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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El modelo económico

Durante el largo periodo de crecimiento iniciado en 1994 en España se han creado 4,3 millones de empleos y 500.000 empresas. Ello ha permitido rebajar la tasa de paro desde el 22,2% hasta el 11,2%. Al mismo tiempo, la inflación ha descendido a la mitad, hasta el 2,3%, y el déficit público, que se había instalado por encima del 6% del producto interior bruto, se ha convertido formalmente en un superávit del 0,6%.Nadie puede discutir, por tanto, que los años de gobierno del PP han sido buenos desde el punto de vista económico. La cuestión que se plantea es si ese crecimiento con equilibrio puede mantenerse.

Durante la última década, la economía española ha contado con dos poderosos estímulos: una rebaja sin precedentes de los tipos interés, de más de siete puntos, que ha supuesto un bálsamo tanto para las cuentas públicas como para las empresas, y ha disparado el consumo de las familias; la incorporación al euro, que aportó seguridad a los flujos, atraídos anteriormente por una moneda volátil. La suma de estos elementos ha propiciado un modelo de crecimiento basado en buena parte en el consumo y, sobre todo, en un aumento sin precedentes de la construcción, que aporta más de medio punto porcentual y que ha tirado de otros sectores. Sería temerario confiar en que España puede seguir indefinidamente construyendo más de 500.000 viviendas anuales, más de las que edifican Francia y Alemania en su conjunto, por mucho que el factor climático actúe como poderoso imán.

El punto débil fundamental de ese modelo es la pérdida de competitividad. El bajón en el nivel relativo de instrucción y en inversiones en I+D, unido al envejecimiento de la población, son las hipotecas con que la economía española aborda el futuro. Según el último informe de la UE, que valora la ejecución de los acuerdos de la cumbre de Lisboa, España es el país que registra un peor comportamiento en la instrucción de los jóvenes. El mismo informe señala que España no ha efectuado ninguna reforma en el sistema de pensiones. Esta advertencia es especialmente significativa si se tiene en cuenta que la sociedad española es la que experimentará un envejecimiento más intenso hasta 2010, según el Instituto de Economía Alemana, que pronostica que en esa fecha la población de entre 5 y 29 años sólo representará el 26% del total. Nuestro país sólo dedica a investigación y desarrollo el 0,98% del PIB, menos de la mitad de la media de la UE. La inversión pública en telecomunicaciones por habitante en España es inferior a la de la República Checa, Portugal, Eslovaquia y Corea.

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El conjunto de estos últimos datos, claramente negativos, pone de manifiesto la debilidad del modelo de crecimiento y abre serios interrogantes sobre su sostenibilidad. La buena racha de los últimos años ha sido imprudentemente desaprovechada por el Gobierno, pensando exclusivamente en el corto plazo.

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