Una muestra en apoyo a una 'ikastola' navarra repasa la contemporaneidad del arte vasco
Pamplona acoge estos días no sólo una vasta exposición que permite conocer de un plumazo el estado actual del arte vasco, sino todo un auténtico muestrario de 86 artistas comprometidos con la promoción del euskera. ArteaOinez'04 reúne en la Sala de Armas de la Ciudadela trabajos, en su inmensa mayoría de reciente creación, que han sido cedidos por sus autores a la ikastola Lizarra de Estella, encargada de organizar este año la fiesta anual de las ikastolas navarras. El beneficio de la venta de las piezas expuestas permitirá al centro mejorar sus instalaciones.
Probablemente si no fuese por ese objetivo cultural no se hubiera conseguido reunir bajo un mismo techo semejante número de piezas artísticas, como reconoció el concejal delegado de Cultura del Ayuntamiento pamplonés, Ignacio Pérez Cabañas, en la apertura de la muestra. Casi un centenar de trabajos, uno por artista, permiten fijar en la retina todas las tendencias del arte contemporáneo vasco.
Homenaje a Popova (2001), de Oteiza, o La Pedrera-Leku (1997), de Chillida, se exhiben en la capital navarra junto a esculturas de José Ramón Anda (Ilargi zeharkatua, 1997), José Ángel Lasa, Iñaki Olazábal (Maskara, 2003), Félix Ortega (Corazón de Tokio, 2003); Jesús Elizaincín (Cromlech ikusten, 1992) o Dik Rekalde (Colgado, 2001), mientras en las paredes comparten espacio óleos, fotografías, infografías, imágenes digitales y serigrafías de decenas de creadores.
"La responsabilidad social del artista ha sido un hilo conductor de la modernidad", explica Carlos Catalán, comisario de una muestra en la que se recogen todas las tendencias y estilos de los creadores vascos de la actualidad, desde nombres más que consagrados a los más jóvenes representantes de la videocreación en el camino de la desmaterialización de la imagen y la huida de los soportes técnicos tradicionales.
La exposición, que se presentará en Bilbao el próximo mes de marzo y en San Sebastián de julio a septiembre, incluye obras, entre otros, de Agorreta, Amondarain, Arévalo, Badiola, Corral, Fontalba o Jáuregui. A ellos se suman Larrea, Candaudap, Néstor Basterretxea, García Erguin, Goenaga, Irujo, Gorriti, Meléndez, Morquillas, Manu Muniategiandikoetxea, Ortiz de Elgea, Pardo, Sáez, Dora Salazar, José Luis Zumeta, Villareal o Zuriarrain. Y la lista aún se extiende más.
Supone así un panorama de estilos y técnicas extenso y significativo que permite comprobar el vigor del arte vasco actual. Carlos Catalán, albacea artístico de Jorge Oteiza durante sus últimos años de vida, cierra el catálogo de la exposición con una frase del escultor oriotarra, fallecido el pasado mes de abril: "La estructura íntima del idioma es una poética (un estilo elaborado por el vasco) que lo produce y lo mantiene vivo. Si muere nuestro idioma, se está borrando nuestro carácter (nuestra poética muere)".
El activismo cultural de los artistas vascos que participan de la colectiva pamplonesa permite al espectador la satisfacción de alcanzar a un tiempo la belleza del bronce Venus de Larrea y las fotografías de Txomin Badiola, los Estudios astrales de Jesús Sánchez o el trabajo en roble y ceras de Gorriti. A un paso, reposan la impresión digital o la videocreación, la escuela del Bidasoa o la nueva figuración. Toda la contemporaneidad del arte vasco en 86 pasos y una causa común.
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