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Reportaje:

El folk se encierra en el aula

Los profesionales ven necesario renovar los métodos de enseñanza para perpetuar la música tradicional vasca

Se dice que la música popular es uno de los tesoros más preciados y reveladores de cada pueblo. Por eso es preferible no descuidar la tradición musical y, llegado el caso, hacer un esfuerzo extra para su conservación o recuperación. En BilbaoMusika, entidad dependiente del Ayuntamiento bilbaíno que engloba Banda Municipal y Escuela de Música, son concientes de ello y el pasado mes de septiembre pusieron en marcha el primer Ikasfolk, un programa cuyas 17 actividades pretenden, según Sabin Bikandi, su responsable, un "relanzamiento de la música y la danza de raíz tradicional".

Su iniciativa, con cursos, talleres y encuentros en torno a materias como percusión tradicional, alboka, contradanzas o reparación de boquillas de gaita, viene a ratificar una impresión cada vez más extendida entre los profesionales: la música tradicional debe renovar sus técnicas de enseñanza para procurarse un futuro sin sobresaltos. Las prestaciones del músico autodidacto y de quien aprende exclusivamente en el ámbito familiar o en las romerías, tal vez se quedan cortas para preparar al que Kepa Junkera presenta como "músico tradicional del futuro".

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"Será un músico con formación mucho más amplia y moderna, y conocimientos de toda la familia de los instrumentos, no sólo vascos. Que conozca la música en general, el jazz, la clásica, el rock, el pop, lo que sea. Lo que no puede ser es que un tío joven toque solo la pandereta, por ejemplo", precisa el trikitilari, quien regenta Lur Soinuak, una escuela de música tradicional cuya oferta incluye clases de iniciación en las que niños de tres y cuatro años se familiarizan con instrumentos autóctonos adaptados a sus dimensiones.

Para Junkera, "estamos en un proceso de renovación en el que la educación va a tener su importancia. Hay mucho talento, y mucho cariño a esta música, pero se está quedando un poco obsoleta en cuanto a fórmula. Hay que viajar, compartir experiencias con otros músicos, ir descubriendo la personalidad musical". Su insistencia en la idea de renovación, en considerar el romanticismo una rémora, encuentra eco en las palabras de Bikandi.

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"Hacen falta nuevos métodos de transmisión. Ese sistema romántico y nostálgico de transmisión oral, en el seno de la familia, o aprender a bailar en la plaza, es impensable hoy en una ciudad como Bilbao. Cualquier propuesta formativa tiene que desarrollarse en clave de enseñanza organizada, dentro de un aula, con una propuesta, con un horario", señala.

"La vuelta a las raíces, redescubrir estilos e instrumentos tradicionales, a veces es un proceso innovador, nuevo y fresco. En Ikasfolk intentamos trasladar ese mundo tradicional al aula, a los cursos, seminarios y talleres, que son las únicas fórmulas que pueden funcionar en nuestro entorno", prosigue el director de BilbaoMusika, quien reconoce la existencia de dificultades. "Hay cierta falta de costumbre de acudir a cursos formativos con un mínimo de dedicación, un mínimo de rigor y un mínimo de esfuerzo en lo económico".

Entre las acciones que insuflan aire renovado y vitalidad al folk vasco figuran los referidos cursos especializados de Ikasfolk y las clases de Lur Soinuak. Pero también la inclusión, puntual o continuada, de instrumentos tradicionales en la oferta de otros centros, como la Escuela de Música Andrés Isasi de Getxo, el Conservatorio Municipal de Música de Hernani, la Escuela de Música Tomás Garbizu de Lezo, el Centro Superior de Música del País Vasco (Musikene), o la Escuela de Música Tradicional Hala Dzipo de Barakaldo. Incluso los centros gallegos Conservatorio de Música Tradicional y Folk de Lalín (Pontevedra) y la Escola das Artes de Brión (A Coruña), y la turolense Feria del Tambor y la Percusión de Híjar han dedicado tiempo a la txalaparta, por ejemplo.

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