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Los libreros abandonan la Setmana del Llibre en desacuerdo con su funcionamiento

El vacilante Salón del Libro, que tenía que abrirse en 2002, se celebrará en noviembre

El Gremio de Libreros ha decidido salir de la comisión que organiza la 22ª Setmana del Llibre en Català porque la considera "caduca y obsoleta", porque no han sido aceptadas sus propuestas de renovación y porque no están dispuestos a participar en ella "como simples dependientes". El encuentro del libro en catalán se celebrará del 28 de febrero al 7 de marzo próximos, pero hasta hace pocos días se dudaba incluso si se celebraría o no.

Ante la incertidumbre, muchos editores optaron por programar la publicación y promoción de sus libros al margen de ella.

Manuel Sanglas, presidente de la comisión y de la Asociación de Editores en Lengua Catalana, explica que se ha tardado tanto en fijar la fecha porque hasta la semana pasada el Departamento de Cultura no les aseguró la subvención.

La Setmana se celebrará en Barcelona (en las Drassanes), Lleida, Palma de Mallorca y Madrid (librería Blanquerna). No se hará en Girona ni en Tarragona por la negativa de los libreros. El hecho de que el gremio se haya retirado de la comisión no significa que algunas librerías dejen de participar. Sanglas explica que acudirán unas 18. No estará Ona, una librería pionera e histórica que sólo vende libros en catalán, y "no por principios, sino por pragmatismo", afirma Josep Maria López Llaví, de Ona. "No tenemos gente suficiente para sacarla de la librería y enviarla a la Setmana". Los libreros reciben una ayuda económica por asistir, ya que si venden libros allí dejan de venderlos en sus librerías. Aun así, la mayoría no acude.La Setmana fue muy importante en sus orígenes. "Era necesario entonces demostrar que era un sector vivo y dinámico y había que mostrar la producción de libros en catalán; ahora no. Ahora la producción de libros en catalán está normalizada y están en todas las librerías. Ahora, deberíamos plantear otras cuestiones como qué es más importante: ¿la calidad o la cantidad?", afirma Santi Ruiz, del Gremio de Libreros.

Libreros y editores aseguran que la Setmana languidece, como languideció hasta morir la Feria del Libro de Barcelona, que se celebraba en el paseo de Gràcia. Antonio Ramírez, de La Central, cuenta que fue a la Setmana una sola vez "y nunca más". "Es aburrida, va poca gente, está mal organizada y no tiene ningún interés para un librero. Sólo sirve para anticipar algunas novedades de Sant Jordi". Al editor Oriol Castanys, de La Magrana, la Setmana le recuerda "una librería del antiguo Berlín Este". "La Magrana irá y acudirán nuestros autores, pero se impone una reflexión profunda sobre su continuidad, hay que cambiarla de pies a cabeza. Ni nuestro sector ni Barcelona pueden aguantar una Setmana, un Liber y el previsto Salón del Libro. Son demasiadas convocatorias, con elevado coste económico", asegura Castanys. Con el Día de Sant Jordi están todos de acuerdo.

Los libreros aseguran que tienen respuesta para esta fatiga y han hecho varias propuestas: fusionar la Setmana con el Salón del Libro y darle mucha más potencia. Otra, por ejemplo, sería organizar una quincena del libro en catalán, pero ojo, en las librerías. "Se hace en otros países", dice Guillem Terribas, de la Llibreria 22 de Girona. "Se trataría de que las librerías se volcaran, y lo harían: escaparates, carteles, mesa de novedades, presentaciones de libros, tertulias, debates... Daría mucha vida a toda Cataluña". Todas estas propuestas han sido rechazadas. "Los editores y los libreros estamos a favor de su continuidad porque sabemos que beneficia al libro en catalán", replica Xavier Alonso, de la distribuidora Arc de Berà y miembro de la comisión organizadora. "Hay opiniones diferentes, pero tampoco demasiadas propuestas", añade. "No hay inquietud ni quejas en la comisión". Tiene bastante razón, hay más quejas en los pasillos que en las reuniones de la comisión.

Todos en general están bastante descontentos de la gestión de Sanglas, pero como él dice, la comisión organizadora -en la que hay dos representantes de los editores en catalán, dos del Gremio de Editores, dos de los distribuidores y hasta ahora dos de los libreros- le vota. "Los miembros son quienes votan. Mi predecesor estuvo tres años y yo estoy en el cuarto". Sanglas, de Enciclopèdia Catalana, preside también la comisión del Salón del Libro.

"Todo lo que proponemos es sistemáticamente bloqueado por los editores. Se intentó abrir la comisión y no hubo forma", dice Ramírez. "Es culpa de los buenos editores, que no se implican, y también nuestra. Deberíamos hacer autocrítica. Hasta ahora lo único que hemos conseguido es perder el tiempo. Todo acaba en manos de los de siempre, de gente del Grupo Planeta o de Enciclopèdia, que no tienen ideas".

Sanglas explica que la comisión está cerrando el programa de la 22ª Setmana del Llibre en Català. Uno de los ejes será la proyección de la literatura en catalán en el exterior a través de las traducciones. La cantante Lucrecia contará cuentos.

Si a muchos les preocupa el presente y el futuro de la Setmana, más inquietud hay respecto al Salón del Libro, que se puso en marcha para sustituir a la desaparecida Feria del Libro. Fue anunciado a bombo y platillo en junio de 2002. Se dijo que sería a imagen y semejanza de los de París y Turín. Debía celebrarse en diciembre de aquel año y fue cancelado en octubre por falta de consenso en el sector. Se dijo entonces que se desarrollaría en 2003. Pasó el año y nada. Está previsto en principio que se celebre, por fin, el próximo mes de noviembre. "Estamos negociando que se instale en el Pabellón 1 de la Fira, en Montjuïc, y trabajamos en la programación de actividades. Estará muy ligado al Ayuntamiento de Barcelona porque será como el gran inicio del Año del Libro y la Lectura de 2005", afirma Sanglas.

Editores y libreros lo ven con mucho escepticismo. "¿Con esta gente se va a hacer el Salón?", plantea Antonio Ramírez.

El Ayuntamiento no es ajeno a esta inquietud ni a lo que sucede con la Setmana del Llibre en Català, en la que interviene a través del Instituto de Cultura. "Observamos con mucha preocupación la organización de la Setmana. Hay división interna, no hay unanimidad de criterios. No progresa en ritmo ni en los objetivos que la deben definir", afirma el concejal de Cultura, Ferran Mascarell. "Cuando haya finalizado la Setmana nos reuniremos todos para hablar con tranquilidad, pero son los gremios quienes deben ponerse de acuerdo. La Setmana y el Salón son instrumentos muy importantes para la proyección del libro. Deben serlo".

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