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Las nuevas tecnologías pierden peso en la industria catalana

La producción de este sector cae desde 1996 hasta el 3,62%

El cambio de modelo económico que anteayer empezaron a dibujar empresarios, sindicatos y el Gobierno catalán apunta de forma clara hacia el impulso de actividades tecnológicas y de alto valor añadido. Pero un estudio presentado ayer pone de manifiesto que aún queda camino por recorrer en este campo. La producción de nuevas tecnologías ha retrocedido desde 1996 y ya sólo representa el 3,6% de toda la actividad industrial.

Al tiempo que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han introducido a un ritmo vertiginoso en el universo cotidiano de buena parte de los ciudadanos, Cataluña ha perdido fuelle a la hora de producirlas. El declive empezó en segunda mitad de la década de los noventa. En 1996, este sector representaba el 4,58% del tejido industrial catalán y alcanzaba así su máximo tras años de ininterrumpido crecimiento. Pero la tendencia se invirtió y su aportación fue cayendo hasta quedarse en 3,62% en el año 2000. Así lo recoge un estudio del Ayuntamiento de Barcelona dirigido por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Joan Trullén, que ayer calificó este dato de "nada satisfactorio".

Y es que este discreto peso de la producción de las TIC en Cataluña dista mucho del papel que desempeña en Finlandia (21,66%), Irlanda (18,74%), Corea (17,40%), Japón (14,02%) y Estados Unidos (12,75%). Pero, con todo, consigue superar la media española (3,24%) y la de otros países que se encuentran en peor posición: es el caso de Italia (3,44%), Australia (3,31%), Eslovenia (3,30%), Grecia (1,96%) y Nueva Zelanda (1,57%).

Esta marcha atrás a partir de mediados de los noventa -coincidiendo con el auge de este sector- contrasta con la evolución registrada durante los años inmediatamente anteriores. La producción de nuevas tecnologías avanzó a paso de gigante entre 1993 y 1996: pasó de generar 664.000 millones de euros a algo más de un millón. Y su peso en relación con toda la actividad industrial también se incrementó del 3,77% hasta el 4,58%.

Barcelona, la locomotora

A pesar de este dato negativo, Trullén destacó ayer la "relevante" capacidad exportadora de las empresas tecnológicas radicadas en Cataluña, que además ha crecido a buen ritmo con el paso de los años. En 1993, estas firmas vendían al extranjero el 33% de su producción. En 2000, las exportaciones ya suponían el 54%.

La ciudad de Barcelona actúa sin duda de locomotora en el desarrollo de este sector. La capital catalana concentra casi el 60% de la actividad y de los empleos que genera en toda Cataluña. Precisamente, Barcelona puede presumir de tener un nivel de ocupación en nuevas tecnologías que roza la media europea. El 5,8% de los ocupados de la ciudad en el ámbito privado trabajan en este sector, muy cerca del 6% de la Unión Europea (UE), según datos del año 2000.

Para el conjunto de Cataluña, en cambio, el estudio arroja cifras más desoladoras. El porcentaje de empleados en las TIC se limita al 3,7%, por detrás de la media española (4,3%) y la de países como México (4%) y la República Checa (4,3%).

El tirón del sector en la capital catalana es indiscutible. Barcelona absorbía en 2000 el 58% de las 57.973 personas dedicadas a las nuevas tecnologías. Con el área metropolitana, el porcentaje se eleva hasta el 90%.

Trullén destacó ayer este empuje de Barcelona, pero también lanzó un aviso para que Cataluña no pierda el tren de las nuevas tecnologías. "El gran reto económico es generarlas y no sólo utilizarlas", dijo. Y propuso incentivar su producción en sectores emergentes como la biomedicina y el aeroespacial, pero sin dejar de lado los tradicionales.]

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