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La OTAN hace una demostración de fuerza para evitar otro brote de violencia en Kosovo

El entierro de dos niños albaneses concluye sin incidentes cerca de la dividida ciudad de Mitrovica

Las fuerzas de la OTAN desplegadas en Kosovo (Kfor) hicieron ayer una impresionante demostración de fuerza para evitar que el entierro de dos niños albaneses ahogados la semana pasada en el río Iber, cerca de Mitrovica, desencadenara una nueva oleada de ataques contra la minoría serbia de la provincia. Al entierro, celebrado en la aldea albanokosovar de Cabra, asistieron unas 5.000 personas, en su mayoría hombres, que regresaron a sus casas ordenadamente y sin provocar incidente alguno. Ayer se anunció que durante la Cuarta Conferencia sobre los Balcanes que se celebrará el viernes en Lucerna (Suiza) se examinará el conflicto de Kosovo.

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Tres helicópteros de la Kfor sobrevolaban el valle cuando el cortejo fúnebre, escoltado por tres vehículos blindados de carabinieri, serpenteaba cuesta arriba hacia el pequeño cementerio de la localidad, situado en una colina rodeada de huertas y un bosque de robles. Carros de combate del contingente danés montaban guardia a la entrada de la población, separada por el río y una estrecha carretera de la aldea serbia de Zupce, cuyos vecinos salieron de sus casas para observar el entierro desde la distancia. Policías estadounidenses, jordanos, alemanes, indonesios y franceses, encuadrados en la misión de la ONU, participaron en el despliegue de seguridad, así como fuerzas especiales de la policía de Kosovo.

En el cementerio de Cabra, desde un escenario adornado con fotos de los difuntos y banderas rojas albanesas con el águila bicéfala negra, un coro de niños cantó el himno albanés en homenaje a los muertos. Se leyeron poemas patrióticos y mensajes de condolencia llegados desde otras zonas de Kosovo. El primer ministro de la provincia, Bajram Rexhepi, pronunció un breve discurso sin contenido político y se limitó a expresar su solidaridad a las familias de los niños.

La muerte de los niños fue la chispa que encendió la indignación de la mayoría albanesa de Kosovo y desencadenó los peores actos de violencia interétnica vistos en los Balcanes desde los años noventa. Según el relato hecho en televisión por otro niño que acompañaba a los pequeños muertos, de 11 y 12 años, éstos se vieron obligados a tirarse al río Iber cuando eran perseguidos por un hombre serbio con un perro. El cuerpo de un tercer niño ahogado, de ocho años, aún no ha sido hallado y el incidente está pendiente de investigación por la policía, que no ha efectuado detención alguna.

"Todo ha sido culpa de los serbios", asegura Aziz Ferizi, un obrero de 36 años que asiste al entierro con un grupo de amigos desde Mitrovica. "Los niños no tuvieron más remedio que tirarse al río". Ferizi justifica los ataques contra los serbios, que causaron al menos 28 muertos y obligaron a abandonar sus casas a 3.600 personas. "Todo fue por los serbios, están siempre matándonos y tenemos derecho a defendernos". A la pregunta de si albaneses y serbios podrán algún día vivir en paz en Kosovo, Ferizi responde: "Va a ser muy difícil. Para mí, la única solución será la independencia de Kosovo, pero la ONU no ha hecho nada en los últimos cinco años".

Cabra, destruida por los serbios durante el conflicto de Kosovo (1997-1999), ha sido reconstruida con financiación internacional. La blancura de las paredes y los tejados relucientes de sus casas contrastaban ayer con los viejos edificios de la vecina aldea serbia, que no sufrió daños aparentes durante aquel conflicto ni durante los incidentes pasados.

Calma en Mitrovica

La Kfor, que ha sido objeto de numerosas críticas por la lentitud con que reaccionó a los disturbios -y que ahora ha incrementado sus efectivos en 2.000 sobre los 18.500 ya existentes-, quiso asegurarse ayer de que nada similar ocurriría. La carretera que comunica Pristina con Mitrovica estuvo vigilada todo el día por soldados noruegos, estadounidenses y franceses, que registraban vehículos y ocupantes en busca de armas. Desde la carretera podían verse todavía los destrozos causados por radicales albaneses en las zonas habitadas por serbios. En el centro de Obilic, una iglesia ortodoxa seguía en pie, aunque con todo su interior ennegrecido por las llamas. Enfrente, un edificio de pisos de tres alturas también mostraba huellas de la ferocidad de los ataques.

La dividida Mitrovica se encontraba ayer por la tarde en calma, como un domingo cualquiera, igual que Pristina. La ONU, los responsables de Kfor y la mayoría de los habitantes de Kosovo esperan que todo vuelva esta semana a la normalidad en la provincia. "El entierro ha sido pacífico y creo que los incidentes, por ahora, se han acabado", declaraba Muhamedin Hetemi, un ingeniero de minas albanés residente en Mitrovica. "Pero todo esto se puede repetir si la ONU no toma una decisión rápida sobre el estatus definitivo de Kosovo o si finalmente opta por una división de Kosovo entre serbios y albaneses". Hetemi, de 42 años, que en 1999 tuvo que huir a pie de Mitrovica con su mujer y tres hijos para refugiarse en Albania y que sufrió la quema de su vivienda en 2001, cree que aún es posible que serbios y albaneses vivan juntos en un Kosovo independiente, "si la ONU hace las cosas bien". Hetemi cree que no todos los albaneses apoyan los recientes actos de limpieza étnica contra los serbios. "A nosotros nos lo hicieron y creo que no es razón para que nosotros hagamos lo mismo".

Soldados estadounidenses registran a los automovilistas en la carretera que une las ciudades kosovares de Pristina y Mitrovica.
Soldados estadounidenses registran a los automovilistas en la carretera que une las ciudades kosovares de Pristina y Mitrovica.REUTERS

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