Damià Llopis: "La tecnología ayuda a democratizar la música"
Licenciado en Pedagogía Musical e Informática, el fundador de Pro-Art buscó métodos alternativos para la enseñanza del piano "por sufrimiento propio"
¿Por qué casi nadie se plantea a los 40 aprender a tocar el piano? Según Damià Llopis porque tenemos una idea elitista de la música: estamos convencidos de que aprender piano exige grandes sacrificios y mucho talento. Sin embargo, en Pro-Art, una academia de música en Palma de Mallorca, asisten a clase más de 600 personas entre los 3 y los 70 años y en opinión de Llopis, se divierten y aprenden.
Damià Llopis (Palma de Mallorca, 1960) es pianista, licenciado por la California State University en Pedagogía Musical, master y doctor en Informática por la University of Manchester. Es el creador de Pro-Art. Todos los años se presentan unos 200 alumnos al examen del Trinity College de Londres y aprueban más del 90%, lo que, según Llopis, demuestra que no hace falta tener un "gen especial" para tocar el piano. Se dedicó a la enseñanza de la música "por sufrimiento propio" y defiende que las nuevas tecnologías ayudan a su democratización.
En Pro-Art, además de 70 pianos digitales, hay 25 ordenadores entre Macs y PC y una larga lista de módulos de sonido, sintetizadores, software y equipos de hardware para enseñar y hacer investigación y desarrollo. La escuela cuenta con programadores, ilustradores y compositores que adaptan partituras, diseñan herramientas de aprendizaje y crean metodologías para cada tipo de estudiante.
Pianos de colores
"La tecnología permite crear material de una forma rápida y muy variada -señala Llopis-, y evita los altísimos costes y la falta de flexibilidad de los materiales tradicionales". También utilizan software y hardware diseñado para la producción profesional, "ya que estos entornos fomentan la creatividad y divierten a los alumnos". Por ejemplo, el software que se utiliza en escenarios para disparar eventos como secuencias, luz, etcétera se emplea para esconder bajo las teclas de los pianos electrónicos fragmentos de canciones y construir puzzles auditivos.
En las aulas para niños, los pianos están pintados de colores y se disponen de siete en siete, ya que las clases son en grupo. Hay también siete ordenadores conectados en red. Llopis ha desarrollado un método de enseñanza para niños de 3 a 6 años, tanto en formato analógico como en formato digital. Los niños escriben partituras basadas en un sistema interválico: montañas altas y bajas para definir los intervalos, leones y pájaros para señalar la mano con la que se va a tocar, pegatinas con los valores de las notas... Una vez escrita la composición, el software busca entre más de 150 canciones escritas en la escuela las que puedan corresponder a las características de la composición, y el niño toca su partitura acompañado por dichas canciones. El profesor puede añadir acompañamientos, o adaptarla para que la interprete todo el grupo, como si fuera una pequeña orquesta.
En la tesis doctoral que acaba de leer Damià Llopis, se comparaba el aprendizaje de niños de estas edades utilizando el libro o el software, y la conclusión es que las nuevas tecnologías aceleran el aprendizaje. Motivan más, tienen ventajas sobre los métodos tradicionales (por ejemplo, la mecánica del lenguaje se aprende más deprisa, los conceptos se entienden mejor...) y se valora más el papel del profesor.
Llopis tiene muchos proyectos. De momento, trabaja en un software para adultos: "Los adultos son muy responsables con sus deberes, así que estamos desarrollando un software para practicar en casa, con un sistema donde está sincronizada una grabación en vídeo con la partitura; así podrían tener un modelo y estudiar las posiciones de las manos y dedos, cambiar la velocidad, etcétera". Otra asignatura pendiente es el diseño de cursos para formar a profesores que extiendan el "virus" de la música. Llopis también está interesado en hacer que la enseñanza de la música llegue hasta personas discapacitadas: "La tecnología permitiría crear nuevos instrumentos en donde los sonidos se producen con aquellas partes del cuerpo que pueda movilizar. Entonces sí se cumpliría el objetivo de Pro-Art: hacer que la música esté al alcance de todos, independientemente de la edad o del talento".
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