Los obispos y el sexo
España, según nuestros obispos, es víctima de la "revolución sexual", que "ha separado la sexualidad del matrimonio, de la procreación, del amor", y cuyos "frutos amargos" son "la violencia doméstica, los abusos sexuales y los hijos sin hogar". Así lo afirman en su Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. Vincular los abusos sexuales y la violencia doméstica con la no obligatoriedad del modelo cristiano de matrimonio es un disparate. Esas lacras existieron en los muchos siglos en que España fue un Estado católico militante. Sólo que entonces las mujeres acosadas, violadas o maltratadas tenían que callar, sufrir pacientemente a la espera de su recompensa en el más allá, como les recomendaban sus confesores. ¿No había hijos sin hogar en las inclusas de la España más retrógada?
En su documento, los obispos tildan a la España actual de "poscristiana", "pagana" y "cada vez más farisaica". Si se refieren al incremento de las separaciones y divorcios, cabría preguntarles si lo "farisaico" no era la situación anterior, que tanto añoran, en la que sólo los privilegiados podían pagarse una anulación por la Santa Rota. Como también suena a farisaica la acusación de que los políticos y los medios sirven de "altavoz" a "determinados grupos de presión, como por ejemplo los lobbies homosexuales", cuando es la Iglesia la que cuenta con muchos fieles en el Gobierno, maneja presupuestos ingentes, tiene iglesias en cada barrio, controla una parte importante de la educación -reforzada con la reimplantación de la enseñanza de la religión en las escuelas-, dispone de medios de comunicación y conserva privilegios extraordinarios.
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