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Gallardón urge al Canal a cerrar su única depuradora de lodos

Los vecinos de Getafe llevan años soportando el hedor de la instalación

Las aguas del Canal de Isabel II vuelven a bajar revueltas. El Ayuntamiento de Madrid le ha pedido a este organismo de la Comunidad, con quien comparte negocio de depuración de aguas residuales, que cierre la planta de secado de lodos de Perales del Río. El Canal responde que la planta no es suya -la explota la empresa Sufisa- y que si tiene que buscar otro sitio para verter los limos, lo hará. Pero detrás de esta decisión hay mar de fondo, ya que puede ser un nuevo motivo de fricción entre el Gobierno regional de Esperanza Aguirre y el Consistorio, encabezado por Alberto Ruiz-Gallardón.

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Ésta es la tercera vez que el Canal de Isabel II es utilizado como arma arrojadiza en el tira y afloja Aguirre-Ruiz-Gallardón. A finales del año pasado, el Ayuntamiento decidió denunciar el convenio que le unía al Canal porque en sus depuradoras municipales saneaba aguas de otras localidades limítrofes, sin recibir ninguna compensación económica por ello. El Canal replicó anunciando que ya no iba a seguir construyendo el teatro que Ruiz-Gallardón, cuando era presidente regional, había proyectado en la calle de Ríos Rosas (teatro del Canal).

Tras conocerse las disensiones entre Aguirre y Ruiz-Gallardón, ambos firmaron el "alto un fuego". No se volvió a hablar de la denuncia del convenio y Aguirre anunció que terminaría el teatro.

Ahora, en un nuevo episodio de fricciones entre la Administración regional y la Administración municipal, esta última ha pedido al Canal de Isabel II que deje de usar las instalaciones de secado de lodos existente en la pedanía getafense de Perales del Río (finca de La Torrecilla), que explota la empresa privada Sufisa. En estas instalaciones, abiertas en 1989, entran anualmente unas 50.000 toneladas procedentes del Canal de Isabel II, según fuentes municipales.

Las depuradoras del Canal, tras limpiar las aguas residuales de los municipios adheridos a este organismo público, obtienen casi 300.000 toneladas de lodos. La mayor parte de estos residuos se vierten en la planta que el Ayuntamiento quiere cerrar después del próximo verano.

El Consistorio, que posee dos instalaciones de tratamiento de lodos (las de Butarque y Sur), considera que La Torrecilla tiene "muchos inconvenientes que no aconsejan su continuidad". Argumenta que el endurecimiento de la legislación europea previsto a corto plazo impedirá usar los lodos de Perales en la agricultura. Algo que, añade, no ocurrirá con los procedentes de las dos plantas municipales donde "sí se han realizado las inversiones necesarias para gestionar correctamente los lodos".

Los limos obtenidos en las depuradoras de la región, tras el previo tratamiento de las aguas residuales, son de tres tipos: unos sirven como fertilizante de uso agrícola (se venden a empresas privadas); otros con altas concentraciones químicas (se depositan en el vertedero de Pinto); y los terceros, con altas concentraciones de materia orgánica, que deben transformarse en compost (humus obtenido por descomposición bioquímica) y que acaban en la finca de La Torrecilla).

El Ayuntamiento recuerda al Canal que la planta de Perales del Río no está suficientemente impermeabilizada, que se halla muy cerca de un núcleo urbano y pegada al río Manzanares, lo que origina fuertes molestias a los residentes en la zona, que soportan fuertes olores a causa de la descomposición de la materia orgánica al aire libre. El Ayuntamiento de Getafe, que comparte lindes con Madrid en Perales del Río, siempre se ha quejado de las molestias originadas por la planta de secado de lodos. "Perales es el vertedero de Madrid. Lo que no quiere nadie, lo llevan hasta el límite de la capital, donde no hay pisos, y, en cambio, siempre afecta a nuestros vecinos", denuncia Santos Vázquez, edil de Urbanismo de Getafe.

González asegura que su Ayuntamiento sólo puede apoyar a los vecinos en sus reivindicaciones, ya que las instalaciones de donde parten los olores están en la linde perteneciente a la capital. "Los vecinos nos reclaman que hagamos algo, pero nosotros no tenemos competencias. Por ejemplo, las instalaciones del secado de lodos son completamente legales. Los jueces nos dicen siempre que nos comprenden, pero que no pueden hacer nada... Sólo nos queda unirnos a los residentes y apoyar sus movilizaciones", admite el edil.

Mientras, el Ayuntamiento de Madrid ha mantenido conversaciones con el Canal de Isabel II para que éste vaya buscando emplazamientos alternativos a esta instalación, y le ha recordado que el municipio de Loeches, donde la Comunidad construye una planta de tratamiento, es el lugar adecuado. La planta de Loeches tiene 550.000 metros cuadrados para tratar parte de las 250.000 toneladas de los lodos que se recogen cada año en las depuradoras regionales. El Canal prevé tratar allí 100.000 toneladas cuando la instalación esté construida, en 2006.

Sin embargo, el Canal no se muestra preocupado por las intenciones del Ayuntamiento madrileño. Un portavoz recordó que la planta "no es propiedad de la Comunidad", sino de una empresa privada y que "los lodos serán llevados a otra parte si no se pueden verter en Perales del Río".

Pero si la planta de Loeches no está acabada y el Canal no puede verter en Perales, las dos únicas posibilidades que le quedan a este organismo público para deshacerse de los lodos son sacarlos fuera de la región -lo que es muy caro- o llevarlos a las plantas del Ayuntamiento de Madrid, donde Ruiz-Gallardón sólo está dispuesto a tratar estos residuos a cambio de una compensación económica.

Según la Consejería de Medio Ambiente, en la región se generan 600.000 toneladas de lodos al año: 350.000 procedentes de las cloacas de la capital, y otras 250.000, del resto de la región.

La planta de Loeches ya fue prevista en 1994 por la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad, cuando el socialista Joaquín Leguina era presidente del Gobierno regional. La Agencia, que entonces dirigía Arturo Gonzalo Aizpiri, pensó que Loeches era el mejor emplazamiento para esta planta porque los suelos del municipio son extremadamente rocosos, lo que reduciría la creación de lixiviados (filtraciones acuosas de residuos tóxicos en el terreno).

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