos leíamos: "Vamos a mentir más". Si bien la mentira suele ser sencilla, la verdad, en cambio, pocas veces es pura y desde luego nunca simple, su complejidad inventó el laberinto universal. Creemos que sin duda Zapatero tratará de decirnos la verdad, pero no está claro que pueda ajustarse siempre a ella, recordemos cómo Felipe dijo que no entraríamos en la OTAN y entramos.
Del Azor a las Azores. Felipe se subió al Azor, y uno tiene la impresión de que tarde o temprano Zapatero subirá a otro barco y viajará a las Azores, esperemos que de vacaciones. En cualquier caso, se ve venir que se encontrarán fórmulas rocambolescas para que España continúe en Irak, como también se ve venir que para excusarse de nuestra permanencia allí se utilizará un astuto lenguaje que no traicionará la verdad, pero sí a muchos votantes. "No nos falles", son las simples palabras que le decían muchos jóvenes a Zapatero en la noche electoral. Son, por cierto, las mismas que en 2000 le decían a Vicente Fox en México cuando ganó las elecciones. Y Fox les ha fallado. ¿Decepcionará Zapatero a todos esos jóvenes? Sólo sé que la decepción es un sentimiento que no decepciona nunca.
Por otra parte, esa intención de no fallarles a los jóvenes es muy difícil, pues la sostienen dos anhelos contradictorios: una es alcanzar o aproximarse a la perfección como gobernante, ser un hombre maduro, "responsable de sus palabras y de sus actos, preciso y cristalizado en su manera de ser" (que diría Gombrowicz); la otra, tratar de ser joven como los jóvenes que le piden que no les falle y, por tanto, en un gran número de casos, ser imperfecto, ingenuo, inmaduro. El gobernante Zapatero, que aspira a ser maduro, tendrá que convivir con su irresistible inclinación a la inmadurez y su tendencia a satisfacer las peticiones de la juventud y también las demandas de los padres jóvenes o viejos de toda esa juventud. Se moverá Zapatero, pues, entre el horrible Poder y la espantosa inmadurez. Me pregunto si querrá a todos los inmaduros y carcamales por igual. Aún tiene que leer a Montaigne, que decía que no se puede tener más de un amigo de verdad, porque si dos al mismo tiempo te piden socorro, ¿a cuál acudirás? Está claro que la amistad única y principal libera de todo otro deber. ¿Y cuál es o será esa amistad principal de nuestro futuro gobernante? ¿Y cuál su más verdadera verdad? Supongo que el tiempo lo dirá.
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