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Eduardo Arroyo regresa a sus referentes clásicos en su obra reciente

Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) inauguró ayer en la galería Carles Taché de Barcelona una exposición en la que recoge piezas realizadas en los dos últimos años. Arroyo vuelve a tomar como referente de sus cuadros obras de predecesores ilustres, técnica que "hacía 33 años que no había practicado", señaló el artista en declaraciones a Efe.

Si Arroyo ya trabajó sobre cuadros de Velázquez, Goya y Miró, ahora centra su mirada en Durero. El óleo de gran formato El caballero, la muerte y el diablo recrea el grabado con el que Durero quiso mostrar la vida virtuosa cristiana. Arroyo recupera al caballero como símbolo del regreso de los cruzados, que en esta ocasión se lanzan a la conquista del petróleo. El caballero de su cuadro lleva grabado en su coraza el logotipo de la petrolera Shell.

El artista se inspira también en Vicent van Gogh, aunque aquí no toma como referente su obra,sino el personaje en que se convirtió. "Un pintor sobre el que ahora estoy escribiendo mucho y que me ha interesado desde un punto de vista iconográfico". Idea que queda plasmada en la serie La casa de Van Gogh.

Pintor, escultor, escritor y escenógrafo, recrea también en su nueva obra referentes literarios, como la serie El retrato de Dorian Gray, donde plasma la metamorfosis del personaje de Oscar Wilde, o el óleo Los amores de Byron, con el perro Botswain -al que el poeta dedicó el famoso epitafio- como centro de la obra. Cleopatra, Cenicienta y San Jerónimo son otras de las figuras en las que ha trabajado en los últimos meses en unas obras en las que mantiene referentes de su pintura como los sombreros, las moscas o las sardinas. Todos ellos quedan reunidos en el óleo Celebración de viejas noticias. "Siempre hay cambios, aunque sean imperceptibles para el propio artista y luego resulten más visibles de lo que uno pensaba", declaró ayer.

La exposición, que permanecerá abierta hasta el 6 de marzo, condensa, según Arroyo, "aquella parte de tu obra que más te angustia, porque todavía no ha pasado el examen del tiempo". Francisco Calvo Serraller apunta en el catálogo de la exposición que "la obra que ahora practica [Arroyo] en su impenitente movilización de la imagen revela una pasión progresivamente melancólica. No se trata de que estas imágenes manifiesten sentimientos o pensamientos tristes, sino que están tratadas con mayor distanciamiento".

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