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La industria de nuevas tecnologías es la menos rentable y exportadora de Cataluña

Los expertos apuntan la necesidad de agrupar empresas en red para poder invertir en I+D

Todos la señalan como la apuesta de futuro para tener una economía competitiva, pero su presente es desolador. La industria de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es la menos internacionalizada de la economía catalana, ya que apenas el 4% de estas empresas venden fuera al menos un tercio de lo que facturan. También es la menos rentable, con una tasa de retorno negativa de -1,5%. La extrema atomización frena la inversión del sector en I+D y su crecimiento. Los expertos apuntan la creación de empresas en red como la única solución para romper este círculo vicioso y lograr que las compañías tradicionales se conviertan a la tecnología.

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"Cataluña no puede depender sólo de si multinacionales como Samsung se van o de si otras como Hewlett-Packard crean aquí un centro nuevo. Si Cataluña no quiere quedar atrás, deberá construir un sector propio de nuevas tecnologías". Así resume el problema Vicenç Gasulla, director general de la Fundación Barcelona Digital, entidad que respaldan empresas como Microsoft, Telefónica y La Caixa, y que fue creada hace dos años para fomentar que Cataluña sea centro estratégico de implantación y generación de negocios relacionados con la innovación.

El sector propio existe sobre el papel, pero está desdibujado, desperdigado y sin fuerza para ser el trampolín de la economía como se le reclama. De las 515.000 empresas que existían en Cataluña a principios de 2003, las de nuevas tecnologías (software, ordenadores, servicios y telecomunicaciones) suman 32.704, el 6,4% del total. Como ocurre también en la economía tradicional, la mayoría de las empresas de TIC (26.462) son microempresas: apenas 500 emplean a 100 personas y sólo una treintena a más de 500.

"La estadística oficial tiende a centrarse en las empresas de un cierto tamaño. Pero el 88% de las empresas catalanas tiene cinco o menos de cinco trabajadores, y resulta que en Cataluña estas microempresas generan nada menos que el 60% del valor añadido bruto total", enfatiza Jordi Vilaseca, director de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Este dato fue una de las sorpresas que arrojó el proyecto de investigación Las TIC y las transformaciones de la empresa catalana, dirigido por Vilaseca y coordinado por Joan Torrent, dentro del Proyecto Internet Cataluña de la UOC.

Si las grandes empresas sólo generan el 20% del valor añadido y las medianas el 10% restante, los expertos -de la Administración, las patronales, las universidades y los sindicatos, que han esbozado un acuerdo para diseñar juntos un nuevo modelo de crecimiento económico y competitividad de Cataluña- reflexionan sobre qué hacer con las pequeñas. Ese qué hacer fue el núcleo del debate que, tras innumerables y agotadores diagnósticos, ha organizado esta semana Tertulia Digital en el Instituto de Educación Continua de la Universidad Pompeu Fabra.

"Estos datos reflejan que la dimensión en sí misma no es tan esencial para que una empresa sea productiva", añade Vilaseca, quien, sin embargo, subraya que el problema se centra en la dificultad de las microempresas para afrontar los costes de la I+D y la necesidad de agrupar esfuerzos para poder competir en el entorno actual.

"Para una empresa local de 10 personas es misión imposible competir en el resto del mundo. No puede invertir ella sola. La agrupación de empresas no puede tener más sentido que acabar constituyendo una multinacional", subraya Oscar Pierre, consejero delegado de Ross Systems, una compañía con sede en Barcelona centrada en los sistemas de información que tiene centenar de empleados y vende a Europa y América Latina.

En la actual economía global del conocimiento, la actividad económica que se mira el ombligo y no se abre al exterior tiene pocas posibilidades de ser un motor. Para ser motor se requiere invertir en I+D. Y claro, ser rentable. Llegado a este punto, el modelo hace aguas.

Si la empresa catalana en general no está muy internacionalizada -sólo el 8% de las empresas venden fuera de España más de un tercio de lo que facturan, y eso que el porcentaje se eleva porque tiran del carro compañías de alta tecnología, como las del sector químico-farmacéutico, aeronáutico y de material y transportes-, la especializada en nuevas tecnologías es la que menos abierta al exterior está. En su caso, el porcentaje desciende al 3,9%, según datos de la UOC.La rentabilidad económica es una de las principales asignaturas pendientes del sector de las nuevas tecnologías. Mientras que la tasa de retorno presenta un valor medio para la empresa catalana del 7,3%, en el caso de las TIC es negativa, del -1,5%.

"Cuando las empresas de nuevas tecnologías demuestren que son rentables y que están internacionalizadas, la empresa tradicional se creerá que es útil incorporar las TIC", insiste Vilaseca. Cuando se les pregunta, una acaparadora mayoría de las empresas dicen que usar las nuevas tecnologías transforma la actividad empresarial y perciben que la productividad aumenta. Sin embargo, el macroestudio de la UOC concluye que el 72% de las empresas catalanas presentan un uso insuficiente de las TIC, en el sentido de que mayoritariamente no disponen de sistemas tecnológicos para la producción, para relacionarse con proveedores y distribuidores, o para el funcionamiento de la organización, los recursos humanos y la mercadotecnia.

La investigación y el desarrollo (I+D), por los que pasa ineludiblemente el futuro, están también complicados. "Cataluña puede tardar 40 años en alcanzar los objetivos de la cumbre comunitaria de Lisboa", lamenta Juan Manuel Tapia, secretario de acción sindical de CC OO Cataluña, en alusión a un listón europeo del esfuerzo inversor en I+D y en innovación del 3% del producto interior bruto en 2010. Cataluña, que en la clasificación de 100 regiones europeas en la materia ocupa el lugar 77º (Madrid, el 44º), supera ligerísimamente el 1%, mientras que otras zonas punteras, como Ille de France y Francfort, ya superan ampliamente el 3%. "Hacen falta masa crítica e instrumentos para mancomunar a las empresas, para agruparlas", añade Tapia.

A la eterna idea de impulsar clusters (agrupaciones) de empresas, los expertos suman ahora un nuevo concepto estratégico y organizativo: el de empresa red, que se basa en que las empresas descentralicen diferentes líneas de negocio. En algunas de estas líneas, empresas competidoras unirían fuerzas para poder hacer frente conjuntamente a la innovación, y en otras líneas podrían continuar compitiendo. En este sentido, Carles Fradera, gerente de Digitalización de Empresas del Centro de Innovación y Desarrollo Empresarial (Cidem), recuerda que entre los planes del Gobierno catalán figura potenciar una red de centros de tecnología como instrumento que puedan utilizar las empresas para resolver sus problemas de dimensión.

La necesidad de una alianza entre el sector público y el privado es uno de los puntos en los que hace hincapié el director de la Fundación Cecot Innovación, Jordi Rodríguez, además de la eterna necesidad de más I+D y de más capital riesgo para desarrollar proyectos de tecnología. "El sector TIC tiene futuro, rotundamente. El problema es qué sector TIC queremos. No puede ir a remolque de las necesidades del país, sino ser su motor económico", añade.

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