¿Quién cargará con estas víctimas?
"Pudimos habernos equivocado, como todo el mundo se equivoca, pero lo hicimos pensando sólo en el interés nacional y la paz mundial", dice el ministro portavoz para referirse a la participación de España en la guerra de Irak. Y se queda tan tranquilo, como si hubiese ofrecido una explicación moral de peso.
Este hombre no sabe, ni quiere saber, que el fin no justifica los medios, o que el infierno está empedrado de buenas intenciones.
Pero el problema no es este hombre, sino lo que representa y deja entrever. El interés nacional como coartada que justifica una decisión ilegal e ilegítima.
O sea, que si España saca provecho del apoyo americano en sus roces con Marruecos, y fortalece su posición en Europa frente a Francia y Alemania, y consigue el "pase" de los Estados Unidos para las inversiones españolas en Latinoamérica, y ve facilitados los intercambios comerciales con USA, y de la Unión Europea, una vez ampliada, poco puede añadir a lo ya logrado; entonces la guerra de Irak tiene muchas papeletas para ser una buena opción.
En el caso de los "informes secretos", tan secretos que aquí no los conocían y allí, en USA, los escribían, a vuela pluma, cerca del Despacho Oval, entonces la "paz mundial" vuela por los aires como argumento moral.
No debemos jugar con estas cosas. Hay un problema de terrorismo internacional que puede hacer mucho daño en muchos lugares, pero si la respuesta es la guerra de Irak, apaga y vámonos.
Lo vio todo el mundo que quiso mirar. No había pruebas suficientes para justificar una decisión absolutamente extrema como la guerra, o, al contrario, había indicios racionales de que la comunidad internacional disponía de medios de intervención legales, legítimos y eficaces frente a Sadam, y por tanto, obligatorios, es decir, éticamente exigibles.
La intervención militar, la guerra preventiva, fue ilegal e ilegítima, y las razones que la justificaron, en cuanto al caso español, ahora se demuestra que eran las que suponíamos: un nacionalismo estrecho y caduco que justifica la barbarie, en todas partes, a poco que lo cultives, y un servilismo político que juega sus cartas internacionales al mejor postor.
¿Qué otra cosa es esto sino la vieja picaresca hispana, so capa ahora de discurso grandilocuente y cara de póquer?
Por favor, que no sigan en sus explicaciones por este camino, porque de este proceder sabemos mucho: ¿cómo le estamos llamando a la barbarie justificada en el interés nacional? ¿No decimos que es terrorismo?
Pues, eso, a ver quién explica ahora lo que hemos hecho en Irak, habiendo otros caminos, y a ver quién carga a su conciencia y cuenta política las víctimas inocentes de esa guerra.
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