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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Casa quiere

El casado casa quiere, y también, con más motivo, el no casado que quiere casarse, o simplemente independizarse de sus padres. Pero las viviendas en venta son muy caras y apenas hay pisos de alquiler. El mercado de la vivienda es en España bastante ineficiente: el enorme incremento de la oferta de pisos en venta no ha hecho bajar sus precios, hay tres millones de viviendas vacías, el coste del suelo sigue condicionando cualquier plan. El resultado tiene efectos sociológicos y a la larga económicos: las parejas atrasan la edad de casarse o convivir por falta de pisos asequibles y ello afecta a la tasa de natalidad, una de las más bajas del mundo (1,2 hijos por mujer en 2000).

Los datos ofrecidos ayer por la Sociedad de Tasación confirman que se mantiene un incremento del precio de la vivienda muy por encima del índice general de precios y también del crecimiento salarial. En 2003 el coste de la vivienda nueva subió un 15,8% en las capitales de provincia, el mayor incremento anual desde finales de los ochenta, con lo que la subida acumulada desde 1985 es ya del 500%. En promedio, la subida viene siendo del 11% anual, el doble que la media europea. La previsión es que este año se produzca un encarecimiento en torno al 10%, lo que significa que seguirá aumentando la proporción de la renta destinada a la vivienda y también, por tanto, el endeudamiento de las familias.

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El precio de la vivienda creció un 16% en 2003, la mayor subida en 14 años

Hay razones culturales y económicas que explican el mantenimiento de la demanda pese a ese alto coste: la preferencia por la propiedad, relacionada con la escasa movilidad laboral, su consideración como inversión más segura que otras (tendencia acentuada por la crisis de la Bolsa del último periodo), los bajos intereses de los préstamos tras años de tipos elevadísimos. Pero también la debilidad del mercado de alquileres: el 11% del total, cuando en los años sesenta suponía el 50%.

La campaña electoral en ciernes debería servir para que los partidos adecuen sus ofertas a las precupaciones de los ciudadanos, entre las que la vivienda vuelve a figurar en lugar destacado. La iniciativa pública es decisiva porque incide en la oferta de suelo (cuyo coste supone el 50% del precio final), en la promoción de viviendas sociales y en el estímulo a los alquileres a precio asequible para los jóvenes que inician su carrera profesional y familiar. Son medidas con un retorno económico-social ya probado en otros países: en términos, por ejemplo, de aumento de la natalidad y de mayor disponibilidad para la movilidad geográfico-laboral.

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