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Columna
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Sin piedad

Supongo que la familia Pagazaurtundua ya sabía que el PNV y EA iban a votar en contra de la concesión de la medalla al mérito de Andoain a Joseba y en contra del homenaje que el Ayuntamiento, la institución a la que sirvió como policía municipal hasta que ETA lo asesinara, le iba a ofrecer. Supongo que antes de hacer las declaraciones, Maite Pagazaurtundua, que pintadita sabe que da mejor, sacó de su bolso la bala de fusil y se pintó los labios. Luego se puso a hablar ante la tele, quebrándosele la voz en un instante, y acusó al PNV de carecer de piedad.

En este país de cínicos y mentirosos una cosa es una campaña publicitaria para mejorar la imagen del Ejecutivo vasco a favor de las víctimas y acosados por ETA, y otra muy diferente tener un detalle real, con implicación política, a favor de la memoria de un asesinado. Lo primero es para que Ibarretxe quede bien en Madrid ante la progresía de la Villa y Corte, lo segundo es para mantener el vínculo sagrado de la comunidad nacionalista. Unos lo matan y los otros le quieren borrar del recuerdo, insultando a sus familiares. Sin piedad. Demuestra lo lejos que está el nacionalismo de tener en cuente, a pesar de sus proclamas por el diálogo, a los que no son de su credo y además les matan.

La consecuencia es que todos los que simpatizábamos con el pensar de Joseba Pagazaurtundua podemos temernos, tarde o temprano, el mismo o parecido tratamiento. Si ganan de verdad, si llegan a la soberanía, no esperes ni el pan ni la sal, prepárate a padecer las mayores ignominias, porque ya estás siendo testigo de ellas. Después del espectáculo que dieron tras el asesinato de Fernando Buesa, Maite sabía que Ibarretxe era indigno de entrar en el tanatorio donde yacían los restos de su hermano. Por eso no permitió aquel gesto de cinismo.

Este es el país real, no hace falta venir para contarlo, hace falta sólo contemplar sin visceral sectarismo hasta dónde pueden llegar personas con apariencia humana, que son capaces de expresar todo tipo de matiz, distingo o excusa para rechazar la ilegalización de Batasuna, defender (dicen) la libertad de asociación, seguir en el Parlamento asumiendo el desacato de mantener a este grupo ilegal, y luego no pueden aceptar un homenaje y una medalla para paliar el dolor de la familia. Ni eso. Prepárate a lo que viene si ganan.

Uno estuvo en la inauguración de la calle Sabino Arana en Bilbao; me repateaba el personaje, pero no las personas nacionalistas que proponían tal reinauguración. El lehendakari Aguirre me repateaba menos, a pesar de lo de Santoña, y estuve en la inauguración de su calle, apoyando el homenaje e intentando crear un ambiente de encuentro que armara la necesaria convivencia entre todos. No sé si con esos gestos los nacionalistas acabaron por creer que estaba dispuestos a pasar por toda. No sólo a aguantar sus homenajes, sino a que dejaran sin tales a los amigos fallecidos. El desgraciado aspecto positivo de los agravios, como el de Andoain, es que uno tiene ser tonto de remate o masoquista para no saber lo que de aquí en adelante puede pasar.

Sin entrañas. ¿Se figuran ustedes en una comisaría de la policía de un Estado vasco independiente, reunificado y euskaldun? Algunos no tenemos que hacer demasiados esfuerzos, porque estuvimos en las del Imperio hacia Dios y ya nos lo podemos imaginar. También nos podemos figurar qué pasaría entonces en otros aspectos de este país, en el que los listos son los primeros en marcharse. ¿Por qué la familia Pagazaurtundua no se marcha ya? Por dignidad y encabronamiento.

Miren, esto es lo que tenemos. Hubo quien se hizo ilusiones cuando embarcaba hacia el campo de exterminio. No creo que seamos capaces de llegar a tanto, ni ellos ni nosotros, pero se apuntan maneras que sólo desde una mentalidad fanatizada - y esa mentalidad se ha trasladado de Batasuna al PNV- se pueden explicar. En nuestra mano está que el fanatismo no nos lleve a todos a la indignidad. Sigamos encabronados.

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