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Reportaje:

El juego en que todos ganan

InteRed gestiona en San Sebastián un original centro con un centenar de juegos que fomentan la solidaridad

Mikel Ormazabal

Quién no conoce el juego de las sillas. Suena la música, comienza el alborozo de los chavales girando alrededor de los asientos hasta que, de pronto, acaba la melodía y se desata una lucha sin cuartel por ocupar un asiento. Es tan sencillo como tratar de eliminar a toda costa al compañero conforme van reduciéndose las sillas. Ahora bien, existe la "versión cooperativa" del mismo juego, esencialmente opuesta, pues a medida que se van restando las banquetas, todos los jugadores (sin eliminados) deben colaborar entre sí para hacerse sitio en un espacio cada vez más reducido. Bajo esta modalidad, está comprobado que ningún niño intentará engañar, hacer trampas o dañar a sus compañeros. En su capacidad de ayudarse va el éxito del juego, el suyo y el de todo el grupo.

Kometa ofrece un servicio de préstamo de juegos, único en el País Vasco

Los juegos cooperativos, tanto sea en los de calle como en los de mesa, están concebidos para evitar las actitudes agresivas y competitivas (robar una carta, comer una ficha...) y favorecer la participación colectiva a través de la solidaridad, la colaboración, la imaginación.

La ONG InteRed está por esta labor. En su sede de San Sebastián (paseo de Francia, 8), gestiona el Centro de Recursos en Juegos Cooperativos, único en el País Vasco. Es un local para "consultar, crear y experimentar una amplia variedad de juegos cooperativos", donde se organizan talleres educativos y se ofrece un servicio de préstamo de juegos, explica su coordinadora, Josune Igoa.

El centro Kometa juega contra corriente. En el imperio de los juguetes comerciales, competitivos per se (véase el parchís, el Monopoly o el Risk), Kometa ofrece otros juegos (Félix el txitxarro, Baile de mariquitas, Brigada de cerditos...) que "contribuyen a la adquisición de habilidades y destrezas en niños, jóvenes y adultos que poco tienen que ver con la visión compulsiva de ser el mejor o divertirse aplastando a los demás", afirma Igoa.

"Jugar con otros, no contra otros; superar desafíos, no superar a otros", dijo el inspirador de los juegos cooperativos, el canadiense Terry Orlick, cuyos trabajos no llegaron a España hasta mediados de los 80. Kometa inició su andadura en septiembre de 2001. Hoy dispone de un catálogo de 88 juegos de mesa que no se pueden encontrar en las tiendas. "Casi todos proceden de Alemania; los menos de Austria, Bélgica y Francia".

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El Nimbali, por ejemplo, es un juego "fuera de lo común", asegura Igoa, pues transporta a los jugadores a la estepa africana y consiste en buscar un pozo para regar la tierra y dar de beber a jirafas, leopardos, rinocerontes, cebras, muy sedientos todos ellos. Los participantes deben arrimar el hombro para lograr un objetivo común antes de que la tierra se quede completamente reseca. En otros casos, los jugadores recolectan frutos de los árboles antes de que se los coma un cuervo, ayudan a las mariquitas a asistir al baile de carnaval antes de que lo hagan las hormigas o salvan a un árbol en peligro de que lo destroce la lluvia ácida. De esta forma, asegura Igoa, "sin perder el placer de jugar, todos ganan o todos pierden, porque no cabe la disputa entre los participantes".

Lo "mágico" de los juegos cooperativos, subraya Igoa, es que los niños están obligados a apoyarse mutuamente porque "los unos se necesitan de los otros", a diferencia de los juegos competitivos, en los que los chavales se percatan de que la consecución de sus objetivos es incompatible con la consecución de los objetivos del resto.

Kometa cuenta con unos 60 socios. Son familias y grupos que pagan una cuota anual de 18 y 40 euros, respectivamente, que les permite alquilar, a modo de biblioteca, cualquier juego de mesa durante una semana. "Los niños comprenden así que no es necesario comprar juguetes de forma compulsiva para divertirse, y que deben cuidarlos porque no son de su propiedad", señala Igoa. Los juegos también están a la venta.

Están fabricados con madera, tienen mucho colorido, "son muy creativos y están ideados para el entretenimiento colectivo", dice Igoa. Varios de éstos, están siendo experimentados durante este curso en siete colegios del País Vasco como "material educativo para fomentar la solidaridad y la integración de todas las personas".

En los talleres cooperativos que InteRed organiza para monitores de tiempo libre, responsables de ludoteca y guarderías, profesores, tratan de inculcarles los mismos valores: en los juegos cooperativos no hay fuertes ni débiles, listos ni tontos, hábiles ni torpes. Todos reman (juegan) en una dirección.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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