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ASESINATO DEL JEQUE YASSIN

La indignación y la condena se extienden en los países árabes

Los países árabes y musulmanes respondieron ayer con indignación al asesinato del líder de Hamás, Ahmed Yassin. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, dijo que el asesinato era "una acción brutal que no podía imaginarse, como no pueden imaginarse las posibles repercusiones". Mubarak canceló la participación egipcia de los próximos días en los actos de celebración en Israel del 25º aniversario del tratado de paz egipcio-israelí.

En Jordania, país que junto a Egipto actúa como mediador entre palestinos y israelíes, el rey Abdalá se dijo decepcionado. Y señaló que la muerte "traerá una nueva escalada de violencia e inestabilidad en la región". Desde Irán, país musulmán aunque no árabe, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Hamid Reza Asefi, clasificó el asesinato como "un ejemplo de la barbarie del régimen sionista". Del mismo tono fueron las declaraciones del presidente libanés, Emile Lahud, quien afirmó que "Israel se equivoca si piensa que matando a un símbolo de la resistencia puede matar la causa palestina".

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Tanto Túnez como Turquía manifestaron también su repulsa por el atentado. Un comunicado del Ministerio de Exteriores tunecino afirmaba que las autoridades colonialistas israelíes han perpetrado un crimen "incalificable". Mientras, el ministro de Asuntos Exteriores turco, Abdullah Gul, dijo que su país advertía a Israel que los "ataques selectivos matan inocentes, incluidos niños". La policía de Ankara tomó medidas de seguridad en la Embajada de Israel.

Tres han sido los países petroleros del golfo Pérsico que han manifestado su opinión. El portavoz del Ministerio de Exteriores de Qatar consideró la muerte "una violación de la legalidad internacional". En Bahrein, el Ministerio de Exteriores llamó el mundo a "trabajar hombro con hombro para acabar con las prácticas israelíes". Y el primer ministro kuwaití, jeque Sabah al Ahmed al Sabah, convocó a los Estados responsables de la causa palestina "a actuar". La gente también expresó su opinión y se echó a la calle en Egipto, Yemen e Irak. Como forma de protesta quemaron banderas de Israel y EE UU.

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