Ruido en Gran Vía

Pero qué iluso de mí. Cuando pensé que había vuelto la cordura a nuestros gobernantes al leer que los fines de semana comerciales el Ayuntamiento había decidido cerrar la Gran Vía para disfrute de los ciudadanos, eliminando con ello el molesto ruido e incordio de los coches... De repente floreció una vena ecológica, no se sabe cómo, de lo más profundo del ser de los políticos. Algo así como un antes y un después, como si de repente pasáramos de la Edad Media al Renacimiento, en definitiva algo increíble.

Efectivamente así fue, y la decepción de nuevo se cernió sobre los ciudadanos tan castigados por la falta de conciencia ecológica y por la falta de independencia de nuestros gobernantes, pues pienso que no habría que votarles a ellos sino a los comerciantes y empresarios que a fin de cuentas parece que son los que mandan. Una vez más, asistimos sin sorpresa a una nueva barbaridad: ahora la Gran Vía se convierte en un rockódromo durante estos fines de semana.

Qué maravillosa idea, sustituir el ruido de los coches por el ruido de los cientos de decibelios de los grupos musicales que allí se dan cita. Los vecinos, los ciudadanos del centro agradecemos tan grande sensibilidad, por identificar respeto medioambiental, fiesta y actividad lúdica con el ruido.