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El distrito barcelonés de Gràcia no concederá más licencias de apertura de bares y restaurantes

El barrio cuenta con 940 establecimientos de ocio y los vecinos están hartos de ruido

Clara Blanchar

A grandes males, grandes remedios. El distrito de Gràcia de Barcelona ha decidido suspender la concesión de licencias de apertura de bares, restaurantes y locales de pública concurrencia. La zona cuenta con 940 bares y restaurantes, que atraen cada fin de semana a una avalancha de visitantes de la que los vecinos se han cansado. La decisión de no conceder nuevas licencias, al menos durante un año, es fruto de las reuniones del llamado Foro del Silencio, que agrupa a representantes municipales, vecinos, propietarios de los locales e incluso usuarios de la oferta de ocio del distrito.

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El concejal del distrito, Ricard Martínez, reconoció ayer que no han cuantificado los visitantes que recibe Gràcia durante los días de fiesta, pero resumió el resultado de su presencia con dos ejemplos. Uno: el tráfico del barrio se colapsa y las calles y plazas se llenan de motos. Otro: es imposible encontrar mesa, pese a que hay restaurantes que sirven hasta cuatro turnos por noche. Sobra decir que los vecinos están hartos de no poder dormir. "Somos conscientes de que no se trata de una molestia causada individualmente, sino por la suma de todos los visitantes", aclaró el concejal.

Ante este panorama y la imposibilidad de cerrar establecimientos, la medida de no conceder licencias evitará por lo menos que se abran otros. El distrito de Gràcia, en especial su casco antiguo -lo que popularmente se conoce como "la vila"-, ha sido tradicionalmente un destino de ocio para los barceloneses, pero la tendencia ha aumentado en los últimos años. Muestra de ello es que en 1996 había 768 bares y restaurantes, frente a los casi mil actuales.

La suspensión de licencias afecta a la zona del distrito comprendida entre la Via Augusta, la Travessera de Dalt, la calle de Sardenya y la de Còrsega, y entrará en vigor el próximo día 3 de marzo, cuando expira el plan de usos del distrito de 1996. De hecho, el plan que ahora finaliza ya establecía la no concesión de nuevas licencias, aunque sólo en las plazas y ciertas calles de la antigua vila. La nueva suspensión estará vigente, al menos, durante el año que dure la redacción del nuevo plan de usos.

Ricard Martínez presentó ayer las líneas maestras del plan de actuación del distrito que se aprobará en marzo. Se trata de medidas que han sido consensuadas durante un proceso de participación en el que han intervenido técnicos municipales, vecinos, comerciantes y el tejido asociativo del barrio. Entre otras cuestiones, el plan prevé reurbanizar la plaza del Diamant en torno al refugio antiaéreo que se halla en su subsuelo, convertir en peatonales más calles de forma que se creen corredores entre los pocos espacios verdes de los que dispone el distrito y se fomenten el uso de la bicicleta y los desplazamientos a pie, y construir una nueva escuela de primaria y dos guarderías.

El concejal adelantó la intención del distrito de "entrar en el debate" sobre el uso de bajos de edificios que están habitados sin tener cédula de habitabilidad. "Hay que estudiar si se incrementaría el parque de viviendas, aunque los locales pasarían a tener precio de mercado; hay que ver si se puede fomentar la existencia de comercio de proximidad... Se trata de una cuestión que debemos abordar, aunque requiere mucha cautela e incluso podría ser que quedara tal como está", reconoció Martínez.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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