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Reportaje:ARCO 2004

Al encuentro del mercado

Una nueva generación de creadores vascos se introduce en el escaparate artístico de las galerías

Dos horas antes de la inauguración oficial de Arco 2004, la feria internacional de arte contemporáneo de Madrid, la artista Ixona Sádaba (Bilbao, 1977) intentaba negociar con su galerista, de viaje por América, el cambio de las obras expuestas y supervisaba nerviosa el montaje de las fotografías. Sádaba llegó a Arco de la mano de la galería Fernando Pradilla, de Madrid, avalada por su reciente incorporación a la exposición El Real Viaje Real, que ahora se presenta en el Museo Patio Herreriano, en Valladolid, tras haber mostrado en Nueva York el trabajo de la nueva generación de artistas españoles, seleccionado por el comisario suizo Harald Szeemann, ex director de la Bienal de Venecia con fama de insobornable iconoclasta.

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Y aún con ese apoyo, Sádaba reconocía que el encuentro con el mercado del arte - que ha puesto el precio de 1.800 euros a cada una de sus fotografías- le causa conflictos. "Vender es un objetivo de segundo orden, siempre", aseguraba. "La obra no nace para ser vendida y el mercado, aunque no quieras, te condiciona. Yo trato de estar dentro del sistema y utilizarlo para decir lo que tengo que decir. Si he optado por que el arte sea mi profesión tiene que ser así".

Por la misma prueba de encontrar a quien seducir con su obra pasan en Arco otros artistas vascos de la útima generación, que han convertido en veteranos a Pello Irazu y Txomin Badiola -bien representados por las prestigiosas galerías Soledad Lorenzo- a Ana Laura Aláez -con su obra en Juana de Aizpuru- a Darío Urzay, en DV/Distrito Cua4tro, o a Cristina Iglesias, que presenta sus esculturas en forma de refugio en Pepe Cobo, de Sevilla. Así, Sergio Prego (San Sebastián, 1969), otro de los nombres incluidos en El Real Viaje Real, está represe

ntado en Arco por uno de sus inquietantes vídeos, proyectados en Soledad Lorenzo.

Iratxe Larrea (Bilbao, 1972) presenta en Windsor Kulturgintza sus alfombras y cortinas realizadas con silicona y los dibujos que reproducen con hilos metalizados sus propias camisetas. Muestran, dice Larrea, su preocupación por entender el hogar como la extensión de sí misma. Es la calma frente a las pinturas convulsas de su compañero de galería Ignacio Sáez.

En la inmensa oferta internacional que 275 galerías llevan a Arco, la obra de jóvenes artistas formados en el País Vasco se puede encontrar en distintos expositores. Las galerías vascas basculan, en general entre los nombres conocidos y los nuevos creadores. La balanza se inclina hacia el lado de los jóvenes en el caso de Bilkin, de Bilbao, con obras de Iñaki Larrimbe (Vitoria, 1967), Abi Lazkoz (Bilbao, 1972) e Idoia Montón (San Sebastián, 1969).

Bene Bergado (Salamanca, 1963) ha vuelto a presentar su obra Arco dentro de la colección de la galería Espacio Mínimo, la misma que muestra las irónicas fotografías de Miguel Ángel Gaüeca (Bilbao, 1967). En primera fila del pabellón, el galerista muestra uno de los inauditos objetos creados por Bergado: un ataúd pintado de rosa en el que el rostro del espectador se refleja en un espejo. Bergado presenta hasta el 13 de marzo en su galería de Madrid (Doctor Fourquet, 17) la exposición Irreversible, con sus últimos trabajos. Eduardo Sorrouille (Basauri, 1970) busca compradores para sus retratos con la cara pintada de negro en la valenciana Luis Adelantado y Naia del Castillo (Getxo, 1975), que expone estos días en Artium, en la barcelonesa Del Angels.

Sádaba asegura que la salida al mercado le ha permitido descubrir que los buenos coleccionistas van más alla de la búsqueda de inversiones "No se limitan al comprar un objeto con su dinero, si no que valoran la trascendencia del arte. Comprar arte es como comprar una parte de la creatividad del artista. Yo, si tuviera dinero, lo haría".

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