_
_
_
_
_
OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Gracias al tanatorio de la M-30

Mi madre murió el 13 de Marzo; se nos murió a mi padre y a mí, entre los brazos, mientras la aseábamos. Murió dos días después de que la insensata locura de unos pocos matara y mutilara a cientos de personas en un tren igual al que yo también utilizo todos los días.

No, mi madre no murió a causa de esos asesinos disparates; murió después de meses de una lúcida y terrible agonía derivada de su enfermedad.

Los medios de comunicación y los ciudadanos hemos hablado mucho en estos días -con absoluta justicia- de la sacrificada acción de cuantos han intervenido en intentar paliar los efectos de la catástrofe inducida del 11 de Marzo de 2004. De personal de los servicios de emergencia, del de Renfe, de bomberos, de miembros de las Fuerzas de Seguridad, de conductores de ambulancia, de taxistas que ayudaron a evacuar heridos, de médicos en activo y jubilados, de enfermeros y enfermeras, de celadores, de psicólogos, de traductores para los extranjeros, de los madrileños que colapsaron los servicios de donación de sangre, de quienes acudieron a manifestarse en todas las ciudades y pueblos de España. De todos los que hemos sentido como propia una tragedia que nunca debió suceder.

Pero yo quiero darle las gracias a una persona -que estoy seguro que representa a un colectivo de los que no salieron en los medios de comunicación-. Hablo del personal administrativo del Tanatorio de la M-30.

Cuando hablé con la persona que me indicaron para tramitar lo relacionado con el velatorio e inhumación de mi madre, me atendió una funcionaria con una delicadeza que era difícil de entender sabiendo lo que probablemente ella habría pasado en los dos días anteriores. Con decenas de fallecidos en ese tanatorio; seguramente con cientos de familiares alrededor. Casi seguro con muy pocas horas de sueño en el cuerpo. Seguro que con una sobrecarga laboral que puede no haberse compensado económicamente con justicia.

Aparte de su amabilidad, estoy convencido que se hizo cargo que mi madre había fallecido solo dos horas antes, y que mi lucidez no estaba precisamente en su mejor momento. No sabe como me ayudó...

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_