Los investigadores identifican al español detenido en Asturias por los ataques del 11-M
José Emilio Suárez Trashorras, ex minero, facilitó presuntamente la goma 2 a los asesinos
José Emilio Suárez Trashorras, avilesino, de unos 30 años de edad, casado y sin hijos, minero retirado y en la actualidad socio con un cuñado en un negocio de compraventa de coches, es el asturiano detenido por haber facilitado presuntamente parte o la totalidad de los 110 kilos de dinamita, de la marca Eco, utilizada por los integristas islámicos en la masacre del día 11 en Madrid. Suárez tiene antecedentes policiales por tráfico de drogas y ya había sido investigado con anterioridad por su presunta implicación en el comercio ilegal de Goma 2.
El detenido, que trabajó en una mina o en una cantera de Asturias hasta que hace unos cinco años se le diagnosticó una incapacidad laboral, es sospechoso de haber facilitado los explosivos y los detonadores a varios ciudadanos marroquíes implicados presuntamente en los atentados del 11-M, aunque se cree que desconocía el uso final de los mismos y que no formaba parte de la trama. Los presuntos autores de los atentados le habrían explicado que la Goma 2 sería utilizada con fines mineros en explotaciones de Marruecos.
La investigación trata de determinar ahora si en el robo de la dinamita pudieron colaborar otras personas actualmente vinculadas a la explotación o explotaciones de la que se sustrajo el material explosivo o si el avilesino, desvinculado de la actividad minera desde hace un lustro, pudo recibir información de algún ex compañero de trabajo sobre las actuales medidas de seguridad del polvorín o polvorines de los que se retiraron las cargas y los detonadores. El detenido sostiene, según fuentes de la investigación, que no participó en el robo, y que se limitó a explicar la facilidad con que se podía conseguir los explosivos por las escasas medidas de vigilancia y control en algunas empresas.
Una de las líneas de investigación apunta a la posibilidad de que alguno de los ciudadanos magrebíes detenidos por los atentados hubiese tenido referencias de Suárez Trashorras con anterioridad al encuentro que sostuvieron por vez primera con él en un bar de Lavapiés (Madrid), y que posteriormente repitieron en otro establecimiento de Avilés. Según esta línea de trabajo, un marroquí, que pudo haber estado recluido en la prisión de Villabona (Asturias), cerca de Avilés, podría haber sabido en prisión por una tercera persona que el avilesino conocía la forma de conseguir explosivos utilizados habitualmente en la minería de carbón.
Suárez, jubilado prematuramente de la actividad minera por una incapacidad laboral, y al que se le atribuye un carácter con reacciones violentas, padece un trastorno de la personalidad, según el diario La Nueva España, que se remite a un informe que obra en poder de la fiscalía. Según el periódico El Comercio fue absuelto en un juicio de faltas y en otro de lesiones. En el último de ellos, según La Nueva España, el caso fue sobreseído a principios de este mes después de que la víctima de una paliza asegurase que no recordaba nada.
El detenido reside en el centro de Avilés y con anterioridad había sido vecino del barrio de Versalles, donde continúan viviendo sus padres. El negocio con su cuñado está domiciliado en el vecino municipio de Castrillón.
La detención de Suárez Trashorras se produjo en una localidad no precisada de Asturias -posiblemente Oviedo-, pero no en Avilés como se habría barajado en un primer momento. Aunque no se ha confirmado ni desmentido oficialmente -fuerzas de seguridad, Delegación de Gobierno y otras fuentes mantienen absoluto mutismo sobre la operación-, se cree que el avilesino se entregó voluntariamente días después de que trascendieran las primeras detenciones practicadas en Madrid.
Sorpresa por la detención
Personas conocedoras de la personalidad de Suárez Trashorras expresaron su sorpresa por su vinculación con el caso y, aunque algunas no descartan que pudiera estar implicado en algún tipo de tráfico ilegal, ninguna parece conceder crédito a su hipotética participación en grupo terrorista alguno. Los vecinos de la casa que ocupaba en Avilés aseguraron que apenas le trataban. Su madre, abordada por el diario La Nueva España, aseguró sollozando que no era posible que su hijo hubiese facilitado el arma mortífera de la masacre.
La localización del centro de trabajo del que se sustrajo el material explosivo es ahora uno de los objetivos capitales de la investigación. Las empresas mineras están obligadas a extremar el control sobre sus polvorines y cualquier desaparición de dinamita debe ser denunciada de inmediato a las autoridades. La Guardia Civil tiene la competencia en esta materia. No se tiene noticia de que recientemente se haya denunciado la desaparición de explosivos en minas o canteras asturianas.
La dinamita la manejan en las galerías de carbón los llamados mineros artilleros, experimentados en su uso. No es difícil sustraer pequeñas cantidades, aunque su robo está fuertemente castigado. Los expertos en minería consultados dudan que los 110 kilos de goma 2 utilizados el 11-M hayan podido ser sacados de una única explotación sin ser advertido, máxime cuando el material explosivo recuperado por la policía se fabricó hace apenas un mes.
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