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Reportaje:MATANZA EN MADRID | Las claves de la investigación

Jamal, un hombre amable y sonriente

Incredulidad entre los vecinos de Zougam

F. Javier Barroso

Los comerciantes y vecinos de la zona de Lavapiés no tienen dudas: el hombre que aparece en las fotos captadas por EL PAÍS en la madrugada del pasado domingo es Jamal Zougam, uno de los marroquíes detenidos por su presunta implicación en la matanza del 11-M. Zougam fue trasladado por la policía al locutorio del número 17 de la calle de Tribulete, en el barrio de Lavapiés, para proceder a un registro del local.

Los vecinos del barrio siguen teniendo dudas de que ese hombre, pese a verlo esposado y custodiado por agentes de paisano, sea quien la policía dice que es. "Es una persona muy amable que siempre te saludaba y te sonreía. Jamás pude imaginar que le detuvieran por su relación con los atentados", explica la dependienta de una panadería contigua al locutorio Nuevo Siglo. Este local lleva abierto unos tres años y es de los más concurridos de la zona baja de Lavapiés, una zona poblada de inmigrantes.

El sospechoso y su familia viven en el barrio obrero de Ascao
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Los dueños de una frutería cercana, que todavía no salen de su asombro, declaran: "Es muy majo y no se metía con nadie".

Zougam ya fue investigado en 2001 por el juez Baltasar Garzón por su supuesta relación con los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. Fue puesto en libertad sin cargos. En aquel entonces, le fueron halladas anotaciones de teléfonos de presuntos miembros de la organización terrorista Al Qaeda, un vídeo en el que aparecían Abdelazzi y Salaheddine Benyaich. Estos estaban supuestamente relacionados con la masacre de Casablanca (16 de mayo de 2003).

Zougam vivía con su familia en el número 14 de la calle del Sequillo, cerca de la Hermanos García Noblejas, en el barrio obrero de Ascao. Allí residían hasta unos meses su madre, sus dos hermanas y el propio Jamal. "Una de las hermanas se marchó hace tiempo porque se casó. Recientemente ha tenido un bebé y venía algo más por aquí", dice uno de los convecinos.

La vivienda de Zougam permanecía ayer cerrada a cal y canto. Las ventanas de las habitaciones dan a un pequeño parque situado en un espacio entre dos bloques de pisos. Gruesas rejas de color blanco y las persianas bajadas protegen el interior del piso bajo B de las miradas de los curiosos y extraños. Los vecinos han perdido la pista de esta familia desde hace varios días. Algunos aseguran que la madre estuvo el pasado sábado recogiendo algunos objetos personales tras la detención de su hijo. Otros vecinos, por el contrario, prefieren callar. El miedo se les nota en la cara. Y muchos se sienten agobiados. Además, aseguran que la policía les ha pedido que no hablen con nadie del asunto. "¿Qué culpa tenemos nosotros de que hayan hecho una desgracia tan grande y encima que vivan aquí?", protestaba una residente.

"Todos eran muy majos. Las hermanas, al igual que Jamal, no parecían árabes. Tienen la piel muy clara, no como la mayoría de los magrebíes. Ellas son especialmente guapas. Los hijos vestían normal. La única que iba diferente era la madre, que siempre llevaba puesto el pañuelo en la cabeza", explica un vecino.

Nadie habla mal de la familia Zougam. Sólo recuerdan aspectos positivos en los 15 años que llevan residiendo en la vivienda. "Cuando fueron secretarios y presidentes de la comunidad, lo hicieron bien. Cobraban los recibos e ingresaban el importe en el banco sin que jamás faltara nada", añade otro vecino.

En lo que sí coinciden es en que los Zougam tenían escasa relación con el resto de vecinos. "Jamal nos dijo que acababa de abrir una tienda de telefonía en Lavapiés. Nunca pudimos pensar que algún día fuese a ser sospechoso de una matanza", añade otro vecino.

Jamal Zougam, al fondo, dentro del locutorio de Lavapiés. En el centro, camina escoltado por policías. En la tercera foto, con la cabeza cubierta con su cazadora.
Jamal Zougam, al fondo, dentro del locutorio de Lavapiés. En el centro, camina escoltado por policías. En la tercera foto, con la cabeza cubierta con su cazadora.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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