Otro presupuesto ficticio
Vaya, quién lo iba a decir. Mientras la cúpula republicana imponía en el Congreso el proyecto de ley de medicamentos para el Medicare, la Administración estaba reteniendo valoraciones que demuestran que el plan podría llegar a costar por lo menos 106.000 millones de euros más de lo que se ha dado a entender. Pero no hagamos un mundo de este incidente. Al fin y al cabo no es como si nuestros líderes tuvieran la costumbre de falsificar sus proyecciones presupuestarias. Ah, pero fíjense: el presupuesto, que prevé un déficit de 415.000 millones de euros para el año fiscal 2004, no es más creíble que sus predecesores. Cuando la Administración prometa que el déficit será mucho menor en los años próximos, recuerden esto: hace dos años, la previsión fue de un déficit fiscal en 2004 de sólo 11.000 millones de euros. Lo que es nuevo esta vez es que el Gobierno haya decidido bailar el agua a los conservadores en sus quejas respecto al descontrol en el gasto.
A lo largo de los últimos meses, muchos expertos han atribuido obedientemente la responsabilidad del aumento del déficit a "un enorme incremento en el gasto discrecional interno" con estas palabras u otras. Por cierto, la Heritage Foundation, que ha organizado esta campaña, es más precavida que dichos expertos y se cura en salud ateniéndose a la indirecta, sin decir jamás por las claras que el gasto discrecional interno es la causa del déficit. Para aplacar estas críticas, el nuevo presupuesto proyecta reducir el gasto discrecional interno real, cosa que no va a suceder, pero incluso si así fuera, su efecto sobre el déficit sería insignificante. Pero no es sólo una solución falsa, sino que es la respuesta a un falso problema.
La causa primordial del gigantesco déficit presupuestario es la caída en picado de la recaudación fiscal del Gobierno federal, que descendió desde un 20,9% del PIB en 2000 al 15,7% previsto para este año, la proporción más baja desde 1950. Aproximadamente el 45% de esta caída se puede atribuir a las rebajas fiscales de Bush. El resto refleja el fin de la burbuja del mercado de valores, la economía aún deprimida y un aumento de la evasión y los paraísos fiscales. Es cierto que el incremento del gasto también contribuye al déficit, y que ha habido un aumento considerable del gasto discrecional, un gasto que, a diferencia de partidas como los pagos de la Seguridad Social, no se calcula automáticamente por medio de fórmulas. Pero el grueso de dicho incremento ha estado relacionado con la seguridad nacional. El Centro para el Progreso Americano calcula que de 2000 a 2004 el gasto discrecional relacionado con la seguridad ascendió del 3,4% al 4,7% del PIB, mientras que el gasto no relacionado con la seguridad ascendió solamente del 3,1% al 3,4%.
Dicho de otra forma, el papel del gasto no relacionado con la seguridad en la caída en picado del déficit es trivial si se compara con los recortes fiscales y el gasto en seguridad.
Entonces, ¿qué habría que hacer para mantener el déficit presupuestario bajo control? A no ser que se recorte la Seguridad Social y el Medicare -que es lo que quiere la derecha-, cualquier otra solución pasa por un incremento de los ingresos. Muchos demócratas han pedido que se reduzcan las rebajas fiscales de Bush, conservando los recortes para la "clase media" (que aportan al menos algún beneficio al 77% de los contribuyentes que pertenecen al tramo fiscal del 15% o inferior). Esta reducción habría reducido el déficit de este año en unos 144.000 millones de euros, cosa que vendría bien, pero esperemos que los políticos se den cuenta de que no es suficiente.
Otra fuente importante de ingresos podría ser el tomar medidas enérgicas contra los vacíos en la ley tributaria y la evasión de impuestos, que ha alcanzado proporciones de epidemia. ¿Qué está pasando con el impuesto sobre sociedades? Esta fuente de ingresos ha descendido, en porcentaje del PIB, a los niveles de 1930. No, no es una errata. Y las cartas de pago no están creciendo con la rapidez que cabría esperar, dado que ha habido una recuperación económica que ha esquivado a los trabajadores pero ha dado grandes ganancias a los empresarios.
Un Gobierno que intentara realmente hacer que las corporaciones pagasen sus impuestos podría encontrarse con 80.000 millones de euros más todos los años. Una solución definitiva del presupuesto incluirá todo esto y más. Pero el primer paso es dejar de buscar a los villanos en los sitios equivocados.
(c) 2004 New York Times Service.
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