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Reportaje:

Cultivar la tierra sin despeinarse

La multinacional Monsanto impulsa en España la agricultura de no laboreo

El grupo Monsanto es una de las principales multinacionales en el sector de producción de semillas y fitosanitarios, con una facturación en 2002 de 4.700 millones de dólares. Pero, aparte de esa faceta, la empresa norteamericana es pionera en el mundo en el desarrollo de técnicas para el no laboreo o laboreo mínimo en el sector agrario para evitar los procesos de desertización.

En España, el grupo Monsanto está presente desde 1969 en la investigación y venta de semillas, así como de productos agroquímicos en base a una red de 500 distribuidores con una facturación de casi 60 millones de euros a más de 200.000 agricultores.

Con la siembra directa se puede lograr un ahorro de entre 40 y 60 euros por hectárea

Uno de los principales negocios del grupo Monsanto en España es la venta de semillas tanto las tradicionales como las genéticamente modificadas resistentes a enfermedades clásicas en el cultivo del maíz como el taladro o el llamado "gusano de las raíces". El otro eje de su actividad en España es su trabajo para el asesoramiento a los agricultores sobre nuevas técnicas de cultivo, como la agricultura de no laboreo o laboreo mínimo, para proteger el suelo contra la erosión y evitando la evaporación de agua en los rastrojos. En España el grupo Monsanto ha sido pionero en estas líneas de trabajo y desarrolla su actividad en coordinación con la Asociación Española de Agricultura de Conservación para frenar la desertización en el mundo y, en el caso de Europa, muy especialmente en los países mediterráneos

Según los datos manejados por la Asociación Europea de Agricultura de Conservación, consecuencia de la erosión, en los últimos 40 años casi un tercio de los suelos agrícolas en el planeta han dejado de ser productivos. Cada año se siguen perdiendo más de 10 millones de hectáreas. En Europa, aproximadamente 115 millones de hectáreas, el 12% de la superficie, sufre el mismo problema. En España, más del 50% de la superficie agrícola está clasificada como de riesgo medio-alto de erosión.Consecuencia de este problema, cada año, la pérdida media de suelo por hectárea es de unas 17 toneladas, aunque en algunos casos pueda llegar a las 100 toneladas. La erosión es consecuencia de un sistema de producción agrícola convencional con un laboreo excesivo y quema de rastrojos, que dejan el suelo desnudo durante la temporada de lluvias. Igualmente, la necesidad de aumentar las producciones impone el uso y abuso de fertilizantes y herbicidas, con incremento de costes, deterioro del medio y aumento de contaminación.

Laboreo no agresivo

Frente a este sistema tradicional, Monsanto España, de la mano de Jaime Costa, director del grupo para asuntos regulatorios y científicos, ha impulsado diferentes programas para el desarrollo de una agricultura de conservación, no laboreo (siembra directa sobre el rastrojo anterior) o laboreo mínimo, que ha supuesto pasar de menos de 200.000 hectráreas hace una década a más de 1,5 millones de hectáreas en la actualidad. En el mundo, la siembra directa afecta a unos 60 millones de hectáreas, especialmente en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Australia o Canadá. En España, la mayor superficie corresponde a trigo y cebada, con 700.000 hectáreas, 200.000 hectáreas de girasol, 50.000 de maíz y superficies pequeñas, pero en aumento en otros cultivos herbáceos, remolacha y algodón, prados y repoblaciones forestales.

Frente a la agricultura convencional, que requiere volteo del suelo para matar hierbas y fuerte uso de abonos y pesticidas, la agricultura de conservación consiste en aplicar otras técnicas que no supongan alterar el suelo, evitando la quema del rastrojo y dejando la cubierta como protección contra la erosión y para mantener la humedad. Estas prácticas requieren inicialmente una inversión en maquinaria y un mayor gasto en agroquímicos de baja intensidad. Pero, además de beneficios medioambientales, suponen un importante ahorro en combustible y mano de obra. En una explotación de olivar en régimen de no laboreo se estima un ahorro entre 60 y 80 litros de gasóleo por hectárea y año y entre tres y cinco horas de trabajo por campaña. En el caso de una siembra directa en un cereal, el no laboreo supone un ahorro de 31 litros de gasóleo por hectárea y año frente al laboreo tradicional y un ahorro de entre 40 y 60 euros por hectárea.

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