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Bélgica revive su etapa más negra con el juicio del pederasta Dutroux

Gabriela Cañas

Bélgica se dispone a revivir su pesadilla. Hoy comienza el juicio contra Marc Dutroux, el hombre que secuestró, torturó y violó a más de una docena de niñas y dejó morir de hambre en su cautiverio a cuatro de ellas, generando la más grande conmoción social de su país después de la II Guerra Mundial. El proceso se limitará a juzgar a Dutroux como a un asesino en serie, un depredador aislado. Se ha retirado del sumario todo indicio de red mafiosa y cualquier implicación política de un caso en el que, cuando menos, se demostró la escandalosa ineficacia de la justicia belga. Parientes de las víctimas y un amplio sector social considera una mascarada el proceso que ahora se abre y que puede condenar a perpetuidad al pederasta más famoso de Europa.

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Los sucesos datan de 1995 y 1996, cuando Marc Dutroux, un electricista en libertad condicional tras seis años de prisión por abuso de media docena de menores, secuestró, torturó y abusó de otras seis pequeñas de entre 8 y 19 años de edad. Cuatro de ellas murieron en su cautiverio, mientras que las dos últimas, Sabine Dardenne (12 años entonces) y Laetitia Delhez (15), fueron rescatadas con vida en agosto de 1996. Se espera que ambas comparezcan ahora ante el tribunal, que maneja un sumario de 440.000 folios y que escuchará a cerca de 500 testigos.

Droga y somníferos

Junto a Dutroux, comparecen como acusados su ex esposa Michelle Martin, su compinche y toxicómano Michel Lelièvre, y un hombre de negocios, Michel Nihoul, que presuntamente le pagaba por los secuestros y le proveía de droga y somníferos con los que, a su vez, Dutroux adormecía a sus víctimas para mantenerlas bajo control.

El caso escandalizó a Bélgica porque, como demostró la investigación de una comisión parlamentaria, para la policía el principal sospechoso fue siempre desde el principio el propio Marc Dutroux. De hecho, la policía estableció una vigilancia especial en torno a este hombre ya en el verano de 1995, tras la desaparición de las dos primeras víctimas, Julie Lejeune y Mélissa Russo (de ocho años), lo que no impidió que siguiera actuando con total impunidad.

Ocho años después de aquellos sucesos, los padres de las niñas muertas han debido renunciar a sus abogados para ejercer la acusación particular y no arruinarse y amenazan con no acudir al juicio. Una plataforma llamada Observatorio Ciudadano mantiene que aquel cerco policial en torno a Dutroux actuó más bien como cordón protector. En 2001, la justicia decidió abrir un segundo sumario al que enviar cualquier indicio de esa supuesta red pederasta que actuaba para toda Europa sirviéndose de desaprensivos como Dutroux. Incluso sus abogados, Xavier Magnée y Martine van Praet, comparten esta tesis. Magnée asegura que ese segundo sumario no ha avanzado y que, tras ocho años de escasa investigación, el juicio contra Dutroux no está maduro.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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