LOLA DURÁN SANTIAGO / Solidaria y devota del Cristo de Medinaceli
A Lola Durán Santiago, administrativa de 34 años, no le gustaba su nombre. Llamarse Dolores no cuadraba con su carácter. La pequeña ponía firmes a sus cinco hermanos mayores. "Era distinta, más decidida, más suelta que nosotros. Cuando teníamos un problema se lo contábamos a ella. Era muy protectora", relatan Eva y Fátima Durán.
Lola no soportaba las injusticias: igual escribía una carta de reclamación por un metrobús defectuoso de Fátima que dejaba un trabajo mal pagado sin tener otro a la vista. "Exigía sus derechos y era muy solidaria. Había amadrinado a una niña india, donaba sangre...". Hace algo más de dos años logró quedarse embarazada. Mucho había rogado ante Jesús de Medinaceli. Cuando nació Alonso, un bebé gordezuelo que ha cumplido 15 meses, lo llevó ante el Cristo de su devoción.
Cada día, Lola dejaba a Alonso en la guardería de Vallecas y tomaba el tren. A las ocho entraba a trabajar en la sede de seguros Reale, cercana a Callao. Estaba contenta de haber logrado que se prohibiera fumar en una oficina ahora "sin alma", según sus compañeros. A las 10.30 telefoneaba a su madre, Antonia, para contarle las novedades del niño. Salía a las tres, recogía al crío y a casa, donde acababa el día junto a su marido, Fernando. El puente de San José pensaban ir a Benidorm: la playa sentaría bien al bebé. Y en verano, con los primos, para que crecieran juntos.Lola, la única madrileña de una familia que emigró desde Zafra (Badajoz) a Carabanchel, era muy habladora. "Si no la escuchabas mirándola a los ojos, se enfadaba". Su silencio golpea a esta familia "apegada". Más adelante le harán una misa en Jesús de Medinaceli. Mientras, Fátima se ha puesto el anillo naranja de Lola y le escribe todas las noches.
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