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Reportaje:

Los investigadores se rebelan

Cientos de becarios exigen en Navarra una normativa que sustituya las becas por una contratación laboral digna

Investigar sigue siendo llorar en nuestro país. Así lo atestiguan cientos de jóvenes becarios que realizan la tarea básica de la investigación en universidades y empresas privadas de Navarra y que han salido por primera vez a la calle para exigir que sus precarias becas se conviertan en contratos de trabajo que dignifiquen su tarea.

Bajo una fuerte lluvia y una temperatura cercana a los cero grados, un centenar de becarios de investigación se manifestaron días atrás en Pamplona ante el Parlamento foral y el Departamento navarro de Educación para exigir cambios legislativos que les permitan ganar un sueldo digno, cotizar a la Seguridad Social, tener vacaciones, derecho a baja por enfermedad o maternidad y cobrar el desempleo.

"Nuestras condiciones de trabajo son tercermundistas", señaló Ignacio Rodríguez Carreño, de 27 años, presidente de la recién constituida Asociación de Jóvenes Investigadores de Navarra. Rodríguez, ingeniero de telecomunicaciones, es uno de los 1.600 investigadores que en Navarra realizan actualmente tesis doctorales o investigan en empresas privadas y la universidad, la pública o la privada, con becas de diferentes administraciones.

En España, la beca más alta que concede el Ministerio de Educación es de 1.000 euros al mes. Pero muy pocos la perciben. El Gobierno foral da becas de hasta 720 euros y las universidades otorgan las suyas. Cada una de ellas es incompatible con el resto y configura un gasto presupuestario en I+D muy inferior a la contribución real al conocimiento que esta legión de becarios aporta a la Comunidad foral.

Los becarios de investigación desarrollan un trabajo esencial en los equipos humanos, similar y a veces superior al que desempeña el profesorado, según denuncian. La mitad de los trabajos finales lleva la firma de un becario, pero ninguno tiene un contrato laboral. No tienen, por ejemplo, seguro de enfermedad, a pesar de que muchos experimentan en laboratorios con productos peligrosos o nocivos. Quieren contratos laborales y cotizar a la Seguridad Social. "Un investigador debe pagarse hasta su propia asistencia si tiene que acudir a un servicio de urgencias médicas por cualquier causa", afirman.

Iñaki Hidalgo e Iñaki Ochoa, dos de los manifestantes, hablan de jornadas de ocho o más horas diarias con becas de apenas 6.000 euros anuales durante los dos primeros años de doctorado y de un máximo de 9.000 durante los dos siguientes. "En Navarra, si se supera el límite temporal para elaborar las tesis, te pueden llegar a retirar las becas concedidas", aseguran.

Aragón, Castilla-La Mancha y Cataluña ya han puesto en práctica la modalidad de contrato laboral para sus jóvenes investigadores. Lo denominan sistema 2+2, con becas durante los dos primeros años, hasta obtener el diploma de estudios avanzados, y contratos laborales los dos siguientes. El nuevo Estatuto del Becario de Investigación del Ministerior de Educación, regulado en una Real Decreto, es un "apaño" insuficiente, afirman, ya que aunque incluye una mínima cotización a la Seguridad Social y sigue considerando su estatus como formativo. Impide además establecer un marco de relación laboral y deja en manos de las entidades que dan la ayuda la opción de acogerse o no al estatuto.

Los jóvenes investigadores quieren poder acogerse a las bajas de maternidad o paternidad como cualquier otro trabajador y reivindican el derecho y el deseo de aportar sus conocimientos en la tierra donde nacieron, sin tener que salir necesariamente al extranjero. "Sólo pedimos que el capital humano del futuro no se dilapide tan escandalosamente", indican.

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