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Del ruego a la agresión

J. A. Aunión

"Son sólo cinco minutos; me bajan unos papeles y quito el coche". Una mujer, cuyo coche está mal aparcado, se dirige a una vigilante del Servicio de Estacionamiento Restringido (SER). La escena ocurrió ayer, en torno a mediodía, en la calle de Menéndez Pelayo (distrito de Retiro). Este tipo de ruegos es muy frecuente, según los trabajadores, pero no son, ni de lejos, la peor de las situaciones a que se enfrentan.

Discusiones, gritos, insultos, amenazas del uso de la violencia... a la hora de poner una multa. "A mí me han llegado a levantar la mano y a zarandear en algunas ocasiones", señala una de las vigilantes.

Los trabajadores aseguran que también se han producido, incluso, agresiones. "A una compañera mía le dislocaron un hombro por imponer una denuncia de 30 euros", comenta indignado otro empleado.

Este colectivo tiene la tarea de entregar malas noticias -normalmente de entre 30 y 42 euros-, pero sin imponer el respeto de la Policía Municipal, sus compañeros en esta impopular misión.

"Yo me doy media vuelta y me voy. No merece la pena discutir..., para lo que nos pagan [600 euros al mes por 40 horas semanales]", comenta resignado un vigilante cerca de la calle de Alcalá. Explica que no sólo controlan el estacionamiento restringido, sino que también multan a los vehículos incorrectamente aparcados -en vados, en intersecciones-. "Ése no es nuestro trabajo, pero nos obligan a hacerlo", explica.

Muchos usuarios creen que los empleados del SER cobran un sobresueldo por cada multa. "Si eso fuera verdad, ya me habría retirado", dice uno de ellos.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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