Quitar
Hay mucha gente que cree que fue el narrador francés Georges Perec quien inventó, en su libro La desaparición, la excentricidad de escribir toda una novela sin usar la letra e, que es la vocal más frecuente del idioma francés. No es cierto: antes lo había hecho el poeta y narrador Alonso Alcalá y Herrera, que publicó en 1641, en Lisboa, Varios effetos de amor en cinco novelas ejemplares, en cada una de las cuales prescindió de una vocal: la a falta en Los dos soles de Toledo; la e no está en La carroza con las damas y la i, la o y la u no existen, respectivamente, en La perla de Portugal, La peregrina ermitaña y La serrana de Cintia. Trece años más tarde, en 1654, a Alcalá y Herrera le salió un discípulo e imitador, Fernando Jacinto Zurita y Haro, que publicó, siguiendo exactamente la misma técnica, su obra Méritos disponen premios. Sin duda, eran dos hombres con bastante tiempo libre. Y, mucho más tarde, el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela y otros repitieron el experimento. Eso sí, Perec le dio un giro al asunto al hacer justo lo contrario en su novela Les revenents, en la que la única vocal es la misma e. Aunque en España, donde el libro se tradujo como El secuestro, la e fue sustituida por la a, que es la más usada de nuestra lengua.
Quitar una vocal de una novela es un juego. ¿Y quitarle letras a tu propio nombre? Ahora, tras mucho luchar, se ha conseguido, y esto supone, sin duda, una gran conquista social y soluciona uno de los problemas más graves de nuestro país, que los jueces admitan que una persona pueda llamarse legalmente Pepa, en lugar de Josefa, o Lola, en vez de Dolores. O Javi, o Manu, o Pili, y tal. Dentro de poco quizá también tengan validez legal los apodos, diminutivos... de modo que el presidente del Gobierno podrá llamarse Pichurrín López o el premio Nobel de Medicina, El Farmacias Sánchez. Ya ven. O lo que sea, como en Cuba, donde de pronto hay gente que ha decidido llamarte Usnavy o Usarmi, copiándole el nombre a un portaaviones de la Marina de los Estados Unidos. ¿Cómo te llamas? Operaciontriunfo Rodríguez. De cine.
Quitar para acortar, para hacer un alarde de ingenio o, en lo que a las ciudades se refiere, para convertirlas en ellas mismas, como Pili cree que es más ella siendo Pili que siendo María del Pilar. Tengan en cuenta que las ciudades han estado, casi siempre pero de manera especial en los últimos tiempos, en manos de alcaldes con mucho poder de decisión y muy poco gusto, por lo que les sobran muchas cosas, están llenas de horrores y más recargadas que un bolero de Luis Miguel. Quitarle cosas a Madrid, por ejemplo, será transformarla en un lugar normal, lo que ya es mucho, dadas las circunstancias. Eso es lo que va a pasar con el famoso scalextric de Cuatro Caminos que el alcalde Ruiz-Gallardón ha empezado a desmontar. Buena idea. Uno se da cuenta de que cuando esa feísima carretera elevada desaparezca del mapa, esa zona de la ciudad va ser recuperada, se va a llenar de cielo, de horizonte. Todo un cambio de panorama.
Ya puestos, yo creo que estaría muy bien que los madrileños le enviásemos al alcalde una lista de los horrores que han ido convirtiendo la capital -lo es aún, según creo- de España en un disparate continuo.
Básicamente, podría empezar por quitar el 80% del mobiliario urbano que puso su antecesor. Y, naturalmente, fundir esas estúpidas estatuas al ciudadano anónimo que hay por todas partes: el ciudadano que lee, el que se sienta a descansar, el que mira apoyado en una pared. Nada, que las estatuas tengamos que ganárnoslas otra vez. Por no hablar de La Violetera, de los espantosos gordos y gordas de Botero y de alguna que otra cabeza monárquica cuyo gusto es tan malo que parece sacada del almacén de monstruos de un estudio de cine. Sería fantástico que tirasen también algún que otro edificio horrible y mil o dos mil tiendas espantosas.
Y, para terminar, me gustaría hacerle una petición expresa, que sería fantástico que pudiera cumplir: ¿No podrían quitar la estatua de Franco de Nuevos Ministerios y el resto de los símbolos fascistas que aún perviven en la ciudad? Eso sí que dejaría más limpia la ciudad. Aunque, claro, a lo mejor eso no se lo dejan hacer. Quitar cosas de una ciudad para que esté entera. Es un buen principio.
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