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UN PROYECTO EUROPEO

Un instituto catalán integrado

Miquel Noguer

Trescientos cincuenta alumnos; dos tercios, extranjeros; la mayoría, musulmanes. "Aquí, si eres racista o tienes problemas con lo musulmán, coges tus cosas y te largas; no lo aguantas". Pepe Checa, profesor de secundaria del instituto barcelonés Miquel Tarradell, sabe que trabaja en un lugar especial. Más que un instituto, un laboratorio de formas de vida, pero también un espléndido mirador desde donde observar cambios y miedos que acechan a nuestra sociedad. En los últimos meses ha podido ver cómo la sociedad se plantea problemas que en su instituto, a base de empeño e ingenio, han superado.

"¿Islamofobia? No, yo no la percibo, lo que sí veo es un reajuste de la convivencia en una escuela, un barrio, donde ha llegado gente de muchos países y aspiraciones muy variadas". Y prosigue: "En la escuela tenemos musulmanes venidos de todas partes, sobre todo de Marruecos y Pakistán; tenemos a niñas con pañuelo, sin pañuelo y otras que llevan top, pero no impera una sensación de islamofobia".

Los profesores saben que, a su trabajo habitual, se añade una labor social para limar asperezas. "Aquí todos sabemos qué es el Ramadán y que, cuando nuestros alumnos lo celebran, es mejor no comerse el bocadillo en su cara, o que en la fiesta del Cordero falta un montón de alumnos. Lo sabes, lo aceptas y tratas de encajarlo para que las clases sigan".

Pero lo que en un instituto puede controlarse no es tan fácil en la calle de un país donde viven 800.000 musulmanes, la mayor parte llegados en la última década. La arabista Teresa Losada, presidenta de la Asociación Española de Amistad con los Pueblos Árabes Bayt Al-Thaqafa, considera que en España se ha ido creando "un clima hostil" a la inmigración magrebí y de los países musulmanes en general. "Y este clima no se ha creado por sí mismo, se ha propiciado, incluso desde el Gobierno". Losada, que dirige un centro de alfabetización de adultos, de clases de catalán y castellano para extranjeros, afirma que "vivimos en una sociedad cada vez más anestesiada, con un incremento del miedo a lo desconocido, que se alimenta desde las más altas instancias. Todos estamos curvados por los miedos".

Mohamed Halhul, portavoz del Consejo Islámico Cultural de Cataluña, que agrupa a 35 de las 142 mezquitas u oratorios de la comunidad, cree que parte de la desconfianza se debe a que "muchos musulmanes no son buenos representantes de su religión, lo que acaba dañando al colectivo". Halhul pide a la sociedad que no "prejuzgue" a los musulmanes a partir de esas personas. "Que se informen, por favor".

Desde el Consejo Cultural Islámico, al que a menudo se ha acusado de depender de los dictados saudíes, se intenta que el interés sea recíproco. Por eso firmaron hace dos años un convenio con el Gobierno catalán para que los imames de su asociación recibieran clases de integración a la cultura catalana. Lengua, costumbres, valores y tradiciones.

Un acercamiento en el que en 2003 participaron 25 imames, muchos de los cuales apenas hablaban castellano o catalán y cuya formación para interpretar el Corán es, a veces, discutible.

"Es un primer paso para eliminar prejuicios y propugnar que el islam no es más que una religión de paz". "Si no lo fuera -prosigue Halhul-, este mundo sería un infierno: ¡recuerde que somos 1.300 millones de fieles!".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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