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MATANZA EN MADRID | Duelo en Marruecos

El dolor cruza el Estrecho

El Gobierno marroquí se vuelca en un homenaje organizado por la Embajada española

"Es peligroso establecer un vínculo entre terrorismo y religión", advirtió la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, ante los principales dignatarios marroquíes, muchos de los cuales pisaban por primera vez el suelo de una iglesia, el de la catedral de Rabat, donde se habían congregado para rendir homenaje a las víctimas de los atentados del jueves en Madrid. "Con algunos meses de diferencia, Marruecos y España han sido golpeados", recordó la ministra. Por eso "al terrorismo le venceremos juntos", concluyó.

La embajada de España en Rabat quiso organizar un acto en memoria de las víctimas del 11 de marzo, tres de las cuales son marroquíes. Rápidamente las autoridades se sumaron y en el templo atiborrado se apretujaban ayer el primer ministro, Driss Jettu, y buena parte de su Gobierno, cuatro consejeros reales, los jefes de las fuerzas armadas, varios dignatarios religiosos musulmanes y el gran rabino de Casablanca, entre otros.

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Los responsables marroquíes quisieron dar un gran relieve a la ceremonia. La primera cadena de la televisión pública la retransmitió en directo, y ministros y políticos se prestaban a la salida a hacer declaraciones en las escalinatas de la catedral resaltando su dolor por la tragedia de Madrid y recalcando la disposición de Marruecos a ayudar a España en la lucha antiterrorista.

"Gracias por estar aquí acompañando a nuestros hermanos y hermanas españoles aún bajo el choque", afirmó de entrada el arzobispo de Rabat, el francés Vincent Landel, quien actuó como maestro de ceremonias y fue dando la palabra a los demás sacerdotes que intervinieron leyendo oraciones, en español y en francés, y recordando las palabras del papa Juan Pablo II.

La última en tomar la palabra fue Ana Palacio. "Viajábamos todos en ese tren golpeado por el odio", afirmó la ministra. "El atentado de Madrid no distinguió entre nacionalidades", añadió antes de lanzar un mensaje apaciguador al Gobierno marroquí, dándole a entender que se tratará de evitar a toda costa cualquier reacción xenófoba contra sus inmigrantes en España. El portavoz del Ejecutivo marroquí había expresado ese temor en algunas declaraciones.

Poco después de los atentados del 11-S, un consejero del rey Mohamed VI, André Azulay, organizó en la catedral de Rabat una ceremonia, con participación de representantes de las tres religiones, dedicada a la memoria de las víctimas de Washington y Nueva York. Azulay eligió el templo católico porque difícilmente podía haberlo convocado en una mezquita, vetadas en Marruecos a los no musulmanes. El Gobierno marroquí, prácticamente en pleno, también estuvo presente.

Aquella iniciativa suscitó, sin embargo, agrias críticas por parte de los islamistas, incluso de los más moderados, que lamentaron que al consejero real no se le hubiese ocurrido organizar ceremonias similares para las víctimas palestinas de la Intifada y sólo lo hiciese cuando los muertos son norteamericanos. "Esta vez no creo que nadie nos vaya a reprochar el haber estado aquí", afirmó un alto funcionario marroquí.

Al margen de los numerosos telegramas de pésame, empezando por los del monarca, remitidos a las autoridades españolas, los responsables marroquíes han querido mostrar su solidaridad organizando sentadas ante los consulados de España o los Institutos Cervantes de Rabat y Tánger.

El primer ministro marroquí, Driss Jettu, saluda a la ministra española en funciones de Exteriores, Ana Palacio, tras la ceremonia ecuménica.
El primer ministro marroquí, Driss Jettu, saluda a la ministra española en funciones de Exteriores, Ana Palacio, tras la ceremonia ecuménica.ASSOCIATED PRESS

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