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Gallardón proyecta crear un nuevo Rastro alejado del centro de la capital

Gallardón ha encargado un estudio del mercadillo de Cascorro para "reordenar" los puestos

El gobierno municipal quiere abrir en Madrid un segundo Rastro, que venda "más calidad y menos quincalla" para atraer a turistas "de todo el mundo". Y lo quiere abrir en un solar vacío junto al mercado mayorista Mercamadrid, en una zona del distrito de Villa de Vallecas adonde no llega el metro. Pero, antes, la Junta del distrito Centro va a elaborar un "estudio en profundidad", que ya ha sido encargado a una empresa, del Rastro de la plaza de Cascorro y aledaños, el original, para "reordenar" sus 1.500 puestos y prescindir de los que no cumplan con los nuevos objetivos.

El Plan de Acción de la Oficina del Centro, presentado el pasado jueves por el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, y su concejal de Economía y Participación Ciudadana, Pilar Martínez, incluye entre sus 47 proyectos la elaboración de un "diagnóstico completo de la problemática del mercado del Rastro", para estudiar "sus debilidades y fortalezas". La Junta Municipal de Centro ya ha encargado ese estudio a una empresa, que en las próximas semanas debe entregar un informe completo sobre los "problemas de carga y descarga" que se generan en el barrio los domingos por la mañana, el diseño y situación de los puestos, la venta ambulante ilegal y el grado de inseguridad de la zona.

Cuando ese estudio esté listo, el alcalde decidirá "qué hacer con el Rastro". En ningún caso se cerrará, pero sí podría cambiar de aspecto y, desde luego, no conservará todos los puestos que ahora se hacen un sitio entre las calles abigarradas de Tirso de Molina, Cascorro y calles adyacentes. Autorizados, a día de hoy, hay 1.500, pero el año pasado la Policía Municipal impuso 1.300 sanciones por incumplir la normativa.

Los responsables de la Concejalía de Economía no saben si hubo 1.300 puestos ilegales multados o si, por ejemplo, hubo 200 que lo fueron varias veces a lo largo del año. "En cualquier caso, son muchos. Y no tiene sentido que eso siga así: la policía multando y los puestos piratas, que venden género robado, proliferando. Hay que reorganizar todo el mercadillo e imponer nuevos objetivos y prioridades", afirman.

Así que, por una parte, el Ayuntamiento "reordenará" y, probablemente, reducirá las dimensiones del antiguo Rastro, y por otra, abrirá uno nuevo, "de más nivel y más turístico", en una parcela municipal alejada del centro: nada menos que en Villa de Vallecas, junto a las instalaciones de Mercamadrid. Sin estación de metro, allí sólo puede llegarse en tren de cercanías y en autobuses que salen de Legazpi, Vicálvaro y Villaverde. Pero no ve que la lejanía y el aislamiento del emplazamiento elegido constituyan un problema. "Todo depende de cómo se haga el proyecto y de cómo se promocione después. El mercado de Portobello, en Londres, también está muy lejos del centro, y lo visitan turistas de todo el mundo... Nosotros pretendemos hacer una gran inversión y dotar a Madrid de un segundo Rastro tan atractivo o más que el primero, pero sin hacerle competencia directa", insisten estos responsables municipales.

"Menos quincalla"

Ese nuevo mercadillo estaría también al aire libre, aunque no disperso entre calles, cuestas y plazoletas, sino "quizás bajo una gran carpa de lona y con puestos fijos que se abrirían cada domingo y estarían controlados por un director del Rastro". El Ayuntamiento ya ha contactado con la persona elegida para ese cargo. En los puestos del Rastro de Vallecas se venderían "desde antigüedades a ropa y otros productos no perecederos", probablemente más caros que los del mercadillo más emblemático de la capital. "Desde luego, habría más calidad y menos quincalla, no se venderían sacacorchos y cosas así... ¿Colgantes y pulseras? Bueno, si hay algún hippy también tendría su gracia... Pero eso ya se verá, el proyecto aún no está hecho", explican.

El Rastro de Madrid se vertebra en torno a la Ribera de Curtidores, cauce de un antiguo regato que discurría junto a unos mataderos. Formaba parte, en origen, de los arrabales de la ciudad, cuyo núcleo bajomedieval se desplegaba entre la iglesia de San Martín y el área de San Ginés, en la calle del Arenal. Era frecuentado por gentes vinculadas al comercio de ganado, y algunos autores asocian su nombre al rastro de sangre que dejaban las bestias por esas calles cuando eran llevadas al matadero. Con el tiempo, se convirtió en mercadillo de trueque, ampliado a comercio de quincalla y de antigüedades y, por último, a un bazar donde se venden todo tipo de productos.

El de Mercamadrid no será, si finalmente se lleva a cabo el proyecto, el único mercado nuevo de la ciudad. El gobierno municipal quiere crear una especie de red de mercadillos callejeros y va a empezar por establecer uno de venta de flores con carácter fijo, todos los domingos, en la plaza de Tirso de Molina. También habrá puestos de antigüedades en Ópera, aunque éstos abrirán sólo en Navidad; y, por último, el Ayuntamiento va a participar en las ferias de música, libros y artesanía que organiza la Comunidad.

En los mercadillos municipales regirá un nuevo estilo: todos los puestos tendrán que ceñirse a un diseño y a un formato que decida el Ayuntamiento, y "no habrá la tolerancia que hay ahora con la venta ilegal".

Una oficina para comenzar la "cirugía del centro"

La reforma del Rastro madrileño y la creación de una red de mercadillos callejeros en la ciudad forma parte del Plan de Acción de la Oficina del Centro, un organismo de nueva creación dirigido y coordinado por la edil de Economía y Participación Ciudadana, Pilar Martínez. La concejal vigilará la ejecución y desarrollo, por parte de varios departamentos municipales y juntas de distrito, de 47 "proyectos estratégicos" con un presupuesto total de 150 millones de euros.

El plan incluye también una de las promesas electorales más importantes del PP en las elecciones municipales del pasado mayo: la "recuperación" de 40.000 viviendas en la almendra central de la ciudad. Esos pisos serían fruto no tanto de la nueva construcción cuanto de una operación de "auténtica cirugía", como la definió Ruiz-Gallardón, para convertir grandes casones antiguos y edificios protegidos en apartamentos pequeños.

De ese proyecto todavía no se sabe nada, aunque el alcalde aseguró el pasado jueves, durante la presentación del plan de acción de la Oficina del Centro, que anunciará las bases del plan en menos de un mes. Tendrá que concretar entonces si, como dijo en campaña, la cirugía implicará expropiar edificios cuando sus propietarios se nieguen a rehabilitarlos o compensar con suelo en los nuevos barrios a quien ceda al Ayuntamiento un casón en el centro para que lo trocee en apartamentos de 50 o 60 metros.

En cualquier caso, la ejecución de esa operación a corazón abierto en cinco distritos de la capital -Centro, Arganzuela, Retiro, Salamanca y Chamberí- dependerá de la Concejalía de Urbanismo, pero será vigilada "de cerca" por la Oficina del Centro desde ahora hasta 2007.

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